Una muestra de la confrontación política en venezuela

Para establecer una reflexión en torno a la presencia de la posible reelección presidencial en la propuesta de enmienda constitucional señalada por el presidente de la república, es menester ubicarnos en el contexto de la sociedad venezolana en las condiciones socio económicas, políticas y culturales desarrolladas desde una democracia formal de partidos políticos y representativa hasta su transición a la democracia participativa y protagónica dibujada en la constitución bolivariana de 1999. Aceptamos que la naturaleza de la propuesta de enmienda constitucional introduce rasgos de reforma a la sociedad política venezolana, en un régimen de democracia con perfiles de democracia participativa y protagónica, con un sistema de gobierno presidencialista y coexistiendo con algunos caracteres de la crisis políticas desarrollados por el encubrimiento de una democracia neoliberal presente sobre las vestimentas social demócratas o demócratas cristianos de la democracia de partidos políticos vivida en las últimas cuatro décadas del siglo XX.

Comencemos por señalar que cualquiera haya sido el régimen de democracia el presidencialismo ha presentado dos poderes básicos: Un poder ejecutivo con amplias facultades en la constitución y con absoluto control de la composición del gobierno y la administración. Un poder legislativo formado por un cuerpo parlamentario de elección directa y con funciones establecidas para un tiempo fijo.

Dos rasgos se destacan en los sistemas presidenciales:

    • Tanto el presidente, jefe del Estado con funciones de control sobre el poder ejecutivo como el parlamento al ser elegido por la población tienen “legitimidad democrática”. Se asume que en los sistemas de gobierno presidenciales con base en un principio de “legitimidad democrática dual”, ningún precepto democrático puede decidir quien representa en principio la voluntad popular
    • Tanto el presidente como el parlamento son elegidos para in período de tiempo fijo con independencia de funciones y duración. Ello conduce a lo que se conoce como la “rigidez del sistema presidencial”

La rigidez del sistema de gobierno presidencial, en el cual por disposiciones constitucionales se impide o limita la reelección presidencial conduce como limitación al proceso político y en consecuencia a cualquier proyecto que en él se pueda desarrollar su división en períodos discontinuos predeterminados sin la posibilidad de introducir en el tiempo los ajustes según lo requieran los hechos políticos, sociales y económicos. La duración del mandato de un presidente se convierte en un factor político esencial al que todos los sujetos sociales e ideológicos y actores políticos deben acogerse.

Analicemos de forma breve, nuestro segundo elemento conceptual tomado como premisas. Las Crisis políticas. Sabemos que los acontecimientos desarrollados el 27 y 28 de Febrero de 1989 en las principales ciudades de Venezuela fueron considerados una desobediencia civil contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, ello nos lleva a pensar en una crisis de legitimidad del sistema de gobierno presidencialista, la cual conduce a una crisis de autoridad y de credibilidad política. Para comprender la magnitud de los acontecimientos pensemos en algunas consideraciones a la categoría de análisis crisis. En un sentido originario el término crisis se asocia con elección o culminación de un acontecer. Las crisis presentan un carácter repentino y acelerado libre de toda dinámica gradual en su aparición y se toman como lo contrario a toda permanencia y estabilidad.

En el entorno de los acontecimientos del 27 y 28 de Febrero de 1989 podemos pensar en la presencia de una crisis histórica de carácter político y en consecuencia se trató de una crisis de creencias en los valores socio políticos desarrollados desde un régimen de democracia formal de partidos políticos asentado sobre el bipartidismo AD – COPEI. En su fase crítica (estallido), los acontecimientos introdujeron los elementos de desorientación política y desconfianza en las instituciones del Estado, presentadas de forma espontánea y dirigida hacia una desesperación económica de la población, con ello la magnitud política del saqueo los convierten en un acto de insurgencia de naturaleza igual a las barricadas de comienzo de siglo XX en las ciudades europeas.

Dos rasgos suelen ser tratados en las crisis históricas políticas: la conciencia de la crisis y los rasgos generales, existentes en todas las crisis. En la conciencia de la crisis se expresa la presencia de entes organizados en torno a las características de quiebra ideológica, ruptura de las creencias organizativas del sistema político, no credibilidad en la estructura institucional del poder político y en consecuencia desconocimiento de la autoridad que de él emana. En nuestro caso, la sociedad política venezolana inmersa en un entorno de mundialización política, económica y cultural asumió las concepciones neoliberales expresadas en la naturaleza de las interrelaciones mundiales existentes.

La conciencia de la crisis nos señala la presencia de una tradición histórica política cuyas creencias conducen a la exclusión de la duda. En nuestro caso se trató del cuadro de interrelaciones Estado – Sociedad desarrollados en la población venezolana por el bipartidismo hegemónico en un régimen de democracia formal y representativa. La ruptura de expectativas socio políticas y económicas mantenidas por la población venezolana activa introdujo la quiebra de las creencias en la institucionalidad desarrolladas en el Estado venezolano por la social democracia y el social cristianismo. No existió un proyecto país, solo se manifestaba en la planificación del Estado las concepciones neoliberales conducentes a su reducción y desorganización. Se había impuesto la democracia neoliberal en cuya praxis al lado de los sujetos ideológicos y actores políticos del bipartidismo se incorporaron los banqueros, terratenientes, los mercaderes o defensores del libre mercado, los intelectuales orgánicos nacionales y transnacionales y en general las concepciones desarrolladas desde las transnacionales de cualquier naturaleza organizaron la desorganización de la base social de la población y la institucionalidad del Estado.

Asumimos, que al interior de la sociedad venezolana, el desarrollo de la democracia formal o representativa, su transformación en democracia neoliberal y el cambio político impulsado por el proyecto democracia representativa y protagónica se circunscriben a un conflicto de clases sociales.

Las ideologías del conflicto político se manifiestan a manera del Socialismo del Siglo XXI y el Fascismo. El Fascismo expuesta desde los sujetos ideológicos representativos del neoliberalismo y con ello los actores políticos y sujetos ideológicos se entremezclan en la interrelación imperio – imperialismo – Estado imperial

A los efectos de apreciar en detalle los canales ideológicos de la confrontación, establecida desde el conflicto político debemos considerar que en una forma amplia la opinión pública se define como una suerte de orientación política predominante en la comunidad nacional. La opinión pública ha sido apreciada por todo tipo de sistema político como un formidable instrumento de participación y por ende de legitimidad de la sociedad política frente a la sociedad civil, lo cual nos introduce en la importancia de la comunicación social organizada e institucionalizada en la búsqueda de una ideología socio política hegemónica.

Si nos ubicamos en un Estado con régimen de gobierno centrado en la democracia participativa y protagónica y economía social, la opinión Pública es el producto de un proceso de discusión en plena libertad del Foro existente, con lo cual se resalta el relativismo como condición necesaria para la pluralidad de ideas, concepciones e intereses. Por otro lado en una sociedad nacional el modelo de discusión libre y social implica trasladar al sistema político las actitudes económicas, religiosas, culturales y sociales desarrolladas desde las diferentes estructuras orgánicas de la sociedad y el Estado, incluyendo en ellas a la conocida ideología de mercado y los atractivos imperiales, por todos aquellos sujetos ideológicos y actores sociales partícipes de la dinámica existente. Recordemos que desde un marco de relaciones internacionales la sociedad venezolana se encuentra inmersa en una dinámica de guerra de cuarta generación

Al entrar a considerar los rasgos de la transición política es menester apreciar los elementos de contradicción establecidos en una dinámica dada desde el proceso de cambio político, cuya expresión de la inmutabilidad política se organizan en torno al conflicto desarrollado desde la naturaleza de las interrelaciones sociopolíticas mantenidas por el gobierno del Estado venezolano con una propuesta de construcción del socialismo, en una sociedad donde se desarrollan políticas públicas centradas en la participación, la corresponsabilidad y el protagonismo de la sociedad organizada y no se esconden los elementos de análisis del mercado. Todo ello como parte de un proyecto de economía solidaria y participación organizada de las bases de la sociedad organizadas en consejos comunales. En contraposición se expresa el gran capital desarrollado desde la mundialización imperial de la sociedad de mercado presentada en su proyección ideológica cultural con la categoría “la globalización”.

El cambio político se relaciona de manera directa con las transformaciones socio políticas desarrolladas en una sociedad y establece una relación contradictoria con la inmutabilidad política. Por otro lado, en una dinámica de confrontación la noción cambio político desempeña en si misma una función no neutra, indica la posibilidad de desarrollar transformaciones del sistema político. Dicho cambio puede ser calificado de diferentes maneras, desde un enfoque de retornar al pasado hasta la expectativa de un futuro mejor. En este enfoque el indicador resaltante del cambio político es la interrelación transición política – participación política. La interrelación mostrada guarda un carácter contradictorio con la interrelación despolitización – inmutabilidad política. Es en este entorno de confrontación y los rasgos resaltantes del presidencialismo donde la propuesta de enmienda constitucional cobra su legitimidad para ser llevada a un referéndum.



 

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Freddy Mudarra / Cristina Michelena


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