La caja negra

A unos les gustó lo que escribí el pasado lunes en esta columna. A otros no. Lo

Credito: UN
cual es lógico. Pero como no escribo para complacer sino para analizar la situación del país, tanto la política interna como la exterior, no me inhibo a la hora de decir lo que pienso. Lo que comenté en la nota titulada El acertijo electoral sobre el 23 de noviembre, se fundamenta en observaciones que recojo a diario y en mis personales apreciaciones.


Esta elección de gobernadores y alcaldes es compleja -perogrullo, pero hay que enfatizarlo. Un importante sector del país no se siente motivado -podría motivarse más adelante, según las propuestas de los candidatos y el comportamiento de éstos. A este sector no le dan nota los partidos que en la actualidad pugnan por el voto, y aun cuando el chavismo aparezca como fuerza mayoritaria y la oposición no logre estructurarse como alternativa, un porcentaje determinante del electorado no se pronuncia; rechaza las ofertas que se le hacen y se debate en la incertidumbre. Aproximadamente 48% de los consultados en las encuestas no tiene claro lo que hará en el momento de votar, e incluso, si concurrirá a las urnas. ¿Se debe subestimar este dato? ¿Acaso es producto de manipulaciones? Tengo la impresión de que hacerlo constituye un craso error, y que atribuirlo a manipulaciones es consecuencia del triunfalismo que suele invadir a quienes compiten en las justas comiciales.


El 23N tiene características de emblema, y de ahí su importancia. Si de nuevo se impone el chavismo se acabaría la especulación que surgió sobre la derrota del 2D y su presunto agotamiento, y el movimiento podría avanzar con renovado ímpetu hacia la profundización del proyecto socialista. Si la oposición obtiene una votación apreciable se abrirían para ella dos caminos: a) operar democráticamente desde las posiciones que conquiste, es decir, asumir el proceso boliviariano racionalmente, o b) atrincherarse en los espacios que logre para utilizarlos como bastiones subversivos.


Por eso que el resultado electoral del 23 de noviembre es, a mi modo de ver, una especie de caja negra. El chavismo está consciente de que cuenta con amplio apoyo popular, y de que en este episodio se juega el destino del proceso. La oposición, a su vez, trabaja con la ilusión de que el chavismo es un fenómeno decadente y que está en capacidad de repetir el 2D. Ambas posiciones están impregnadas de subjetivismo.

De voluntarismo. Y lo que es aún más grave: parecieran no evaluar lo que hará -o dejará de hacer- ese porcentaje de venezolanos, casi 50%, que por ahora se muestra renuente a aceptar las opciones que existen y donde está la clave del triunfo.


El partido de las sotanas

Para quienes somos católicos y respetamos a la Iglesia de Cristo, es obvio que resulta delicado cuestionar a la jerarquía. Aun cuando uno haga clara distinción entre pueblo católico y, por ejemplo, Conferencia Episcopal Venezolana, y esté consciente de que en este organismo hay obispos abiertos al diálogo, la línea que se impone es la intolerancia y la identificación con determinadas políticas. Lamentablemente no hay ponderación en la jerarquía eclesiástica. En ella priva una visión sectaria de país y se impone la ausencia de sensibilidad popular. Casi todos sus pronunciamientos coinciden con grupos económicos y sociales poderosos. Los humildes sólo reciben atención a la hora de la liturgia, para engrosar procesiones y colmar templos.

Cuando realmente en el país no hay conflicto religioso alguno y la Iglesia Católica recibe del Gobierno recursos para su mantenimiento y obras, se agitan por razones tácticas los fantasmas del anticlericalismo y se ataca con odio anticristiano a quienes en política mantienen posiciones distintas a las de algunos obispos. Desde los púlpitos truenan todos los domingos curas influidos por el mensaje opositor y, prácticamente, no hay evento religioso en el que no se aborde la política, eso sí, negando siempre que la Iglesia hace política. Hay curas escribidores, comentaristas de medios de comunicación que utilizan la sotana para formular atrevidos planteamientos, algunos de ellos lindantes con lo subversivo. Y hasta un destacado sacerdote, vinculado a la vida universitaria, también se ocupa de asesorar a la oposición en la tarea de lograr candidaturas unitarias. Tanto es así que recientemente fue factor decisivo para que el candidato a una importante alcaldía renunciase a la postulación. El Partido de las Sotanas está en todas partes.

jvrangelv@yahoo.es


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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