Sean oficiales o privados, el servicio que prestan las entidades bancarias venezolanas es pésimo. Largas colas y aglomeración de gente, usuarios de pie, cobros por estados de cuenta, chequeras, el uso de los cajeros, el uso de la red, el mantenimiento de las cuentas; saldo mínimo obligatorio en las mismas, muy bajos o nulos intereses por los depósitos, ofertas engañosas, pocos préstamos y a elevadas tasas, cargo a los clientes del problema de la seguridad, retardos en los pagos debidos, y todo esto a pesar del excelente negocio que significan para sus propietarios, quienes, a diferencia de los capitalistas de otros sectores, trabajan con dinero ajeno, por lo que su administración inadecuada deja sólo ahorristas quebrados.
La diferencia con la banca oficial, me refiero a Venezuela, radica en que ésta no genera ganancias y cada cierto tiempo le inyectan recursos frescos y se denuncia, en los mejores casos se persigue, a sus administradores. Y esto no ocurre porque el Estado sea mal administrador. El Estado mal administra cuando se lo propone y utiliza sus bancos para repartir la riqueza de una manera clientelar y política: Préstamos sin respaldos, sin proyectos claros y sin supervisión ni asistencia, para los usuarios, y simple corrupción para sus directivos. Cuarta o quinta, así ha sido siempre.
Es urgente que se tomen medidas que garanticen el mejor servicio a los usuarios, con real atención preferencial para ancianos, embarazadas y discapacitados; recuperen su papel económico de intermediarios, inviertan lo debido en seguridad, eliminen el absurdo cobro por servicios y remuneren proporcionalmente a sus clientes, quienes corren el riesgo al colocar sus ahorros o capitales en manos de desconocidos poco idóneos. La Superintendencia de Bancos debería establecer plazos para:
1) Colocación de suficientes sillas en todas las sucursales bancarias, que garanticen una espera cómoda. 2) Instrumentar el sistema automático de número por orden de llegada, tipo de operación a realizar y de cliente. 3) Incorporar en los cajeros la filmación de las operaciones, las famosas capta huellas y otros avances tecnológicos en materia de seguridad. 4) Eliminar los cobros a particulares por chequeras, operaciones de cajeros y puntos de venta, saldos mínimos, mantenimiento de cuentas. 5) Tener una relación óptima de empleados/usuarios, para un servicio eficaz al cliente y eficiente para el banco. 6) Revisar los montos de las diferentes carteras de crédito, ajustándolos en magnitud, plazos e intereses, en función del interés de la sociedad. 7) Exigir a propietarios y gerentes de alto nivel la declaración jurada de bienes anual, que se le exige a los funcionarios públicos de elevado rango. 8) Obligar al pago de intereses diferenciales diarios en todo tipo de cuenta de particulares. 9) Dar plazos razonables para que los bancos paguen sus deudas con los particulares. Lo anterior no es socialismo pero sería muy útil y bienvenido por toda la población.