La praxis política del momento presente desnuda verdades y muestra en toda su esencia la escasez de proposiciones por parte de los enemigos de la revolución. Pareciera que la pluralidad de pasados se junta y se descompone, dejando ver una estela de fragmentos putrefactos que a pesar de sus caracteres antagónicos han generado en mutación, dando nacimiento a una perversa corriente de pensamiento entremezclado con el terrorismo, el fascismo y muy alejada de las fuentes democráticas. Así hundida en la miseria del discurso intolerable, esta corriente de extraña progenie, prostituye la lucha democrática y fragmenta la realidad.
Sin embargo, a pesar de la entropía de los sujetos opositores, avanzamos hacia la reforma constitucional, impulsada por un pueblo con clara visión política y un proyecto democrático que se refuerza y consolida con la dinámica fulgurante de todos los días. Los acontecimientos estructurales y coyunturales que han ocurrido en el país desde aquel 6 de diciembre del 1998, sincronizan en un proceso que empuja hacia el encuentro definitivo con la democracia del pueblo, con la democracia socialista. Esta experiencia que se vive en Venezuela representa una referencia importante que empieza a tomar cuerpo en América Latina, abriendo las compuertas para que las voces olvidadas, excluidas y oprimidas comiencen a cantar las estrofas del sí revolucionario.
Así avanza el proyecto político propuesto por Hugo Chávez y respaldado por millones de venezolanos. A pesar del consenso conspirador y la negación de los logros del gobierno, el apoyo popular se consolida y con ello el proyecto revolucionario. Atrás han ido quedando las nubes grises y los caminos inventados. Durante cuarenta años estuvimos trajinando en la democracia de fachadas, entre la cultura de la miseria colectiva, el discurso miserable y la esperanza de todo un pueblo, que a pesar de los embates, esperó siempre con paciencia y dignidad el nacimiento de una nueva patria.
Con la llegada de la revolución muere una etapa y nace otra, cuyo símbolo es la apertura del pueblo hacia los espacios de la participación. Desde entonces el ideal de democracia y libertad ganan terreno, adentrándose en los rincones de la patria y el corazón de muchos venezolanos.
A la luz del análisis politológico y enfocado desde la metodología propia de la ciencia política, el discurso opositor pensado y manejado por los “cerebros” de la derecha más que incongruente resulta estúpido y vacío de contenido.
La ceguera mental de los sujetos opositores es desconcertante y tercamente se empeñan en no aceptar que su tiempo ya es de ultratumba y donde las posibilidades de volver al poder lucen cuesta arriba. Por más patadas que den al ataúd, no volverán; pues su esencia ya fue enterrada y sin derecho a resurrección. Recojan sus espíritus malvados y acepten que el proyecto político liderizado por Hugo Chávez goza de buena salud. Llegó la campaña, ahora vamos rumbo a la reforma constitucional.
*Politólogo
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