Nueva coyuntura compañer@s donde no se pueden cometer los mismos errores que se cometieron en los año 2001 y 2002, momentos en que la mezcla de soberbia ciega y retroceso conciliador casi dan al traste con el proceso transformador bolivariano.
En primer lugar: la nueva ofensiva imperial y
oligárquica no es un “plan golpista” (independientemente de todos los golpistas
que hay e intentan hacer lo suyo), es una política de acumulación y
movilización de fuerzas capitaneadas por nuevos sujetos que los debe llevar a
una eventual “rebelión civil”. Es la “revolución blue” –es decir azul- como ya
lo decíamos a comienzo de la campaña electoral. Plan que estaba planteado
generar en los últimos momentos de campaña o el día mismo de las elecciones y
que se les cayó a última hora. La rebelión civil esta basada en la sumatoria
geométrica de fuerzas que por sus capacidades excéntricas y concéntricas, es
decir, su espectro multiplicador sobre la sociedad y su seductora fuerza de
captación movilizadora, debe promover, primero, movilizaciones, paros, saboteos
y estallidos difusos, permanentes y cada vez mas intensos en todo el territorio
nacional, y segundo, con capacidad al interno del estado de ir quebrando la
precaria unidad que se conserva al interior de la burocracia y la tecnocracia
de estado, la dirigencia política “rojo-rojita” y finalmente
En segundo lugar: la derecha, como punto de partida,
se sostiene ahora sobre un nuevo sujeto “angelical, pacífico y apolítico” que
sustituye “la sociedad civil” del 2002. Este sujeto, por construcción mediática
pura, sitúa la confrontación política actual entre la juventud libre y
civilista frente al horroroso dictador violador de las libertades civiles y la
libertad de expresión. Su imagen no es por tanto la de un sujeto
anticonstitucional y antidemocrático, basado en el odio al pobre y defendida
por viejos babosos y reaccionarios como el cardenal, Carmona y Carlos Ortega.
Se presenta como el mas constitucionalista y democrático de todos los mundos
sociales, un mundo limpio y joven que no tiene nada que ver con esa historia de
hace 5 años. Lo importante aquí es que han logrado “crear sujeto” nuevamente,
que por más “virtual” y “mediático” que sea, se sostiene sobre una subjetividad
social real. Esta subjetividad es profunda y dura, el “hombre nuevo” del
“Capitalismo del Siglo XXI”. Es la subjetividad del consumidor, del ser social
como sujeto de consumo, feliz y gozoso del inmenso universo de consumo que le
provee el orden liberal-capitalista y de lo cual come, vive y crece. Además, es
lo único que le importa: la libertad de
consumo es su libertad y el límite de su mundo. Y si no la tiene
materialmente porque sus precarias entradas económicas no le dan al menos lo
tiene a través del espectáculo urbano (publicidad, Centros Comerciales) y
mediático. Estos muchachos que ahora salen a la calle por miles (son miles
Mario Silva y no grupúsculos de Bandera Roja manipulados por
En tercer lugar: es absolutamente natural que este
sujeto haya emergido en el “apartheit” urbanístico de las clases medias y de
piel blanca y su movilidad se haya centrado sobre los territorios que le son
suyos. Allí es donde se concentra el odio hacia el sujeto odiado que lo
simboliza todo: Hugo Chávez. Sin embargo
esta vez la razón por la cual emerge no es aquella bruta y torpe reacción de la
burguesía ante algunas leyes aprobadas (leyes habilitantes del 2001) y su
moderada proyección reformista. Es como
decíamos un acontecimiento político que reprime el consumismo mediático cosa
que en principio toca a toda la sociedad. Se abrió por tanto el boquete por donde pueden
acceder al mundo de los desposeídos por lo impopular de la medida (novelas y
radiorochela las vemos tod@s sin distingo de clase) soportado además en algo evidente:
el descontento popular –generalizado- por el desastre de la administración
pública y la arrogancia e inmoralidad de much@s y much@s de sus dirigentes. El plato esta servido para lograr el sueño de
Ramos Allup: sacar una marcha de Catia contra Chávez. El sujeto lo permite
porque nace en un espacio abandonado por el movimiento revolucionario desde el
fracaso de la toma del rectorado de
En cuarto lugar: la dinámica escondida de esta
“rebelión civil” debajo de su cara angelical y pacífica parece que seguirá la
vieja agenda paramilitar de la oligarquía colombiana y por extensión del Plan
Colombia tratado con mucha discrecionalidad. Un juego de vida y muerte bien
administrado entre el juego mediático y el sicariato. Con dudas pero ya se
puede elevar la hipótesis de que el plan de muerte ha comenzado escogiendo en
principio el asesinato de militantes muy de base, algunos conocidos otros no,
como hemos visto con los últimos asesinatos de militantes de base en Caracas,
para posteriormente ir avanzando hacia arriba dentro del movimiento popular y
social con los personajes de mayor credibilidad. Les interesa desesperadamente
abrir el boquete popular y para ello necesitan aterrorizar a los movimientos
comunitarios más consecuentes y más atrevidos y que podrían bloquear un
eventual boquete antichavista. Estamos viendo por supuesto puros escenarios
posibles que podrían chocar con otro tipo de fracciones de derecha que se
impongan más asesinas o más civilistas. Lo único seguro es que la vida está en
juego desde la vida de Chávez hasta el mas humilde militante o colaborador. La
misma violencia social acumulada crea las condiciones para armar este contexto
que viene despertando al menos desde el año 2003 con los asesinatos a
dirigentes campesinos y que goza de una impunidad y una invisibilidad oficial
casi absoluta. Felicitamos por ello el comunicado público hecho por
En quinto lugar: pero aquí hay que ver la misma
administración del juego vida-muerte, paz-violencia, promovida desde los mandos
imperiales y burgueses. Dicen los yanquis en sus papeles que el problema para
ellos es Chávez y su tesis del “socialismo del siglo XXI”, pero también su
problema es cuidar la infinidad de intereses petroleros y no petroleros que
tienen en Venezuela y en general dentro del continente. Una guerra civil o
cualquier cosa que se le parezca promovida por un golpe duro o por un
magnicidio de ser posible no les conviene para nada, ni les conviene intervenir
sin tener un asiento institucional y de masas que los respalde como buenos
salvadores ante una revolución que se profundiza. Necesitan de actores endógenos
consolidados y en ese derrotero andan, dentro y fuera del gobierno para que le
hagamos el trabajo que les interesa. La estrategia es por tanto a cuenta gotas
pegando aquí y allá para atinar mejor el zarpazo: “revolución blue” ( negra,
blanca o como se llame) y de allí en adelante lo que sea . Por ahora hacen su labor de coordinación
interna y externa, moviendo las piezas de
En sexto lugar: ¿hay o habrá sujeto de este lado?, ¿se
libera o se silencia?, ¿quién lo administra y lo promueve, la burocracia o sus
propias fuerzas?, es decir, ¿es un espectáculo más o es de verdad porque de
verdad es hora que vuelva emerger?, ¿cómo y de donde renace, del PSUV, de las
bases del pueblo con o sin partido, de un suceso inesperado? That is de question. Esas son en nuestra
consideración las grandes preguntas hacerse desde el campo de la revolución. No es la “rebelión civil” y su sujeto
consumista y angelical nuestro enemigo mas peligroso y destructivo, por mas
monstruoso y asesino que sea detrás de la imagen y de las masas que lo
escenifican, el enemigo está en nosotros, dentro y entre nosotros. El enemigo
esta en la manera en que pasivamente hemos visto a Chávez como el único sujeto
político de la revolución, el único convocante, el único diseñador del camino y
de la lucha revolucionaria. Y peor aún, hemos dejado, a pesar de la
inconformidad y la arrechera contra ella, que la burocracia gobernante
administre nuestra agenda militante y ponga en nuestras bocas y mentes las
consignas, los colores, los modos de ser y hacer del revolucionario. En otras palabras, no le hemos quitado el
poder, no hemos creado las condiciones para que desaparezca su imperio interno.
La rebelión antiburócrática y clasista es la verdadera respuesta a la “rebelión
civil”. Si de una vez por todas asumimos
a Chávez por lo que objetivamente es: un presidente, un primer dirigente y
comandante de la revolución, un compañero, y no EL SUJETO del proceso, la
relación y hasta el respeto hacia lo que él simboliza, estaría garantizada en
una relación dialogante y abierta más allá de nuestras adoraciones y quereres. Y si de una vez ponemos contra la pared a la
arrogancia burocrática no hay “rebelión civil” que valga ni “manipulaciones de