El Socialismo en su fundamentación científica, pasó de una fase perniciosa de profunda revisión reformista a través de la mentada Teoría Crítica de los Viejitos de Frankfurt, a un estadio de desprestigio creciente que hoy podríamos llamar folklórico. Europa con sus partidos “socialistas” paridos del Estado de Bienestar, y su estrategia Keynisianista, es una buena referencia para calibrar las astucias neocapitalistas para arroparse en su recomposición con el nombre de Socialismo.
Esta fase folklórica en la que el neoliberalismo, tutelado por la CIA, ha metido hoy al Socialismo, es la más peligrosa para el futuro de la humanidad. Peligrosa, porque su poder es muy difícil de contrastar: todos los meses sale a la calle un nuevo contrabandista ideológico experto en los refritos de Max Horkheimer, Popper, Weber, Th. Adorno, H. Marcuse J. Habermas, y Foucault, para citar los más prominentes falsificadores del trabajo científico de Karl Marx y Federico Engels. Estos viejitos, estafaron al Mundo con su invención de la esperanza en una sociedad basada en el diálogo de las diferencias.
Mientras haya diferencias, que no son otra cosa que los intereses de las clases en pugna, el capitalismo, no solamente se mantiene, sino que se fortalece. Por eso los contrabandistas hablan siempre de la esperanza, y hasta muchos de nosotros, consustanciados del Socialismo real, hemos caído en la trampa de la esperanza, hablan por su puesto, de las condiciones topárquicas de los Socialismos en cada uno de los espacios nacionales, declaran con un aire de agotamiento intelectual, “la reducción de las asimetrías”, y eso constituye para ellos, el mayor “desafío”. Todo nos indica que este peligroso folklorismo socialista nace en la Mesa de diálogo propuesta por el viejito Habermas.
Posicionado como está el folklorismo socialista no nos debe extrañar que muchos de nosotros, confundidos como estamos pensemos que la medida que Bush ha comenzado a implementar ante el descalabro financiero del imperialismo, es una medida socialista. Es lógico que llegásemos a creer como creyones, que auxiliar a las corporaciones que se auto robaron los fondos de capitales sobre los cuales se basa la economía de todo el sistema financiero del capitalismo en su fase imperialista, es una estrategia socialista. En medio del folklorismo que nos inoculó el contrabando ideológico, a nosotros se nos hace difícil deducir que esa gigantesca operación estatal de auxilio no es más que la medida natural del capitalismo para auto salvar su sistema de explotación de los trabajadores, y que por lo tanto son siempre los explotados del mundo los que pagan y fortalecen el sistema que los devora.
La folklórica del Socialismo ha salido pasear. Los socialistas proponen la construcción de un Sambil para cada cabecera provincial, y hablan de plena inclusión en el marco del pleno respeto a las diferencias. El sindicato es devorado por la cooperativa, y esto es considerado parte del folklor del nuevo socialismo.
Ante este folklorismo desatado sobre el socialismo, cualquier acción por contradictoria que sea para los intereses proletarios puede ser considerada socialista, cualquier disfrazado puede ser considerado un héroe, digno de colgar en su oficina la imagen del Bolívar, de Ho Chi Min, del Che Guevara y de Fidel Castro. Y esa tal vez sea la mejor manera que encontró nuestro enemigo histórico para acabar con la posibilidad de vencer al capitalismo con sus diferencias irreconciliables producto de su monopolio de propiedad privada sobre la producción.
No nos sorprendería que en medio de esta folklórica del Socialismo surja la República Socialista y Santandereana de Colombia, dirigida por los líderes ultra recontra revolucionarios, comandantes Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez. No nos quedaríamos con los ojos claros si el mismísimo Bush se pone los arreos de comandante revolucionario, y dirige una revolución para hacer triunfar el socialismo imperialista de los EEUU.
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