Mire usted que oigo, leo y me entero de tantas opiniones que difieren entre si al tratar algunos aspectos sobre esta revolución. Está claro que coincido con algunas de ellas y más aún cuando observo que existe una inquietud manifiesta por el incierto destino que nos depara el porvenir. Es natural que esto suceda, en un país donde las autoridades se ríen con frecuencia de las denuncias que se hacen a través de la radio, prensa y TV, y no se obtiene un verdadero resultado positivo. Me pregunto, ¿entonces para que se hacen?
No viene al caso señalar
en este artículo, aspectos sobre la corrupción existente, ya lo he
hecho muchas veces. Y al fin y al cabo para que, si no se condenan,
parece que hay un miedo profundo que impide aplicar la ley con fuerza
o más bien una complicidad oficial a todos los niveles.
Y que podemos decir acerca de la impunidad creada por el mismo oficialismo cuando, hace su apertura y abre sus tratos amistosos con aquellos que hasta ayer se les consideraban enemigos.
Parece ser, que existe una
dualidad de posiciones que va marcando el paso de acuerdo a una conveniencia
previamente establecida y cuyo alcance nos es aún desconocido. Lo que
si es cierto, es que esa bendita conveniencia ha ido matando los principios
que alguna vez fueron enarbolados como estandartes del proceso revolucionario.
He aquí lo que podríamos llamar sin ningún tipo de dudas la revolución
chucuta.
Lastimosamente, mayoritariamente, los que deberían de dar un paso adelante en la búsqueda de soluciones efectivas y revolucionarias, para avanzar hacia el verdadero socialismo, CALLAN y otorgan.
La denuncia sin resultados
concretos es una utopía, ya que no alcanza nunca su objetivo original
y todo se diluye como un grano de azúcar en un vaso de agua. Desgraciadamente,
no existen aún las condiciones que permitan un verdadero liderazgo,
necesario para la construcción del socialismo en nuestro país. La
gran mayoría de sus dirigentes juega un papel tímido y acomodaticio
que conduce a la divagación. Así es imposible resolver los graves
problemas que tenemos y se impide el avance revolucionario.
Veamos esto, he notado con
preocupación, que existe un temor manifiesto por parte de las autoridades
del Estado, de que pueda constituirse o que ya exista un verdadero movimiento
separatista en el Estado Zulia. No alcanzo a entender el porqué de ese
temor, cuando después de más de 8 años en el poder, la revolución
ha debido crear los mecanismos para evitar semejante aberración, y
si no lo ha hecho aún, pues créelos!!
Este es un tema que debiera ser tratado por cada venezolano que sienta algo por el país, y no cualquier venezolano que aquí haya podido nacer, como los apátridas.
Pero no sólo tratado, sino expresarlo también con valentía y no callar cobardemente.
En mi opinión, considero que
el tema se ha puesto a un lado por parte del Ejecutivo y de la Asamblea
Nacional, no se le ha dado la debida importancia y seriedad, y no se
ha tenido el valor suficiente para enfrentarlo. Es obligatorio, impulsar
y aprobar una nueva ley que contemple esta situación y defina muy bien,
cuales son las verdaderas atribuciones de los poderes regionales.
Un gobernador o sus alcaldes,
no pueden ni deben crear constitucioncitas que puedan favorecer la aparición
de movimientos raros que atenten contra la estabilidad de la Nación,
y no sólo eso, se deben penalizar estos señores con todo el peso de
la ley. Se que estas palabras causan rubor en el seno de muchos funcionarios
del Estado y no entiendo el porque. Hasta en la iglesia por un mal comportamiento,
se penaliza al pecador con una penitencia. He llegado a la conclusión
que el derecho penal que tenemos ha avanzado demasiado y no permite
el castigo severo para el delincuente por hechos de traición a la patria
e impunidad.
Si a un gobernador o alcalde,
por ley, no se le asigna dinero para que haga con él lo que le da la
gana, sino que se establezca que el mismo sea asignado a través de
contratos transparentes previamente justificados por el gobierno nacional,
controlados y cancelados por el Estado de acuerdo a su avance, tenga
usted por seguro que se disminuye la corrupción a favor del pueblo.
¿No se que pensará el ciudadano Presidente de la República al respecto?
Si un gobernador o alcalde,
desea hacer negociaciones con el exterior, en primer lugar tendría
que requerir el aval del organismo competente y segundo el de la Asamblea
Nacional para obligar la negociación a la supervisión del gobierno
nacional. Además, se impide cualquier tipo de negociación que pueda
poner en peligro la integridad de la República.
Por otra parte, y es muy importante,
el ejercito bolivariano debe tener la facultad otorgada por todos los
poderes públicos que le permita impedir bajo cualquier circunstancia,
algún brote de insurgencia para dividir el país, venga de donde venga.
He allí algunas ideas que me he permitido exponer, de usted las suyas, escriba o proponga si tiene la posibilidad de hacerlo. Hágalo y recuerde que la cobardía es mala compañera, con ella no se salva la República.
¿No es así señor Presidente?
alexriver870@hotmail.com