5 héroes: Obama y la herencia deshonrosa dejada por Clintón

Obama ha triunfado bajo el signo de cambios prometidos para bien de su país y el mundo. Quizás ningún otro presidente de los Estados Unidos ha recibido un legado tan negativo como el que dejará George W. Bush. Pero a la hora de la transferencia del cargo, Obama recibirá herencias recientes de los mandatos de Bush y otras que son de más larga data. Una de éstas últimas es la relacionada con la prisión injusta de los 5 Héroes cubanos, quienes después de más de diez años permanecen en cárceles de los Estados Unidos. Y es una herencia dejada por Clinton que tiene, sin duda alguna, una naturaleza deshonrosa tanto para la política como para la ética del gobierno demócrata de entonces como para los sucesivos.

Obama se encuentra ante una realidad que rebasa la vida de 5 seres humanos excepcionales que permanecen injustamente en cárceles norteamericanas. La solidaridad mundial en defensa de la causa de estos Héroes le confiere una trascendencia que no debe desconocer la opinión pública norteamericana ni el propio gobierno estadounidense. La propia significación que tienen los 5 Héroes para el pueblo cubano, que la hace una causa en extremo sensible, indica que no se trata de un asunto cualquiera, sino, por el contrario, un asunto vital que vale la pena tomar en consideración para resolverlo.

Obama recibe una herencia deshonrosa de Clinton porque éste debió darle una solución digna, la única que correspondía a un presidente honorable, al abandonar su cargo. Sin embargo, Clinton actuó cobardemente, no honró con sus actos, como debía, para dar a Cuba la única respuesta merecida: disponer la libertad de los cinco cubanos acusados injustamente de espías. Por tanto, Clinton se lavó las manos como Pilatos y el próximo año, casi diez y medio años después, Obama recibirá el producto de una actuación deshonrosa y estará llamado, si de cambios se trata en el sistema de justicia, a pronunciarse y actuar con honradez y honor.

Ahora que William Clinton ya no es el Presidente de los Estados Unidos, y ha brindado, junto con Hillary, su apoyo irrestricto a Obama, sería oportuno que éste le preguntara por su gesto tan poco caballeroso en relación con los 5 Héroes.

Como es conocido, Gabriel García Márquez, el Gabo, hubo de  convertirse en un enviado voluntario de Fidel Castro para imponer al presidente William Clinton de los planes terroristas que se organizaban en los Estados Unidos para ser ejecutados en Cuba y en otros países. Los hechos reales, incluido el propio informe de García Márquez, fue revelado en su oportunidad por Fidel a la opinión pública internacional. En un artículo anterior he manifestado que si aquel mensaje de Fidel a Clinton hubiera sido tomado con la seriedad debida y altas miras de estadista, tal vez hubiera servido para cambiar la política de confrontación de los Estados Unidos contra Cuba; si hubiese sido valorado en su esencia e integralidad, si hubiera propiciado la ansiada paz en esta parte tan cercana de América, el Premio Nobel de Literatura García Márquez, por su espíritu humanista y altruista, por ser mediador y promotor de la paz en un conflicto de más de 45 años, con justicia hubiera merecido el Premio Nobel de la Paz. Pero un cúmulo grande de factores no hicieron factible lo esperable, a pesar de la recepción y acogida inicial del mensaje, sino que hizo que el cántaro volviera a caer en la fuente. Por eso este asunto tiene tanta importancia, como parte de la historia no contada e inexplicable de la vida, de las aventuras y desventuras del Gabo y de las inconsecuencias y deshonras de Clinton.

En fin, es grande el entramado que es posible vislumbrar desde una atalaya donde sólo impere la verdad.

¿En qué consistió el impacto emocional, sentimental e ideológico de William Clinton ante el contenido de aquel mensaje transmitido por el Gabo a los asesores de Seguridad Nacional en la Casa Blanca? ¿Cuál fue su reacción al conocer el carácter de la entrevista del Gabo, seguramente grabada, y qué lo motivó o decidió a enviar a la Habana a oficiales de alto rango del FBI para conocer de primera mano lo que deseaban informar las autoridades cubanas? ¿Pensó acaso en aquellos días que podría aparecer en el horizonte un clima mejor en las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba? ¿Qué informaciones le llegaron posteriormente al regreso de la delegación del FBI a los Estados Unidos, con una carga voluminosa de informaciones de alta sensibilidad y seguridad, entregada en gesto de buena voluntad y confianza por las autoridades cubanas? ¿Por qué el FBI, en misión oficial del gobierno norteamericano, se comprometió a reciprocar sus informaciones a las autoridades cubanas, y, sin embargo, nunca lo hizo? ¿Cuál fue la reacción anímica del Presidente Clinton ante la detención en Miami de cinco cubanos, acusados por el FBI de ser espías, sólo tres meses después de la visita de la delegación de ese organismo a la Habana? ¿Cuáles fueron las instrucciones, los análisis, las valoraciones de Clinton en todo este proceso de envío de una delegación a La Habana, compromiso de responder y frenar el terrorismo desde los Estados Unidos,  y  luego la detención de cinco cubanos antiterroristas infiltrados en los grupos mafiosos y terroristas de Miami, o sea, los mismos grupos sobre los cuales el FBI había recibido abultados legajos y pruebas de todo tipo sobre la naturaleza y sus planes terroristas? ¿Por qué no hizo nada durante los últimos meses de su mandato para hacer valer sus prerrogativas y ordenar la liberación o repatriación de los cinco cubanos? ¿Por qué guardó un silencio cómplice sobre un hecho que estaba íntimamente relacionado con aquel mensaje que su amigo García Márquez pretendió hacer llegar personalmente?

Cuando ya han pasado tantos años ―más de diez años de prisión injusta son muchos años para cinco hombres ―, ¿cómo ha evaluado Clinton aquellos y estos sucesos? ¿Cuáles fueron los miedos de Clinton? ¿No habrá pensado Clinton, después de conocer del juicio y de las condenas excesivas, arbitrarias e injustas contra los cinco patriotas cubanos, en su responsabilidad moral? ¿Es que no significan nada los más de diez años de prisión transcurridos? ¿Es que no tiene un enorme valor que ellos no hayan tenido que mentir ni arrepentirse sobre su estancia en los Estados Unidos y su misión de vigilancia de los grupos terroristas anticubanos?

En fin,  ¿qué confesiones o testimonios puede brindar el presidente Clinton a Barack Obama sobre estos y otros hechos relacionados con la causa de los 5 Héroes cubanos? ¿Es que su inacción se justificaría porque también era un prisionero de su propio sistema, y no tenía escapatoria posible y, por lo tanto, no podía o no quería rebelarse? ¿Acaso no serán estas cosas, algunas de las que deban cambiar en los Estados Unidos durante el mandato de Obama?

Esperemos que Obama no pierda el rastro de los cambios en tantos salones y pasillos de la Casa Blanca y en todos los laberintos en que se nueve la vida de un Presidente de los Estados Unidos.

Ojalá pueda honrar con su actuación digna con respecto a los 5 Héroes cubanos, la política deshonrosa que sobre este asunto recibió como herencia de Clinton.


wilkie@sierra.scu.sld.cu



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Wilkie Delgado Correa


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