Como dice el refrán popular, tanto da el cántaro al agua hasta que se rompe. Los conspiradores han sido descaradamente obscenos. Actúan de manera insolente porque consideran que están por encima de la Constitución y de las leyes. Como siempre actuaron desde el gobierno como les dio la gana, robaron, mataron y pisotearon la soberanía nacional sin que nada les pasara, e incluso desde que Chávez llegó a la presidencia se siguieron burlando de todo, conspiraron a sus anchas, dieron un golpe de estado y abolieron la Carta Magna el 11 de abril, paralizaron la industria petrolera, guarimbearon y desafiaron a la sociedad y a las instituciones y nada les pasó, seguramente pensaban que podían seguir actuando y con la misma impunidad.
El enemigo trabaja con dos agendas: una, la electoral de Noviembre; otra, la subversiva. En ésta operan con militares retirados para llegar a oficiales activos y difundir propaganda en los cuarteles, coordinan con dirigentes políticos sin apoyo popular y con los medios de comunicación encargados de difundir el mensaje letal de sus dueños.
Ahora están pillados: fueron cazados con las manos en la masa. Digan lo que digan hay indicios y pruebas suficientes que los involucran. Demostrativos de la existencia de una conjura con abundante logística y apoyo de organismos yanquis especializados en derrocar gobiernos. Dar nombres en estas circunstancias no es recomendable, salvo los indispensables, porque pudiera contaminarse la investigación y anular posteriores actuaciones judiciales. Se trata de algo delicado en lo cual insisten los comprometidos y, por supuesto, los dueños de medios por razones obvias. No obstante, puedo señalar que hay más de cuarenta militares retirados y activos involucrados en la conspiración (hasta ahora han sido interrogados por las autoridades de la justicia militar más de 30). Hay, por ejemplo, un general de división que ocupaba una importante posición en el alto mando del componente aéreo, reportado por oficiales a los que pretendió captar que fue destituido del cargo y sometido a investigación. Hay otros casos cuya mención omito por las razones ya expuestas.
Sectores de la oposición creen que la política se puede hacer sin ética, sin principios, con las prácticas mafiosas de los tahúres. Por eso responden a los señalamientos concretos sobre la trama conspirativa, la mención de nombres, conexiones, mensajes, grabaciones, planes terroristas con el caradurismo que los caracteriza. Pero esa actitud los delata. Fue la misma que adoptaron cuando la conspiración de abril de 2002 y el golpe petrolero. Se sabía que conspiraban, pero siempre negaron todo y se burlaron de las denuncias. Por eso yo los llamo la canalla. Porque ni siquiera tienen el coraje y la dignidad de responsabilizarse de lo que hacen. Quienes actuaban en la subversión contra el sistema durante la IV República daban la cara, asumían sus actos, como lo hicieron Fabricio Ojeda, el capitán de navío Ponte Rodríguez, Lovera y tantos otros que pagaron con sus vidas la lealtad a una idea, o como Hugo Chávez que lo hizo en un histórico mensaje a la nación el 4-f. en cambio, el 11 de abril y cuando el golpe petrolero hicieron caso omiso a las denuncias. sí usted, amigo televidente, quiere comprobarlo, busque los diarios y videos de la época, revísenlos y hallará en ellos los mismos personajes de hoy, los mismos medios de hoy, los mismos partidos de hoy y el mismo lenguaje enmascarador.
Al igual que ayer están metidos hasta la coronilla en otra aventura, pero lo niegan como lo hicieron en el pasado. Ellos saben que la denuncia es cierta y de manera irresponsable prefieren arriesgarlo todo, el futuro electoral de Noviembre, la seguridad personal, la carrera profesional de los oficiales, antes que recapacitar. Luego vendrán las lamentaciones como sucedió después de las aventuras de los años 2002-2003, o como pasó cuando decidieron la abstención en las elecciones parlamentarias para quedarse sin representación en la asamblea nacional.
Quiero ratificar mi preocupación por la suerte de una oposición que no acierta, parte de ella consumida por el odio antichavista y digitalizada por Washington, que no cree en elecciones sino en la violencia; y otro sector paralizado por el miedo ente el chantaje de los violentos, eso que llamé alguna vez el "veto de Altamira". Mi preocupación es la de un demócrata que cree en la necesidad de una oposición consciente y racional. Además, preocupación por los daños que ocasiona al país una minoría irresponsable, afectada por el "síndrome de sansón", dispuesta a destruir todo con tal de saciar su inmensa frustración y su incapacidad congénita para aceptar el cambio con talante democrático.
También quiero decir que se presenta la oportunidad de demostrar que en la política venezolana terminó el tiempo de la impunidad, que no es otra cosa que la validación del crimen. La decepcionante respuesta que el estado de derecho le dio a los golpistas que derrocaron y secuestraron al Presidente, derogaron la Constitución y destituyeron a los miembros de los poderes públicos en Abril de 2002, y luego repitieron la acción delictiva con el golpe petrolero que costó a la nación miles de millones de dólares e infinito sufrimiento a los ciudadanos, fue algo que estimuló posteriores aventuras. Ahora surge la oportunidad para que los organismos competentes actúen con firmeza y sancionen de manera ejemplar a los responsables de la nueva aventura. Hay que sentar un precedente inequívoco y categórico.