Si la copa América se ganara por el número de logotipos publicitarios en la franela o en la Chaqueta, ya nos pudiésemos considerar dueños de ese trofeo. Ciertamente Richard Páez es un campeón. A ningún otro entrenador se le hubiese ocurrido tal estratagema de comercialización. Quizás lo que menos importe sea lo que cobra el profesor Páez por cada logotipo de las empresotas que carga en el pecho; lo que si nos para el pelo es que la selección es una valla publicitaria de la más folklórica estrategia marquetinesca de compañías que en nada contribuyen al desarrollo de nuestro pueblo.
Tal vez a Richard Páez no le haga mucha gracia este comentario pimentoso, pero es que el profesor es muy risible levantando sus brazos, más para que se vean sus logotipos comerciales que para animar a sus muchachos. Además que con el aguaje, nadie le va creer que esté alentando a sus jugadores. Irremediablemente todo el mundo va a pensar es en su desespero por mostrar la mayor de veces posible las enseñas comerciales de sus clientes.
Nos animamos a escribir esta brevísima nota por que nos enteramos que la federación de Fútbol había ordenado el retiro de la Bandera Nacional de la malla de los arcos del engramado del estadio Pueblo nuevo en san Cristóbal. En principio lo comprendimos por que eran banderas de siete estrellas, y una bandera con siete estrellas es una bandera contrarrevolucionaria. Lo cierto es que la federación Alegó razones internacionales para no colocar nuestra bandera de ocho estrellas en las redes de las dos arquerías. Lo que nos dio risa y nos puso un poquito afrechos, fue ver a Richard Páez convertido en una valla humana, como más pendiente de los cobres de la publicidad, que de los jugadores.
Pero en descargo del profesor Páez queremos decir que se le ven “bellísimos” (1) los tropeles publicitarios en su espalda y en su pecho de mercachifle matando tigritos como entrenador de la selección nacional de Fútbol.
1 Adjetivo perteneciente al Poeta Edixon Rosales, y por lo tanto de su uso exclusivo