Desagravio a Guaicaipuro

Una vez más comenzaré por manifestar que estoy resteado con Chávez,
aunque no comparta ciertos modismos o actitudes de la etapa actual. Total,
las modas son frívolas y cambian al vaivén de los caprichos, en tanto que
los cimientos de una revolución socialista deben tener la firmeza de la
Piedra del Medio, que resiste desde hace siglos, y resistirá por muchos más,
los embates del poderoso Orinoco.

Por ejemplo, no estoy de acuerdo con que mi admirado comandante
incluya en el texto constitucional algo tan absolutamente innecesario como
la obligación de llamar a Caracas ³cuna de Bolívar y reina del Guaraira
Repano². Que yo sepa, la capital venezolana tradicionalmente ha sido llamada
³Cuna del Libertador² y también ³Sultana del Avila².

Claro está que no siempre la tradición debe considerarse como
fuente del Derecho o de la Ley, pero lo contrario no es recomendable, es
decir, imponer por decreto algo que va contra una costumbre establecida.

Eso de Cuna de Bolívar, así, a secas, sin ni siquiera llamarlo
Simón, no resulta tan elocuente como Cuna del Libertador, título que
enaltece a nuestro héroe y a la ciudad que lo vio nacer. Así mismo la
denominación de Guaraira Repano, nombre indígena de la majestuosa montaña
que ampara al valle de Caracas, sustituyendo la de Avila, como la conocemos
desde hace más de 400 años, constituye un exabrupto que evoca al de quienes
derribaron la estatua de Cristóbal Colón para celebrar un 12 de octubre o
³Día de la Resistencia Indígena². A estas alturas el nombre tradicional del
Avila es tan criollo como el de la misma Caracas y ambas denominaciones
estarán vinculadas per sécula seculorum.

En cuanto a los nuevos billetes emitidos por el Banco Central de
Venezuela, debo expresar satisfacción y complacencia ante la feliz
iniciativa de promover la conciencia conservacionista estampándoles figuras
de ejemplares de la fauna vernácula en peligro de extinción. La iniciativa
es realmente afortunada y por demás instructiva, empezando por el suscrito,
que no tenía la menor de que existiera un oso frontino.

Lo mismo pienso sobre la promoción a nuestros parques nacionales,
zonas privilegiadas de esta Tierra de Gracia, que debemos conocer, visitar y
cuidar celosamente, para que las generaciones futuras puedan disfrutarlas al
igual que nosotros. Margarita resultó favorecida con el paisaje de la
Península de Macanao y la tortuga de carey, perteneciente a la fauna
insular.

También aparece Luisa Cáceres de Arismendi, joven caraqueña que
llegó a la Isla y conquistó el amor del general Juan Bautista Arismendi a
quien desposó para convertirse en margariteña de corazón. Se trata de un
justo homenaje a la participación de la mujer venezolana en la gesta
libertaria.

De igual manera alabo la inclusión del cacique Guaicaipuro entre
los personajes que forjaron nuestra nacionalidad. Sin embargo considero una
desgracia que la estampa del bravío cacique en los billetes de banco
provenga de un cuadro de Pedro Centeno Vallenilla, artista que, por virtuoso
que fuera, pintaba a nuestros caciques como efebos amariconeados.

Si bien la memoria de Guaicaipuro debe ser preservada, un indio tan
indómito y arrecho no merecía que le echaran esa vaina.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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