En un reciente artículo (http://www.aporrea.org/actualidad/a37085.html), nuestro estimado intelectual Luis Britto García nos ha sorprendido: se ha pronunciado con firmeza en contra de la opción legítima que tiene, de acuerdo a nuestra Constitución revolucionaria y progresista, cada venezolano de poseer la doble nacionalidad. Nuestro conocido autor, identificado no obstante con la causa bolivariana, defiende su opinión haciendo uso del mismo contra-argumento que anteponen las peores derechas del mundo cuando rechazan el carácter supuestamente doble-moralista implícito en la pluralidad de la ciudadanía.
Nos sorprende esta posición porque tradicionalmente el pensamiento de izquierda condena todo sectarismo y ve, especialmente, en esta forma de nacionalismo un contrasentido a los valores de integración y diversidad. Es el tipo de nacionalismo que mediante la reivindicación de la autoctonía y la identidad históricas de un pueblo termina por declararse en contra de la universalidad inherente a todo humanismo. El nacionalismo llamado "ario", como todos sabemos, tuvo consecuencias históricas desastrosas para la humanidad. Más recientemente, Le Pen, el conocido líder de la ultraderecha francesa, repudió con suma insistencia en su última campaña electoral la doble nacionalidad, avanzando como premisas exactamente el mismo tipo de razonamiento que retoma ahora Luis Britto García en su artículo, a saber, que no se puede ser leal al mismo tiempo a dos naciones. En el caso de Le Pen, la abolición de la doble nacionalidad legal en Francia trataría de evitar la peligrosa (según él) lealtad al tercer mundo por parte de la población francesa de origen argelino y marroquí, mientras que en el caso de Luis Britto García la abolición de la doble nacionalidad en Venezuela serviría para evitar una supuesta y perniciosa lealtad al primer mundo por parte del venezolano europeo. Como puede verse, en ambos casos se conjuga la misma falacia, el mismo sofisma: que una doble lealtad no es posible en sí misma, que ésta no es más que un Caballo de Troya político, una hipocresía ontológica, un oportunismo geodésico. Sin embargo, tendríamos que preguntar al hijo o hija de emigrantes qué piensa acerca del carácter nato de su supuesta codicia depredadora, de la naturaleza esencialmente falsa de su doble arraigo en el mundo, de la promiscuidad irracional de su multi-etnicidad, de la concupiscencia de una multi-culturalidad congénita que lo incapacita para tener discernimiento justo en los haberes tanto relevantes como triviales de cada nación. Sería bueno apurarnos y preguntarle a estos descendientes de emigrantes, poseedores de doble nacionalidad, qué opinarían bajo una eventual condición de ciudadanos doblemente inferiores (por el hecho de tener dos patrias) a causa del maniqueísmo monocentrista y excluyente de semejante concepto retrógrado y reduccionista de Nación, como el defendido por Le Pen, y ahora también por nuestro (?) Luis Britto García.
Permítanme comentar algunas de las reflexiones fascistas de Luis Britto García (sí, aún cuesta creer que son suyas!):
"[Desafortunadamente acuerdo con nuestra Constitución] Personas con nacionalidad distinta de la venezolana pueden sancionar las leyes y dictar las medidas administrativas y las sentencias obligatorias para los venezolanos, mientras juegan a la vez en otro equipo político y son leales a otro país."
En realidad, un venezolano puede jugar en otro ("otro"... mm, esta palabra suena a democracia...) equipo político y ser al mismo tiempo leal a nuestro país. De la misma manera que puede ser leal a otro país y, por pura coincidencia del destino, jugar en el mismo equipo de preferencia de... Luis Britto García! Definitivamente, no podemos hacer revolución basados en este tipo de medias permutaciones que nos condenan, en nuestra defensa del proceso, al empleo de argumentos que sólo contemplan un lado de las cosas. El proceso no puede defenderse con sofismas, pues él mismo no es un sofisma. Esas personas que Luis Britto señala, parcamente, como de nacionalidad distinta de la venezolana y que pueden sancionar las leyes y dictar las medidas administrativas y sentencias obligatorias para los venezolanos, son, incidentalmente, también venezolanos! Y por lo tanto todo lo que puedan sancionar y dictar es, y será, aplicable indistintamente a ellos mismos. ¿...Entonces?
Continúa Luis Britto:
"¿Y entonces para qué nos independizamos?"
Diríamos que las invasiones, las dictaduras, el despotismo, el sometimiento y la barbarie siempre vienen de afuera. Yo tenía entendido que estas cosas no conocen fronteras, pero Luis Britto nos informa de lo contrario. O seguramente la paja en el ojo propio goza de privilegios de ciudadanía y no produce injurias como las que produce la paja en el ajeno (también Jesús se habría equivocado...). Pero he aquí la buena nueva "Brittanica" (...mm): Bolívar venció al imperio español, no para liberarnos del yugo, si no para cerrar la puerta definitivamente al curso complejo de la historia y hacer de la patria un búnker. ¿Y Miranda? ...pobre Miranda, ciudadano francés, ciudadano venezolano, ciudadano del mundo...
"El banquero López Bouza a la hora de pedir ahorros en Venezuela se fingía venezolano, a la hora de robarlos y no pagar prisión, se decía español."
Perfecto: henos aquí, sin más, frente a un delincuente cuyo fingir y decir no lo exoneran de su violación de la ley venezolana bajo ningún pretexto. ¿Pagó o no pagó por ello? Nueva figura jurídica.
"Carlos Fernández a la hora de llamar al cierre patronal era venezolano, y a la hora de evadir su responsabilidad era español."
Idem.
"Gracias a ello, y a los tratados contra la doble tributación, [los poseedores de la doble nacionalidad] tampoco pagarían impuestos."
Media verdad. Estas personas pagarían sus impuestos sólo en el país de residencia, la cual -ésta- no puede ser doble. Para no pagarlos en uno de los dos países el ciudadano con doble nacionalidad debe probar su ausencia del mismo por más de seis meses, etc...
"No se puede servir al mismo tiempo a dos patronos, a dos religiones, a dos banderas. Doble lealtad es lealtad a medias."
Servir a dos patronos, a dos religiones o a dos banderas en realidad no son cosas imposibles para el espíritu humano, aunque según los cánones de la mentalidad neo-liberal, capitalista, bi-dimensional y maniquea resulte imposible comprender que ser leal a una bandera no implica deslealtad a otra, o que el mundo no es una ponchera de países antagónicos, ni culturas en choque, ni en competencia. Para la visión capitalista, de hecho, la competencia, el choque es la medida de todo: el sometimiento de unos por otros, o el beneficio de unos a partir de otros. Su lógica es la de una fidelización extrema y autómata a los intereses propios por encima del bien ajeno e incluso a pesar del dolor y la miseria ajenos. El mundo visto y vivido según este esquema es un triunfo, una confirmación de poder, de dominio sobre la vida y el mundo. ¿Por qué no se puede venerar a dos o más dioses, como en el politeísmo de las civilizaciones antiguas? Respuesta: porque, precisamente, los dioses de hoy tienen también prohibido compartir...
"Como venezolano que he sido, soy y seguiré siendo, me resisto a que un extranjero me legisle, me administre, me sentencie, me represente o decida sobre mi destino y el de mi República. Amo y respeto a todos los extranjeros, pero opino que deben ejercer el poder político en sus propios países. Venezuela merece tener un gobierno de los venezolanos, por los venezolanos y para los venezolanos. Atentamente, Luis Britto García, venezolano."
Así termina el testamento de un autor erudito, prolífico y brillante, respecto al tema de la doble nacionalidad. Un apreciado escritor venezolano que a pesar de todas sus cualidades y condición de revolucionario confeso no ha logrado obviamente superar el estado dicotómico de la cultura que lo produjo y contra la cual cree rebelarse. Un autor que sólo puede ver en el venezolano con doble nacionalidad a un extranjero invasor, sin posible lealtad a la patria, sin legitimidad cultural ni derechos reales, sin poder político alguno. Alguien a quien este crítico, cabe notar, jamás llama en su artículo "venezolano".
Un intelectual para quien la doble nacionalidad no es más que una farsa, pero quien en realidad, pensando de esta manera, no hace más que reducir Venezuela, su propio país, a una especie de propiedad exclusiva del nativo simple. Monocroma y homogénea. Propiedad etnocrática al fin, con derechos reservados y a través de la cual éste individuo "depurado" hoy tendría que osar la re-apropiación su destino (sin importar que al hacerlo estuviese empleando los mismos preceptos del modelo que presume combatir en medio de su revolución: los preceptos del capitalismo).
Qué orgulloso futuro para una cierta Venezuela!
xavierpadilla@gmail.com