Lunático en Marte(s)

El pasado domingo leía en la columna ” Marciano en Domingo”, su parte titulada “La corrupción”. Al terminar pensé que yo debía estar orbitando el planeta.

Discúlpeme señor Marciano, yo se que usted es una referencia nacional y está comprometido con el proceso, y quiero que sepa que estoy de acuerdo con todo lo demás que allí plantea. Pero no se trata de una simple desavenencia con su opinión, sino que no puedo permitir por mi formación y por mis cuatro dedos de frente, que se trate de simplificar la realidad con lo de una matriz de opinión de los medios golpistas. Cierto es que montan “ollas mediáticas” de modo que no pueden ser tomados seriamente como balcones de denuncia y si hicieren alguna verdadera, resultaría en la moraleja del cuento del lobo.

También la política oficial de comunicación es una debilidad en el proceso; siempre ha sido reactiva, dispersa y poco integral y más de una vez ha debido ser asumida por el propio Comandante en sus discursos y en su Aló Presidente.

Habrá entonces un limbo (a pesar de su abolición) entre la rocambolesca parvada opositora y el inerme aparato oficial de información. ¿Qué hay más allá? ¿Nada? Para cruzar el río hay que ir de orilla a orilla.

Cuando la gente salió a la calle el 11 de Abril del 2.002, no necesitó pruebas para saber que era un golpe de Estado. ¿No hay corrupción, porque no hay pruebas? ¿La existente solo se limita a lo que sale en Gaceta Oficial? ¿Han sido las sanciones correctas y ejemplarizantes?

Hay quienes ven con buenos ojos que un Gobernador sea delegado de una circunscripción de batallones. Nadie discute que tenga liderazgo. Si el Presidente lo hace, gana de calle ¿o no? Pero se trata precisamente de la no participación por ética, por moral, por abrir los espacios al soberano. ¿Como tildamos eso? ¿Hasta cuando sus acciones expresarán ejemplo y no se le parará bolas? ¿Acaso corrupción es solo embolsillarse los reales del pueblo? ¿Cómo es eso que si un diputado es llamado a un cargo en el ejecutivo, al dejarlo puede volver a ocupar su curul como si nada? Habrá muy buenas intenciones pero yo lo que veo es un traje a la medida. Si todo esto se permite, a partir de allí lo que suceda es insondable. Con esa naturalidad se institucionaliza la viveza criolla.

La deposición es cómplice de muchos vicios compatriota, sobre todo de la quinta columna y ninguna de las dos trabaja gratis o por el bien de la Patria. La reforma lleva en su médula un fuerte componente anticorrupción y es necesario que el poder popular enfile sus baterías contra la podredumbre cultural de los neo adecos y otros especimenes enquistados en la revolución. Es contraria a los principios revolucionarios la aquiescencia hacia tales actitudes. Eso hay que hablarlo y discutirlo sin prejuicios, pues la revolución debe ser capaz de exprimirse sus propias pústulas y no esperar a que un doctor le diagnostique la enfermedad cuando ya esté cundida de llagas.

¿Que piensa alguien cuando ve a un funcionario montado en un carro que no se corresponde con su sueldo? ¿Como se siente una familia que aguanta palos de agua y resolanas esperando una casita prometida hace año y medio y quien se la prometió tiene un “penjaus” que ni pujando los reales lo compraría? ¿Desapareció del mapa político la figura del testaferro y del alto, alto pana contratista? Si todo es así de simple debe ser que yo estoy en la Luna.


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Plácido R. Delgado


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