La crisis económica y financiera estalló en el Norte
La actual crisis
mundial se desencadenó en el Norte como consecuencia de la crisis de
las hipotecas subprime en 2007, en Estados Unidos. Y esta última
se originó a su vez en las deudas privadas en dicho país. Los bancos
y agencias de crédito hipotecario habían creado un monstruoso montaje
de deudas que finalmente colapsó, iniciando así la crisis financiera
cuyas repercusiones todavía persisten. El rescate de los bancos en
Europa es claramente su consecuencia; y la onda de choque de la crisis
de 2007 y sus réplicas continuarán haciéndose sentir.
La
crisis, nacida en los países del Norte, Estados Unidos y Europa, no
es sólo financiera sino también económica, es decir que afecta directamente
la economía real, la producción. Hay una crisis en el sector de la
construcción en Estados Unidos, España, Gran Bretaña e Irlanda y
se extenderá a otros países. Muchos puestos de trabajo en este sector
peligran, en particular los que ocupan inmigrantes, especialmente
latinoamericanos (ecuatorianos, bolivianos, etc.) en Estados Unidos
o en España. Las pérdidas de empleos serán numerosas en este sector,
por lo que bajarán las remesas de los emigrantes a sus países de origen,
y sus familias se verán muy afectadas.
Si
bien esta crisis económica estalló en el Norte, sus efectos se harán
sentir en el Sur. Las industrias del Norte tendrán que reducir la producción
al disminuir el consumo, y esta caída de la producción provocará
una menor demanda de petróleo, gas y materias primas (minerales). Acabará
la cadena con una caída del precio de los productos primarios —cosa
que ya está pasando desde mediados de septiembre de 2008—. Desgraciadamente,
esta reducción de precios hará bajar los ingresos de los países en
desarrollo.
La crisis alimentaria mundial tiene también su origen en el Norte
Aparte de esta
crisis financiera y económica existe también una crisis alimentaria,
que afecta directamente a los pueblos del Sur, en donde los precios
de los alimentos han aumentado un 100%, e incluso un 300%, en el caso
del arroz. Pues bien, un 80% de la población de muchos países del
Sur, y me refiero, en particular, a los más pobres, especialmente en
el África sahariana, dedican un 95% de sus ingresos a la compra de
alimentos. Esta gente ya no puede comer lo necesario. Por lo tanto,
hay un fuerte aumento del número de personas que pasan hambre; decenas
de millones de personas incrementan el ejército de hambrientos. Antes
de que estallara la crisis, había ya 820 millones de personas con hambre
en el planeta. Pero además están las personas subalimentadas. Con
esta crisis, la población que está en una situación de inseguridad
alimentaria aumentó en más de 140 millones de personas.
¿Cuál es la causa de esta crisis alimentaria ?
Una vez más, el origen está en el Norte. Los industriales de los agronegocios del Norte convencieron a los gobiernos de Washington, de la Unión Europea y de otros Estados europeos de que subvencionaran la producción de agrocombustibles a partir de maíz, trigo, colza, soja o remolacha. Por consiguiente, un gran volumen de productos alimentarios se desvía a la producción de agrocombustibles, causando una caída significativa de la oferta de cereales y otros alimentos en el mercado con el consiguiente enorme aumento de los precios.
Además, este aumento de precios se reforzó porque, de nuevo, en el
Norte grandes inversores institucionales (bancos, compañías de seguros,
fondos de pensión) comenzaron a especular en un sector de los mercados
financieros donde antes no eran activos: el denominado “mercado a
plazo de los cereales” así como los respectivos de petróleo y gas.
Es importante recordar que hay tres Bolsas en el mundo que fijan los
precios de los alimentos (en particular de los cereales) en los mercados
a plazo. Son las Bolsas de Chicago, de Kansas City y de Minneapolis.
Los precios a plazo de los cereales contratados en Estados
Unidos en estas Bolsas se reflejan en todo el mundo y no solamente sobre
el precio a plazo y sino también sobre el precio actual, el precio
al contado. En resumen, la producción de agrocombustibles, por una
parte, y por otra, la especulación en el mercado a plazo de los alimentos
causaron la crisis alimentaria que padecemos.
No olvidar la crisis climática cuyos efectos son muy graves
La cuarta crisis,
es la climática. Se podría tender a olvidarla estas últimas semanas
debido a que la crisis financiera está en el centro de interés en
el Norte y que la crisis alimentaria atenaza en el Sur el estómago
de decenas de millones de personas y moviliza las energías de centenares
de millones de otros cada día. En la medida en que no hubo catástrofes
ambientales impresionantes en los últimos meses, dejó de hablarse
del cambio climático. Pero el cambio climático está presente y tiene
efectos inevitables a lo largo del tiempo. No se los percibe necesariamente
como desastrosos y rápidos pero allí están. La subida del nivel medio
de los océanos afectará a la población de toda la cuenca de un país
como Bangladesh, donde viven 150 millones de personas. Más de la mitad
de la población de este país vive a nivel del mar o un poco por debajo
porque hay diques de protección. En los 10 años venideros, los efectos
serán terribles. Cité Bangladesh, pero podría haber citado otras
regiones del Sur.
Aquí
también, el origen de esta crisis está al Norte: la culpa es del modelo
de desarrollo productivista capitalista. Por supuesto, este modelo también
existe en el Sur, pero el Norte ha producido una cantidad fenomenal
de contaminación atmosférica desde el principio de la revolución
industrial. La gente oye que se habla de liberación de gases de efecto
invernadero y en consecuencia piensa en la emisión actual, pero hay
recordar que los gases de efecto invernadero, que resultan de las actividades
industriales, se concentran en la atmósfera desde hace dos siglos.
Es decir, es la concentración desde ese momento la que pesa más, no
los gases liberados de hoy (que por supuesto es necesario reducir).
Pues bien, aunque China emite cada vez más gases de efecto invernadero,
sería un error decir que son los Chinos o los Indios con su desarrollo
son tan responsables como Estados Unidos o Europa del cambio climático,
ya que aplican el modelo de desarrollo productivista. Los responsables
son los países que fueron la cuna de la revolución industrial, que
con el método de consumo lunático acarreó, por ejemplo, los coches
individuales y el despilfarro de combustibles fósiles.
Si el Norte es el lugar geográfico de origen de las cuatro crisis, el sistema capitalista es la causa fundamental
En resumen, se
tienen cuatro crisis: financiera, económica, alimentaria y climática,
que afectan a todo el planeta pero cuyo origen se sitúa en los países
del Norte. Después de haber comprendido esto, no es necesario dar más
vueltas, ya que no sólo son estas crisis lo que tienen en común
el Sur y el Norte, también comparten un régimen económico, el sistema
capitalista que domina la totalidad del planeta. Hasta hace unos treinta
años se hablaba de un campo socialista o comunista, pero desde entonces,
el bloque soviético —Rusia, los países de Asia Central, los de Europa
del Este— volvieron a integrar, junto con China y Vietnam, el sistema
capitalista. Las cuatro crisis que acabo de analizar esquemáticamente,
deben considerarse directamente como efectos del sistema capitalista
mundializado (sistema que se originó también, históricamente, en
el Norte).
Cuando las cosas van mal en los países del Norte, su repercusión es negativa en los países del Sur
Por supuesto,
el capitalismo más pujante es todavía el de los países más industrializados
del Norte. Las economías de Estados Unidos, Europa y Japón representan
un 60% de la economía mundial, mientras que en estos países vive solamente
el 15% de la población mundial, y tienen una superficie bastante reducida
en la escala planetaria. Sin embargo, cuando las cosas van mal en los
países del Norte, eso se refleja en los países del Sur.
¿El Sur pagará indefectible los platos rotos de esta crisis?
En realidad, ya
está pagando algunos, pero ¿esto se amplificará necesariamente o
se presenta una oportunidad para protegerse? He aquí un punto importante
de mi exposición: el Sur debe y puede perfectamente protegerse de algunos
de los efectos de estas crisis, aunque no sea de todos. Con relación
a la crisis financiera, es necesario que los países del Sur tomen medidas
contra la libertad de movimiento de capitales y, en particular, contra
la fuga de capitales hacia el Norte. Los países del Norte tienen una
enorme necesidad de liquidez y las empresas del Norte repatrían un
importante volumen de capitales hacia sus países para sanear las cuentas
de los bancos, de las compañías de seguros. Para hacer frente a esta
fuga, los países del Sur deben bloquear estos flujos e instaurar, como
hace Venezuela desde 2003, un estricto control sobre los movimientos
de capitales y sobre las operaciones de cambio de sus monedas. Esto
también protegería sus monedas y evitaría que sean víctimas de ataques
especulativos.
Los países del Sur no deben seguir el ejemplo de los gobiernos de los países europeos y de EE.UU., o sea, inyectar enormes cantidades de dinero público para salvar los bancos privados sin tomar su control, haciendo regalos a los banqueros corruptos, a los banqueros ladrones. ¡Los países del Sur deben hacer otra cosa!
1. Instaurar un control público sobre el sector bancario privado (es decir, estatizarlo, nacionalizarlo) y negarse a poner dinero para salvar banqueros privados. Poner dinero para proteger el ahorro, esto es lo que tendrían que haber hecho los países del Norte, y por otro lado recuperar el coste de la protección del ahorro y del sistema bancario descontando una suma equivalente del patrimonio de los grandes accionistas y administradores de bancos. Obviamente, con los grandes accionistas no es necesario limitarse a tomar lo que dejaron en sus bancos, ya que, en general, vaciaron las cajas antes de llamar al Estado en su ayuda. Es necesario entonces establecer un catastro de las fortunas de los grandes accionistas en todos los sectores de la economía y recuperar el coste generado para salvar el sistema bancario.
2. Es necesario también dotarse de un banco del Sur para depositar las reservas de cambio y financiar el desarrollo humano de los países del Sur sin tener que seguir pidiendo préstamos a los mercados financieros del Norte, sin tener que pedir un solo dólar más al Banco Mundial y al FMI o a otras instituciones financieras completamente controladas por los países del Norte. Un banco del Sur podría financiar reformas que no interesen al capital privado, como, por ejemplo, una reforma agraria o la aplicación de una política de soberanía alimentaria. Se podría también utilizar dinero público para o renovar profundamente el hábitat existente, o para construir un nuevo hábitat adaptado a las condiciones de vida de las poblaciones interesadas. Eso crearía mucho empleo y mejoraría la calidad de vida. Se trataría de financiar proyectos que valen realmente la pena: por ejemplo, entre otros, el establecimiento de una industria farmacéutica de medicamentos genéricos.