En estos momentos, 07 de diciembre de 2007; han pasado cinco días de haber concurrido a votaciones por la reforma constitucional de mi país; a fin de subsecuentemente, consolidar el proceso revolucionario socialista. Y por vía legal; -protagónico-. Con la anuencia del soberano, -sumar a la captura del gobierno, la gerencia del poder- Todo asombrosamente y a despecho de la derecha fascista: -sin disparar un tiro- No fue así –lamentablemente-; y sin maquillar semánticamente el calificativo del evento; debemos admitir los adversos resultados del mismo, y en consecuencia; como ley de contrarios, alimentarnos en la derrota.
Imperativo es; digerir, internalizar; asimilar, que un grueso sector de los Venezolanos, “adeptos a los cambios revolucionarios” o no votaron por el SI; o se abstuvieron -¿Irresponsablemente?- no lo sabemos. Dando al traste por ahora, con la luminosa esperanza de concretar. Sumar logros en este inédito proceso político que los Venezolanos ante los ojos del mundo y sujetos pulcramente a los parámetros del juego democrático, -asumimos, aupamos, defendemos y queremos tercamente alcanzar-
Perdimos las votaciones por la reforma constitucional. Y en mi caso personal trato de recuperarme del abatimiento. Del estado anímico; y la desazón. Del pesar. Del duelo. De hundirme reflexivo, en cuanto a los quehaceres y las inconsecuencias del ser humano. De por que, las multitudes se eluden. De por que el sector trabajador; el hombre humilde de a pie. Eternizado, alienado, inconsciente de sus realidades concretas y objetivas ante el mundo que le rodea. Martirizado en el proceso de explotación en las líneas de producción y/o dependencia laboral por parte del capitalismo excluyente y voraz, esquivan los llamados a eventos históricamente relevantes y de dignificacion. Niegan mezquinos su valioso concurso. Anulados; ausentes, dan la espalda a los llamados de la patria. No se abrazan con lo grande. Con lo noble, con lo solidario. -Y por que no-; no se abrazan al llamado que luego de postergadas centurias consolida en nuestro país, garantiza y reafirma como nunca; sus intereses económicos, sus avances en el batallar por la redención y concreción de la esperanza. Su empoderamiento en los avances educacionales y de participación política. Sus innegables logros y accesos de indexadas y oportunos pago de pensiones. Pagos de pasivos laborales luego de años y años no satisfechos, etc. En fin; el luminoso porvenir para si, los suyos, y todos los que moramos en este maravilloso trozo de tierra La patria grande, hermosa y bella – La Venezuela Socialista - que ya no atisbamos como una utopía. Sino como posible de realización concreta.
Confesamos corajudamente; estar abatidos. Confundidos. No obstante nuestra azarosa existencia que nos ha permitido conocernos, conociendo a los demás; -Nos sorprenden repetimos; los aconteceres del ser humano. Nos retrotraemos y ensimismamos de nuevo en la lectura de Hobbes en su Leviatán; donde sin pretensiones pero conciso, -con razón, o sin ella- subsume y desnuda la naturaleza humana. Nos hundimos de nuevo en la tragedia de los Miserables de Víctor Hugo, y tenemos que admitir que la conducta de los que juegan a la canalla. Nos confunde y atormenta.
Las reflexiones anteriores; por lo riguroso y serio del tema. Al confrontarlo con el quizás poco sensato titulo del presente articulo. Imagino llamara la atención de algunos de mis lectores. Y entiendo que tácitamente se hace necesario explanar que tino y/o desatino guarda en orden lógico; -si es que lo hay- con la conducta asumida de propios y extraños en ocasión a las votaciones de afirmar o negar, las reformas a la constitución presentada por nuestro presidente y honorable congreso nacional. Es por esta razón a fin de despejar la incógnita del caso, y a propósito de la por ahora debacle en las recientes elecciones ya ampliamente comentadas; que en el transcurso de estos poquísimos días, numerosos amigos, compatriotas y camaradas se han acercado a mí, trayendo numerosas reflexiones sobre lo sucedido. Debiendo admitir que irónica pero dolorosamente como una puñalada en los sueños y las esperanzas; que la explicación y/o motivación que mas se aproxima a la cuasi realidad, es; por descabellado que parezca; el hecho derivado, de una franca conversación entre un humilde revolucionario Chavista de la parroquia de Antimano; un dirigente y bien remunerado burócrata, compatriota revolucionario y comprometido Chavista Socialista. Y dos Gallinas caracterizadas por su valor de uso y/o valor de cambio.
Rudencio, si tú tienes dos apartamentos ¿Qué harías por la revolución? - Hermano del alma; uno seria para mi, y otro para la revolución -. ¿Y si te pertenecieran dos empresas? Camarada por favor; una para mi y otra para la revolución. Imagínate Rudencio, que fueras el dueño de dos exitosos bancos; -inquiere de nuevo nuestro humilde Chavista de Antimano; ¿Qué harías Rudencio?; -Entiendo Compatriota que quiere medir mi estado de conciencia revolucionaria; pero le responderé sin dubitación absoluta; sin pensarlo. Un banco seria para mi, y otro para la revolución. Y si en el corral de tu casa Rudencio, en tu patio, fueras propietario de dos gallinas y la Revolución no las necesitase; sino tu vecino en estado de hambruna y desesperación, ¿Qué harías? -El silencio fue largo. Ilógicamente prolongado- y al inquirir el interlocutor el por que de la tardanza en la respuesta, nuestro Rudencio, nuestro socialista, nuestro hombre nuevo y solidario rascándose la cabeza y profundamente reflexivo contesto: Carajo querido compatriota; me compromete. -Pero por que Rudencio-; ¡Es que las dos gallinas si las tengo!
Allí doloroso es cuestionarlo; radica en gran parte nuestra derrota en las pasadas elecciones por la reforma constitucional. Miles de “Chavistas”; “Camaradas”; “Compatriotas”; “Mujeres y Hombres Comprometidos con el Proceso”. Burócratas de quince, dieciocho y/o más groseros e inmorales millones de Bolívares de sueldo mensual en el aparato público; e innumerables oportunistas inmersos en el aluvional proceso emancipador. Reflexionan: Estoy con el proceso. Soy Chavista. Revolucionario., Ñangara. Pero pinga; que no toquen mis intereses. Esta puñetera reforma los toca y ni por el carajo que la apruebo – Es allí; por aberrante que se nos antoje donde esta parte de nuestra tragedia moral.
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