Terminaba el largo período de crecimiento.
Eran 18 trimestres consecutivos creciendo y, como era natural, el Gobierno se sentía orgulloso de ese proceso, lo subrayaba cada vez que podía, y se comparaba con otros países. Sólo China mostraba una economía en crecimiento continuo durante tanto tiempo.
Pero en abril, el Banco Central de Venezuela debió reconocer que en el primer trimestre de 2008 hubo una baja en el PIB.
Por primera vez desde 2003, estuvo por debajo de 7%; había caído de 8,5% en el último trimestre de 2007: el crecimiento del primer trimestre del año fue de apenas 4,9%. Por supuesto, esa bombita no podían dejarla pasar los analistas, expertos, instituciones, partidos opositores, que coincidieron en destacar que concluía el período de bonanza y el país se enfrentaba al comienzo de una caída de su economía.
Esa oleada se extendió tanto que hasta una izquierda como la de El Topo Obrero habló de que el crecimiento económico "pareciera que empieza a resquebrajarse", y de una "amenaza de mayor desaceleración económica".
(Hay quienes desean un "futuro colapso económico como resultado de la caída en algún momento de los precios del petróleo, o de una mala gestión del Gobierno en materia de política económica", negras perspectivas que incluso descarta el Center for Economic and Policy Reaserch, julio 2007: "Existe una gran cantidad de evidencias contrarias a esas conclusiones").
Ustedes no tendrán tiempo de revisar la prensa de esos días para observar el entusiasmo de muchos por la caída del PIB. Los altos funcionarios del Gobierno no fueron muy explícitos ni convincentes en explicar lo sucedido, y parecía que ocultaban la verdad o parte de ella y estimulaban esas opiniones.
Hace algunos días, el mismo Banco Central reveló el PIB del segundo trimestre: había repuntado de ese 4,9% a 7,1%. La actividad no petrolera creció 7,8% y la petrolera tuvo una recuperación de 3,2%, debido al aumento de la producción de crudos, del sector estatal y de las empresas mixtas. El repunte de la construcción fue de 11,7%. Revisen la prensa de estos últimos días y no encontrarán las opiniones de ninguno de esos analistas y expertos comentando ese repunte. Para ellos, como si no existiera. Supongo que confían en que es algo coyuntural y que, al terminar este trimestre, en septiembre, habrá otra caída del PIB. Pero ni siquiera se atreven a pronosticarlo.
No obstante lo positivo, esas estadísticas siguen teniendo un manchón que no han podido borrar y que amenaza otra vez con superar las predicciones oficiales. Naturalmente, me refiero a la inflación. No ha habido forma de entrarle con éxito. Metas que se fijan, metas que la realidad supera. Para este año, la habían fijado en 17%, pero el propio ministro Alí Rodríguez reconoció que las proyecciones la llevan a 29%, y cuando dijo que la nuestra es una economía "estructuralmente inflacionaria", no sé si es para acostumbrarnos a andar siempre con ese escaparate al hombro.
Otra cifra para preocuparse es la de las importaciones. El año pasado trajimos del exterior productos hasta por 44 mil millones de dólares, más alta que en 2006 y así sucesivamente. Cada vez importamos más, particularmente alimentos que ahora se consumen más. Modestamente se cree que este año llegarán a 46 mil millones; en cambio, la exportación (petróleo excluido) bajó 6%. Vean lo que sucede con Colombia: crece el comercio entre ambos países, pero la parte del león se la llevan los vecinos porque nos venden alimentos que no producimos. Si está bien aplaudir por el crecimiento del PIB, tales aplausos no pueden ocultar esos dos graves problemas, como son la alta inflación y la baja producción.
Colombia armada
Ustedes debieron ver un despacho cablegráfico del viernes, que revelaba que las fuerzas de seguridad de Colombia (militares y policiales), que ya suman 400 mil hombres, van a ser aumentados en 18 mil y 10 mil, respectivamente. El Tiempo, citado por Rafael Ballén en "La pequeña política de Uribe", reveló que "... entre agosto de 2002 y diciembre de 2005 los incrementos de guerra son: Siete batallones de alta montaña, 15 brigadas móviles, 14 brigadas antiterroristas urbanas, 14 grupos Gaula, 32 escuadrones móviles de carabineros, 754 municipios con bases militares de soldados campesinos, 4.325 infantes de marina, 20.000 nuevos carabineros, 13.000 aplazamientos de servicios y 14 mil auxiliares regulares de Policía", producto del Plan Colombia. Desde entonces, no habían incrementado tanto sus fuerzas militares, que hoy deben ser las mayores de América Latina, superiores a las de Brasil.
Esta reciente decisión fue tomada cuando las guerrillas de las Farc y del ELN están en desventajosas condiciones. Por lo pronto y sin mayor capacidad ofensiva, ese país no tiene amenaza alguna de ninguno de sus vecinos. ¿Cómo explicarán el aumento de sus fuerzas de seguridad?
edrangel@cadena-capriles.com