Clarificación indispensable. Me gusta el título de la novela de Joseph Conrad para la columna de hoy. Escribo con absoluta responsabilidad lo siguiente: Chávez es uno de los presidentes más honestos que ha tenido el país. El que repudia la corrupción, tanto la pública como la privada, con más fuerza. Lo hace por razones de principios. Por razones de carácter ético, y porque tiene la convicción de que el servicio público es un apostolado que no puede sucumbir a las tentaciones que acechan a quienes ejercen el poder. No tengo duda alguna acerca de la acerada voluntad de Chávez de enfrentar el flagelo. Los que tratan de manchar su nombre y de responsabilizarlo por los hechos de corrupción que ocurren son unos miserables. En el fondo sirven –o le hacen el juegoa los corruptos.
A los que desde el sector privado trabajan en connivencia con funcionarios venales del sector público. Que actúan de manera hipócrita, vendiendo la imagen de que están con un proceso revolucionario que, precisamente, tiene como postulado básico erradicar el poder de la corrupción. Un poder irreductible, continuado, con vida propia, que representa una realidad histórica y cultural.
Una terrible realidad. Pero así como le hago al Presidente este reconocimiento sin ambages, sin ánimo de congraciarme porque no lo necesito, quiero decir que hasta ahora –y lamento expresarlo, pero no puedo callar– la lucha contra la corrupción no avanza. Se hunde en la letal profundidad de la impunidad, como siempre ocurre a lo largo de nuestra historia.
Estamos en el corazón de las tinieblas. En una situación agravada por la lacerante contradicción que acentúa la magnitud del problema: tenemos en Miraflores a un Presidente honesto y, al mismo tiempo, un fenómeno de pudrición moral que persiste y cobra día a día más fuerza. En medio de la chismografía, de denuncias manipuladas y del universo de antivalores donde el tema se debate; donde lo que se busca es confundir a la opinión pública para alimentar el poder corrupto, afloran elementos que indican que la corrupción crece en vez de reducirse, que, incluso, permea peligrosamente instituciones y niveles populares.
Quiero plantearlo sin mencionar casos concretos –lo cual haré en próximas columnas– para no repetir en esta oportunidad lo que es una larga práctica de menciones sin suficiente sustento, o que teniendo algún asidero la confusión que se crea impide que prosperen las investigaciones y se sancione a los culpables.
Concluyo este comentario señalando que la lucha contra la corrupción es de todos: los que están en el gobierno y los que están en la oposición. Y, sobre todo, de los ciudadanos. Chávez, con la autoridad moral y el apoyo popular que tiene, esta obligado a liderizar una verdadera cruzada contra la corrupción, reformulando enfoques y utilizando nuevas herramientas para alcanzar logros concretos. Por tanto, por lo que él representa, por su liderazgo, y por lo valores que siempre ha defendido, debe proceder a fondo contra quien sea. Él lo ha dicho, pero hay que plasmarlo en la realidad. En esa terrible y confusa realidad donde cotidianamente estamos sumergidos y que, de pronto, nos asombra.
LABERINTO
No había razón alguna para que ocurriera el episodio de la maleta con 800 mil dólares interceptada en la aduana del aeropuerto de Buenos Aires, salvo que la corrupción esté de por medio, como en realidad lo está. Tanto los argentinos como los venezolanos que iban en el vuelo son sospechosos. Por eso la importancia de una rigurosa investigación para establecer el grado de responsabilidad de cada quien. Nadie me va a quitar de la cabeza que Claudio Uberti, mano derecha del ministro de Planificación argentino, Julio De Vido, está metido hasta los teque-teque en el asunto.
Lo mismo que el hijo del vicepresidente de PDVSA Uzcátegui. Meter en el vuelo fletado por ENARSA a un personaje como Antonini Wilson no es simple descuido. Más cuando ahora se sabe que el hombre ha viajado numerosas veces a Buenos Aires en lo que va de año. ¿Turismo? Yo te aviso.
¿También trasladó dinero en los otros viajes? ¿Dónde depositaría los dólares y qué destino les daría?...
En este caso, como en otros, hay que proceder de manera implacable...
Además tiene que servir de precedente. Imagínemos por un instante que en vez de dólares en la maleta hubiera varios kilos de cocaína. Que nada de extraño tiene en ese mundo de la corrupción...
Por cierto, ¿de dónde despegó el avión? Todo indica que del hangar de PDVSA en Maiquetía...
Y una conclusión es que el riesgo es muy grande como para no instalar severos controles de pasajeros y equipaje, sean funcionarios públicos, diplomáticos o quien sea. De lo contrario, en cualquier momento el país se va a ver envuelto en escándalos peores que el actual...
En mayo de este año, ante una denuncia sobre la crisis de DIANCA y la paralización de los trabajos de repotenciación en Puerto Cabello de dos submarinos, Sábalo y Caribe, y de tres fragatas, Urdaneta, Soublette y García, se movilizaron almirantes y personal de la Armada para aplicar correctivos y reiniciar el proceso. Pero pasaron los meses y la situación sigue igual. Nada se le ha hecho a estas unidades navales. ¿Qué intereses se atraviesan? ¿Compra de nuevos equipos o incapacidad de DIANCA? Resulta inexplicable adquirir varios submarinos cuando tenemos dos varados en un muelle aguardando reparación. Igual con las fragatas...
Ahora que Chávez presentó el proyecto de reforma constitucional, la oposición se molesta. Pero llegó la hora del debate democrático, participativo, que tanto se pedía.