Aquí sí es verdad que mi relación con la santucha iglesia, que siempre ha sido muy brumosa, y hasta ofuscada, se pone color de hormiga… Aquí sí es verdad que… ¡Bueno, nada!.. ¡No me jodáis el hermoso cerezo, vale! ¿Cómo es posible que un acto tan imperdonable, pueda engendrarse cuando mi simpatía hacia ella guinda y no es bola? Quizás lo único que pueda ayudar a explicarme este posmo eclesial, sea la visita que el motolito papa le dispensara, no mucho tiempo ha, y de manera tan festiva, al borrachín de la casa, blanca pintada. Allí está el secreto que creo explica este desvarío. Y no me arrepentiré nunca –y qué conste- de considerarla, así: ¡un genuino y auténtico asunto posmo del batic-ulo! Perdón, ¡del batic-ano!
Pero como quiera que nacional soy de un país, que goza de una ilimitada libertad de expresión, me voy a permitir lanzar una hipótesis que, a mi juicio juicioso, como siempre resulta, lo que buscaría explicar es qué pudo estimular esa compulsión tan innoble e indignante de la condición monástica.
No sé por cuánto tiempo –la verdad es que la cuenta no la he llevado- ha estado recluido en la ensuciatura pustólica, “Pene” Moreno, luego de haber sido acusado, con pruebas irrefutables, de asesinato en grado de frustración y de actos lascivos violentos; en contra, estos últimos, de una hermosa dama uniformada, de orden, cuyo dicho está lleno de autenticidad, de realidad explosiva, y con un lenguaje coloquial pletórico de verosimilitud; y, sobre todo, luego que uno topárase de pronto, y hasta de forma sosegada, con el rostro de nato delincuente que presenta el sujeto activo de estos delitos comunes.
Pero según fuentes dignas de todo crédito –no sé si las de Ravell lo sean también en esta materia- algunos curitas muy conocidos, y de pronunciados panderos por cierto tapados por largas y brunas vestiduras, dizque han sido vistos, dentro la ensuciatura pustólica, con sospechosos devaneos que incluyen brincoteos en chorcitos apretados delante del peligroso y libidinoso, “Pene” Moreno, como buscando desafiar la ferocidad de sus bajos instintos y de su largo verano espiritual… Lo que lograron... Dichos testigos han afirmado que, no albergan la más mínima duda, de que allí se han realizado muchas orgías desenfrenadas, no obstante el presunto freno que, podían representar, los pareos que se ponían a tales efectos…
De allí que, filtrado el chisme al batic-ano, ávido siempre, como se sabe, de nuevas desviaciones, decidieran meter transitoriamente a “Pene” Moreno en un asilo, de modo de disfrutar un tiempo largo de sus exquisiteces espirituales, y luego mandárselo a Jaime Baily, para que, con fuertes resoplidos en el cogote, le pusiera áspera por otro largo tiempo su repulsiva pollinita lacia.
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