¿Sirve para algo la inteligencia?
Entonces tenía en la cabeza la idea del destino escrito:
"lo que tiene que ser serà",
que todo lo que me ocurría era porque estaba ya asignado
y no podía hacer nada para evitarlo.
(Sacado al azar de este blogspot: http://www.lacoctelera.com/despistada/post/2007/04/03/libertad)
Examinó en lo más recóndito de su infuncional cerebro, intentando encontrar algo parecido a una idea. No estaba acostumbrado a pensar. Lo único que le producía satisfacción parecida a la del sexo era el dinero, ganar dinero, acumular dinero, de la manera que fuera. Desde pequeño como todos los niños, a lo mejor tuvo sueños. Pero en algún lugar del camino se le perdieron, se le extraviaron y la cabeza no le dio para salir a buscarlos dentro de la maraña de neuronas que poseía. Naturalmente que la escuela la aburría una enormidad. Y se decía, ¿y eso de aprender para qué?. Las matemáticas, la literatura, la historia, que aburrimiento.
Observaba a su alrededor y veía peñas hípicas, ventas de terminales, bares con putas o sin ellas, y aparentemente, la gente se sentía feliz de hacer eso, ¿y por qué él no?. ¿No es eso lo que llaman cultura? Hacer lo que se hace según lo que te han enseñado a ser o hacer, o algo así.
Lo cierto es que viviendo en una ciudad petrolera, solo había un sueño que no se había extinguido, y que le acompañaba a todas partes: trabajar para la compañía, porque ahí si había billete, para darse los placeres más exquisitos: jugar, beber y mujerear. Por lo menos sus instintos le apuntaban a la heterosexualidad. Lo primero que hizo fue buscarse a un sindicalista y le pagó el precio acordado para entrar a trabajar. Naturalmente que los primeros sueldos se le fueron en pagarle al prestamista. De ahí para adelante: ¡A gozar la vida!
Y para no ser menos que los demás, acumulo lo que llaman la lipasa, mejor conocida en el lenguaje coloquial como barriga. No menos grande que la de los demás trabajadores, a las chicas con tal que uno tenga plata, no les molesta la gordura, total ellas también se ponen gordas,
Pero sentía que algo le faltaba, y se le fue incrustando el gusanito de la política. Total para ser político no hace falta inteligencia, el alcalde de la ciudad tiene muchos años siéndolo, manejando unos veinte verbos, entre ellos: jugar, bicicletear, banquear, viajar, beber, c..ar, tracalear, mentirear, engañar, burlar, comprar (conciencias y votos), mamar, disfrutar, y otros poquitos.
Total, como hay que adaptarse a las circunstancias, llegó un tipo por ahí hablando de revolución, y como para allá cogieron todos, para allá es que es. Y se metió a la profesión para la que aparentemente no se necesita ni saber hablar, ni leer, ni esas cosas que impliquen intelectualidad.
Empezó por el sindicato petrolero, escalando posiciones, vendiendo cartas de trabajo, y todas esas cositas que forman parte de ese submundo. Al cabo de un tiempo era ya referencia para quien quería obtener ciertos favores, a fuerza de brindar whisky de 18 años, a ciertos personajes de la política se fue haciendo conocido. Naturalmente que uno de los medios fundamentales, son las peñas hípicas. Ahí se encontraba lo más granado de la “personajería” de la ciudad. Se aprendió las mañas, el lenguaje, dos verbos más que el alcalde: Revolucionar y socializar, es decir, autoproclamarse socialista, aunque no sabía quién coño eran Carlos Marx, ni Lenín, lo único que sabía es que tenían barba, y claro, Fidel Castro, el dictador de Cuba, claro, eso lo pensaba pero no lo decía, además de las frases: “Viva Chávez”, “rodilla en tierra” y “Daría hasta mi vida por esta revolución” y una serie de discursos encendidos llenos de lugares comunes, ya ustedes los conocen.
Y por debajo de cuerda, la acumulación de dinero, y sobre todo, la mezquindad, no ayudar al prójimo, aunque me proclame socialista, “guevones todos, yo me he jodido mucho para ganarme mi platica y no la voy a compartir con ningún pedigüeño que ande por ahí, por más necesitado que esté, que se joda como yo, si quiere tener”. Mientras Chávez esté en el poder, yo seré chavista, cuando se vaya Chávez, seré cualquier “…ista”, como sufijo del apellido que lleve el nuevo líder. Muerto el rey, vida al rey, he oído decir a algunos más sabihondos que yo en las peñas, “entre palos y alegría”.
“Verga, que sabroso es tener plata, y que todos los demás pendejos te jalen bolas. Ni en mil años trabajando iba a tener lo que he tenido gracias a mi don, los que más saben dicen que se llama “habilidad”. De lo que si tiene que desprenderse uno, es de eso que llaman “escrúpulos”. No se que es, pero debe ser el pequeño remordimiento que me daba cuando jodía a mis primeras víctimas, pero eso se le va quitando a uno con la práctica”
“Tengo dinero, pero me siento vacío. Se que prefiero perder el dinero jugando caballos, a tener que dárselo a alguien necesitado. Me siento vacío. Yo creo que ese vacío se puede llenar, si puedo llegar a alcalde.”
(*)Un pendejo más de esta Tierra de Gracia
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