No es Gabino
Rosales el de la ranchera aquella famosa que desde la infancia nos
repiqueteaba en el oído con su mensaje de machismo silvestre, es Manolito Rosales,
uno de los hombres más proverbialmente inteligentes que haya parido toda la
región noroccidental de Venezuela, ya que es imposible determinar dónde fue
que realmente nació este engendro de la genialidad humana. Pues
Rosalito en la reciente intervención que le hiciera la Asamblea Nacional
no dio pie con bola, y se sumergió en un mar de contradicciones que no hizo
sino confirmar la sospecha que tenía toda la Venezuela
decente, que él es un ladrón de pacotilla que ni siquiera es
capaz de organizar sus embustes de gañán de garito.
Rosalito como delincuente, como mafioso narcotraficante del gran cartel del Departamento de Estado de los EEUU, y que dirige Jhon Negroponte, rebosaba soberbia en la interpelación y no perdió la oportunidad para amenazar personalmente a los diputados, intentando levantar un nubarrón de sospechas sobre cada uno de ellos. El Episodio quedó grabado en aquellos que lo vimos completo.
El pueblo decente
del Zulia todavía se pregunta cómo es que este capito al servicio
incondicional de los capos de Washintong, no había sido juzgado antes. Lo
cierto es que en esta ocasión no lo salva ni el chivo asoleado.
Irremediablemente debería ir con sus huesos a la cárcel si es que antes no se
escapa para su paraíso mayamero.
Una vez más
se comprueba que la política latinoamericana esta siendo ocupada por mafiosos
del narcotráfico y del crimen organizado, que desde hace tiempo se adueñaron
de los estados fronterizos de México, y ahora llegaron con Felipe Calderón a
la presidencia de ese Gran país ahora convertido en una gigantesca
factoría de drogas, de sicarios, y de cuanto negocio sucio y jugoso hay para
el cartel de Washington perteneciente al capital trasnacional dominado por
los Judíos, ahora detrás del “primer negro en la casa blanca” o sea el señor
Obama.
En Colombia, la
misma realidad, ya es dolorosamente inocultable. La mafia del
narcotráfico ha borrado del territorio neogranadino la noción de República, y
la ha convertido en algo menos que un protectorado del Imperialismo
norteamericano para producir, drogas, sicarios paramilitares para invadir a
Venezuela y a las otras naciones hermanas que la circundan. El gobierno
y el Estado que allí administra los intereses de Washington, es
narcoparamilitar, desde el Presidente para abajo.
También en algunos países de Centro América la mafia ha penetrado la política. Sólo nos permitimos mencionar los dos casos más emblemáticos en esta parte de nuestro continente.
Es por ello,
retomando a Rosales, que hay tener mucho cuidado con cualquier candidato; a
fin determinar antes de su escogencia, sino no tiene hilos de conexión con
esta corriente mafiosa que pretende adueñarse de la política latinoamericana
a nombre de la mafia que gobierna el imperialismo norteamericano.
Cualquier candidato a Diputado, a Alcalde, a Concejal, a Gobernador, tiene
que ser sopesado a la luz de este peligro que avanza.
El peligro mayor, es que gran parte de nuestra población latinoamericana sumida en la miseria por la explotación capitalista, ha comenzado a tener amores, y cuando menos simpatía, con esa corriente mafiosa que pretende adueñarse del poder político en la región. Ese es el peligro mayor. Por eso vemos que en el Zulia Rosalito ha enamorado a un buen número de la Población, que ve con buenos ojos su repartidera de plata robada, y su evidente práctica delincuencial tutelada por la CIA. Era curioso oír en algunos sitios concurridos de la Ciudad de Maracaibo, como los partidarios de Rosales comentaban “lo bien que se defendió ante sus interpeladores”. ¿Cuántos como Rosales andarán por ahí queriendo ser candidatos por instrucciones secretas de la Mafia?