El hombre culto que fue Cipriano Castro y que casi nadie conoce

A finales del siglo XIX, en aquella tierra de muerte y horror fue surgiendo un hombre de determinaciones nacionalistas. Era músico, gran bailarín, estudioso, guerrero, inteligente, un político con garra.

Don Cipriano Castro[1] había estudiado música con los maestros: Rafael María Sarmiento y José Consolación Colmenares. Éste último era del pueblo de Pregonero. Castro estudió violín, tocaba la flauta y la trompeta, y en los años del exilio se ganaba la vida dando serenatas y tocando en las fiestas. Uno de los personajes poco estudiados de esta época, es Obdulio Cacique (bombardinista y músico de la Banda Los Cachacos), quien fue su amigo hasta el momento en que por cuestiones políticas, ambos terminan en bandos contrarios y acaban enfrentándose en el pueblo Libertad. En ese enfrentamiento muere un tal Evaristo Jaimes. Algunos dicen que fue en este momento cuando se conocieron Castro y Juan Vicente Gómez, ya que este personaje de Evaristo Jaimes venía siendo padrino de confirmación de Gómez. Refiere la historia que habiendo tomado Castro poder en el pueblo, Gómez le pidió permiso para enterrar a su padrino.

Tanto Obdulio Cacique como Castro, fueron dirigidos por un gordo camaleón de la época llamado Ascensión Niño. Este señor Ascensión era Procurador General, y había sido muy amigo de Antonio Guzmán Blanco, y pudo sobrevivir cincuenta años en la poliquería, desde 1870 hasta los turbulento días de 1918, cuando muere a causa de la gripe española.

Obdulio, muere a los 36 años dizque de un infarto. Dicen algunos que fue mandado a envenenar por el famoso Pablo Peñalosa, dentro de las intrigas de la época. La muerte de Cacique causó tanto revuelo que se publicó su autopsia por la prensa, firmada y convalidada por nueve médicos. Obdulio era más disciplinado, mejor militar y político que Castro; Castro era más rebelde.

Existe una gran relación entre la música y el poder, una tesis que ha trabajado con mucha dedicación el Dr. Luis Hernández Contreras. “La música es el único elemento estético que aquellos hombres asimilaron para sí. El tocar el Himno, el rendir los honores, da a estos hombres una sensación de poder diferente a las otras artes estéticas. No se podía rendir honores con una exposición de pintura o con un cuerpo de danza. Cipriano Castro y otros cuatro tachirenses más, llegaron a ser presidentes del Táchira y músicos profesionales: Castro, Ascensión Niño y Jesús Velasco Bustamante (cuñado de Cipriano Castro y quien escribe en formas musicales superiores, es decir, no valses y bambucos sino fantasías y obras de mayor envergadura). Cuando Castro parte triunfante a tomar el poder en Caracas, lo acompañan muchos músicos, además de Ascensión Niño, Agustín Arias y otros que tocaban el violín y el órgano en la vieja iglesia matriz[2]”.

También Castro era administrador de un periódico, llamado El Álbum, que se hace en Rubio en 1878, poco conocido. En los años en que imperaba el gobierno de Ignacio Andrade, se hablaba de un don Cipriano Castro que se encontraba enfermo en su hacienda de Bella Vista. Eso lo reseña un periódico llamado La Probidad, de 1887, que lo dirigía Samuel Niño.

No se sabe, hasta qué punto Castro aceptaba la anexión del Táchira como sección del gran Estado Los Andes. Porque él llega a ser gobernador del Táchira cuando la capital imperaba en Mérida, en los años cuando su futuro enemigo Carlos Rangel Garbiras era su aliado. Pero al mismo tiempo, antes de 1899, lo vemos entregado a su afición por las zarzuelas, por las arte en particular, y por allí cultivándose en el trato con muchos hombres que posteriormente le serán útil a la hora de emprender su campaña hacia la capital. Cuando definitivamente parte en esa campaña, deja a su hermano Celestino, encargado de la responsabilidad del Estado y de que no se olvide del pago a los músicos de la banda.

Cuando se celebró el Centenario del Nacimiento del Libertador, Castro era jefe civil del Distrito Bolívar, y se realizaron unos actos, entre ellos la erección de El Obelisco de San Antonio. Uno de los contribuyentes fue el propio Cipriano, como empleado municipal y colaboró con 25 pesos. El otro de los personajes que dirigía las festividades era Juan Vicente Gómez.

No cabe duda, de que esa posición tan nacionalista de Castro le viene de su sensibilidad artística, de su cultura y gran apego por su tierra. Con esa sensibilidad se incorpora a los ejércitos que comandaba Sacramento Velasco, de Capacho; allí lo acompaña otro excelente soldado llamado Buenaventura Macabeo Maldonado. Castro es simplemente para esa época, con 21 años de edad, de finales de la década de los setenta, un coronel de montoneras. En una de esas escaramuzas que se dan, llega a triunfar sobre Espíritu Santos Morales, su archienemigo, posteriormente reivindicado, en un periódico llamado Pío Gil, publicado en San Cristóbal en 1936 y que dirigía el doctor José Ramón Rangel, el padre de Domingo Alberto Rangel. En tres distintas oportunidades, Castro vence a Espíritu Santos Morales.

Castro formaba parte de un grupo que chocaba con la sociedad civil pujante de San Cristóbal, de fines del XIX. No es de los que participan de las empresas y de ese impulso liberal como el Ferrocarril del Táchira, el Teatro Garbiras, lo que después fueron el Club Táchira y el Salón de Lectura y la Banda Sucre. Castro fue un empleado de la Botica Alemana, en los años en que se viene fracasado (porque no termina los estudios) del Seminario de Pamplona. Debieron ser éstos los años claves de su aprendizaje: cuando adquiere un rigor prusiano, y una admiración por el estilo de vida que hacen los comerciantes alemanes en San Cristóbal. Estilo que imperó en el ornato, y en la difusión de toda una cultura. Porque el período de Castro en Cúcuta, exiliado, del fracaso de la revolución legalista, no ha sido estudiado; son esos años que van del 1892 a 1899.

 

Castro se hacía pasar por liberal pero se nutría, para llevar adelante su causa, de unos artículos interesantes que escribía Pedro María Morantes (el famoso Pío Gil), titulados “Andinismos”, en los que se buscaba la separación del Táchira del Gran Estado Los Andes. Entonces en lo político se vivía una época de gran anarquía, masacres, asesinatos sin culpables.

Para 1897, Castro era el hombre de mayor prestigio del Táchira. Y los tachirenses buscaron en él al héroe que los vengara de muchas humillaciones sufridas y que no habían podido ejecutar ni Juan Pablo Peñaloza ni Obdulio Cacique. Pero todo este proceso que acaba llevando a cabo Castro, en lo concerniente al Táchira, produjo un gran retroceso, porque cuando la sociedad civil estaba comenzando a motorizar por sí misma los grandes cambios, vino el Estado y se convirtió en un descomunal aparato dadivoso. Todo el mundo esperaba una ayuda del Estado, y así fue con la casa y la banda municipal, con las compañías de zarzuela, con todo.

Una vez que Castro toma el poder nacional quiere una Constituyente para todo: asambleas constituyentes para los estados y hacer constituciones en cada estado y, claro, elaborar una revolucionaria Constitución nacional. Comienza con un equipo de jóvenes que no pasaban de los 35 años, de modo que se perfilaba como un plan diseñado para gobernar unos cuarenta años.

Para la exposición del Táchira del año de 1906, inaugurada por Zoila, la esposa de Cipriano, se muestra por primera vez a todo el ambiente cultural de la época y la banda que amenizaba los conciertos era la “Banda Castro”. Fueron ritos de exaltaciones al valiente Castro: valses, bambucos, marchas de Alejandro Fernández, de infinidad de compositores venezolanos que escribieron loas musicales al hombre victorioso. Hay valses cuyas partituras hoy se conocen: “Siempre Invicto”, “A la Victoria”, “Zoila”, etc. Los músicos tachirenses han sido dados a componer cantos a sus gobernantes, al único que casi no le escribieron fue al general Gómez, sin embargo un músico que luego fue hecho preso en la Rotunda, y murió bajo la tortura del gobierno de este tirano, José María Rivera, escribió: “Marcha Homenaje al General Eustoquio Gómez”.

E gobierno de Castro es el primero en poner orden en el Táchira, en lo social y jurídico, en el establecimiento de las instituciones políticas, como presidente de Venezuela, mandando a través de sus familiares.

Intelectuales y políticos como Vargas Vila, José Federico Bazó, Teodocio Belandia Sánchez (ingeniero bogotano, masón) y Rafael Núñez, ejercieron gran influencia en él. Vargas Vila vivió en el Táchira. Por influencia de estos colombianos Castro acaba haciéndose anticlerical.

Pedro María Morantes fue uno de los redactores de la idea Restauradora, en un periódico que se publicaba en San Cristóbal y que lo dirigían Lucio Valdés y Eligio Constantino Guerrero quien luego fue Procurador del Estado. Este último fue un personaje clave de Castro que luego pasa a servirle a Gómez. Entre los políticos tachirenses de esa época surgieron mucho traidores. Puede decirse que casi todos los “restauradores” se volvieron “rehabilitadotes”.

En Caracas, Castro se deja embeber en ese ambiente de zarzuelas y de compañías, de opereta y cupletistas: Eso acabó siendo su perdición.  Encargado de la Presidencia, Castro no ejecutó más, pero siempre estaba pendiente de la música. Es más, el valse de Vicente Cedeño “Castro en Margarita”, tenía el nombre de una novia de Vicente con la cual él se había peleado; pero cuando Castro va a Margarita, y oye el valse, le dice: “Oiga ese es un valse con introducción tres partes, dos menores, una mayor y una coda”. Y le pregunta a Vicente: “¿Y cómo se llama el valse?”, y es cuando él decide responderle: “Castro en Margarita”.

La invasión del oligarca Manuel Antonio Matos contra Castro, viene siendo una copia exacta de la guerra también mundial contra el Presidente Hugo Chávez. Como veremos, sólo dos Presidentes nacionalistas tuvo Venezuela entre ese largo período que va de 1830 y 1998: Cipriano Castro e Isaías Medina Angarita

En esa campaña atroz que se le hizo en Estados Unidos caricaturizando a Castro como un asqueroso mono es idéntica a la que se diseña cuando con Chávez tildándole de macaco balbuceante.

La gran diferencia fue que Chávez no se ha dejado atrapar por la vieja burguesía, ni ha sido presa fácil de las hembras, lo que más perdió a Castro. Cuando los grandes poderes internacionales consiguieron desacreditar a Castro, entonces ledieron “el tiro en la nuca”. El Departamento de Estado se buscó a Gómez y lo atornilló en el poder, para así mejor robar y estafar a Venezuela. Entonces fuimos durante más de cuatro lustros, el mayor paraíso de América Latina para los inversionistas extranjeros. Hay que reivindicar la figura de Cipriano Castro, despojarla de los horribles trajes con que nos los pintó la gran prensa internacional, y porque además el Castro que los venezolanos conocemos ha sido tendenciosamente manipulado por intelectuales como Enríque Bernardo Núñez, Mariano Picón Salas y el propio Pío Gil, como el resto de la élite intelectual y académica que le aduló miseablemente a Gómez.


[1] Todos estos datos sobre Castro, casi desconocidos se los debo al Dr. Luis Hernández Contreras, en una entrevista que concedió en el año 2000, y que fue publicada en el semanario La Razón.
 

[2] Ut supra..

jrodri@ula.ve



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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