¡Dios libre de la ira popular a quienes pretendan incendiar nuestra patria!
Son tan recurrentes y reiteradas las intenciones golpistas, los planes de magnicidio, los intentos de subversión social, los llamados a incendiar el país dirigidos desde las cúpulas del gobierno norteamericano y ejecutadas por una vanguardia oligárquica terrorista y fascista de origen venezolana pero de alma y corazón yanqui, que para nada sorprende la revelación de un nuevo plan golpista, ese es un golpe anunciado.
¿Es inexorable, fatal, que Venezuela sea agredida constantemente por el gobierno fascistoide de Bush, se realicen operaciones encubiertas para asesinar a Chávez, el narcotráfico colombiano introduzca drogas que llegan a los grupos opositores para finaciar sus correrías subversivas con el lavado de dinero; fluyan millones de dólares de la CIA, la NED y otras instituciones gubernamentales yanquis para los conspiradores de los partidos de la derecha, grupos de terroristas, sindicatos de extrema derecha, ONGs, gremios profesionales, periodistas palangristas, se infiltren grupos de paramilitares colombianos y mercenarios de otras nacionalidades?
¿Es legal que grupos mediáticos de conspiradores como Globovisión, Venenovisión, El Nazional, El Universal, El Nuevo País…, cientos de emisoras de radio, desarrollen una permanente y sistemática política de mentiras, conspiración abierta, agresiones al presidente, burla de todas las políticas oficiales, descalificaciones al pueblo?
Siempre va a haber una excusa para agredir al país y a sus autoridades. El grupúsculo que dirigen, entre otros, Miguel Enrique Otero y Simón Alberto Consalvi nace a la luz pública y en su primera declaración señalan como ilegal al gobierno, un gobierno elegido democráticamente, y nada pasa, ¡eso es normal! dicen voces insensatas dentro de la dirección política del gobierno. Es decir, un grupo político “de opinión” nace conspirando, arremetiendo contra la legalidad constitucional, y ahora forma parte de una conspiración militar, de un magnicidio descubierto y allí están, como si nada, atacando al gobierno y ridiculizando la debelación del golpe, negando el mismo como forma de velar que ellos están implicados en ese nuevo complot.
¿Cuántos paramilitares colombianos de los introducidos por la CIA y militares traidores y apresados en la Hacienda Dactari quedan presos? ¿Cuántos paramilitares se han introducido desde Colombia desde entonces, están encubiertos en barrios caraqueños o en haciendas del estado Zulia?
Si se le dio la amnistía a los que en el 2002 participaron en un golpe de Estado contra Chávez, ¿no se les abre el camino para que vuelvan a conspirar, como está ocurriendo?
Si se golpea de manera más contundente a los conspiradores, se los apresa, se los condena, ¿no se aleja más la posibilidad de reincidir? ¿Si se interviene la policía del Zulia y se apresan los mercenarios y paramilitares colombianos, los grupos de terroristas que allí se esconden bajo el amparo del gobernador golpista, Rosales, no se desarticula el golpe? ¿Si el Ministerio Pública o los tribunales llaman a botón a Jhonn Goicochea y sus compinches que cometen el delito de llamar públicamente a incendiar la ciudad de Caracas, no se frustra el terrorismo que aplicaron el año pasado ante la debilidad de las autoridades? ¿Si se le aplica la ley de comunicación a Globovisión ante su violación reiterada de la misma y otras leyes por aterrorizar a la población, mentir, incitar al delito de rebelión y conspiración y desinformar al país, no disminuirá la angustia de muchos ciudadanos, disociados por la prédica infame de ese medio?
El gobierno debe ser más enérgico, contundente y firme con sus enemigos que lo quieren derrocar, quienes piensan que nada les va a pasar y si les pasa, pronto saldrán de la cárcel sino que lo digan los paramilitares colombianos o los golpistas del 11 de abril.
humbertocaracola@gmail.com