He leído con preocupación el artículo del compatriota Carlos Barreto Caballero “Avance de la narcoguerrilla en Venezuela” publicado en Aporrea el día 5 del presente mes. Allí se expresan opiniones del politólogo Darío Azzellini acerca de la situación que se está presentando en nuestro país por causa del paramilitarismo colombiano.
En el mencionado artículo, se dan a conocer las diferentes formas de actuar de estos señores del crimen, en los barrios penetran con negocios inherentes a la economía informal, aunados a la venta de licores y distribución de drogas y, cuando se trata del campo adquieren fincas que permiten el resguardo de su mercancía y de estos asesinos.
Esas estructuras paramilitares en los barrios, siempre tendrán un componente delictivo local al cual van fortaleciendo paulatinamente, hasta prepararlos bien y armarlos para que actúen en el momento determinado. Con motosierras y todo.
Tal situación obliga a los cuerpos de seguridad del Estado, que deben estar preparados con una gran conciencia nacional y sentimientos de patria, a que tengan que realizar sus labores de inteligencia con una alta profesionalidad.
En una situación tan delicada como esta, la actuación de los cuerpos de seguridad tiene que realizarse con toda discrecionalidad y contundencia, evitando la acción maquiavélica de los medios de comunicación apátridas.
La ley deberá aplicarse sin contemplaciones de ninguna especie, a través de juicios militares rápidos para evitar la acción de posibles abogados corruptos -que los hay como arroz- dispuestos a venderse por plata en contra de los intereses de la Nación.
Ya sabemos que la invasión viene por la frontera, sobre todo por los estados Táchira y Zulia. En estos estados debe correr mucho dinero sucio, el cual se presta para la compra de conciencias de algunos funcionarios que allí laboran, y se facilite la entrada al país de bandas paramilitares.
Pero la movilización no es tan fácil en las condiciones actuales, pudiendo ser detectados estos paras con funcionarios honestos. Si existieran líneas férreas que atraviesen la frontera entre Venezuela y Colombia, la detección sería mucho más difícil, el volumen de de pasajeros sería mucho más grande y todos los paras vendrían con sus documentos en regla. No problem.
Si somos un poco acuciosos, podríamos pensar sobre el gran interés manifiesto de Uribe, quien no es nada bobo y sabe ingles, de querer firmar un convenio con Chávez, en su próxima reunión del 11 de Julio, para iniciar la construcción de un ferrocarril Colombo-Venezolano que vendría desde el Sur de Colombia y además contemplaría una posible ramificación hacia la costa caribeña colombiana.
Si lo analizamos bien, la idea no es mala desde el punto de vista paramilitar. A ver que es lo que piensa Chávez de la proposición de su hermano colombiano Álvaro Uribe. El mandatario colombiano considera también, que el tren podría llegar hasta el Ecuador. Lo que pasa es, que choca con la dignidad de Correa que se lo impide.
Saben ustedes que ya le estamos financiando el celebre oleoducto a Colombia por el paso de la Guajira. Pues por allí es precisamente donde Uribe tiene planificado, junto con sus amos del Norte, una tremenda base militar de USA. ¿Dirá algo Chávez al respecto?
Como hay tantas cosas locas en este mundo, quizás Uribe pretenda que le financiemos los trenes y aquí ingenuamente lo aceptemos en nombre de la integración latino americana.
El mundo al revés señores.
alexriver870@hotmail.com