Si usted anda bravo con Chávez, con el chavismo o con algún aprovechado en el gobierno y tiene dudas sobre votar o no votar este domingo 23, ó como votar, le recomiendo lo siguiente: grabe uno de los programas de Martha Colomina en radio y escúchelo mientras hace turno en su cola. ¡Que esperpento tan desagradable esta profesora sin sexo!
También podría una de estas noches ver a Leopoldo Castillo tamborileando con alegría al anunciar una baja en los precios del petróleo, o cuando se agrava la salud de Fidel Castro, o cuando grita con histeria al televidente que lo llama sin darle su nombre y dirección. ¡Que desagradable sujeto!
Fije en memoria su imagen y recuérdela cuando suene la diana y lo rete en su pereza. Se levantará presto, sepa usted, agarrará su “chuleta” y con pañuelo o sin él en la nariz, irá a votar por reales o supuestos socialistas.
Otras formas de luchar contra los rebullones de la duda son: el programa nocturno de Kiko, la desubicada Carla Angola –tan buena reportera que era y tan mala cómica que es- y el gordito afectado.
Si su calentura es muy fuerte, refuércese con un discurso (¿?) de Stalin González o un planteamiento de Gerardo Blyde.
En el caso de que sus contradicciones internas sean terminales, escuche el noticiero de Miguel Ángel Rodríguez en la mañana, o el del tal Domingo Maza en la noche.
Vea como se le prensan las venas de amargura a su compañera de programa y feo cuello. Dependiendo pues de su disgusto, escogerá usted una o varias de estas sugerencias.
Si necesita escogerlas todas, entonces ¡usted está bien bravo(a) amigo(a)!, créame; pero igual intente cura. Y si no le funciona ninguna, entonces usted lo que es, es un escuálido(a) y tiene razón: NO VAYA A VOTAR.