Lo del Caperucita Blanca para referirse a Ingrid Betancourt no es cuento, su partido verde nada tiene que ver con el verdor de la tierra de los indígenas, en cambio su capuza es muy blanca del polvo de cocaína que la mafia de su clase esparce por los mercados del Mundo especialmente el de los EEUU
Como nuestro País es tierra de encanto, sitio de prestidigitación, retozo de faquires, paraíso de lo paramilitares que vomita el Plan Colombia, cercado predilecto para amansar fieras que se dirían indomables, nada de raro tendría que la bruja del narcoparamilitarismo Íngrid Betancourt decidiera venir aquí armada de su varita mágica con la que rozó la Operación Jaque y la convirtió en una hazaña heroica con héroes como “mi general Padilla, mi general Montoya, mi presidente Uribe, mi vicepresidente Santos, y las viejitas de RCN y de Caracol, pintorescos plastilinicos que superan con creces en el acto de volver papilla una realidad, a Héctor, a Ulises al mismísimo Aquiles, al ceñudo Agamenón, al anciano Príamo y a su esposa Hécuba.
Podría suceder que la brujita de la coca y del sicariato descendiera de la escalerilla del avión presidencial en al aeropuerto internacional de Maiquetía con su cara de arroz con leche bien administrada gritando: ¡Uh Ah Chávez no se va! Dado sus extraordinarios dotes de maga para bailar el son que le toquen nada de extraño tendría que se presentara aquí hablando del Socialismo en el Siglo XXI, y ofreciendo sus buenos oficios para ser jefa del comando de campaña en toda Latinoamérica para la enmienda constitucional que facultaría al comandante para ser reelegido de manera continua contando como cuenta con el apoyo de la mayoría del Pueblo venezolano.
Esta brujita con la misma cara de la caperucita que violó al lobo feroz es capaz de desarmar un balín, no encontrarle nada adentro, volverlo a armar, y que le quede igualito. Como todos sabemos anda en una gira precandidatural por varios países de nuestro Continente, para suceder en la presidencia de Colombia, a ese hijo putativo de ella, capito del narcoparamilitarismo que llaman Varito Corleone.
Como Colombia está dominada por la mafia, y el método de gobierno que existe allá esta determinado por los actos de brujería que logra el milagro de que los malvados genocidas disfrazados de políticos sean los buenos y los malos y los terroristas, sean los millones de desplazados, de desempleados, los pobres y la vanguardia en armas en contra de los traidores y en contra de la ocupación imperialista del territorio y de la conciencia casi colectiva de los colombianos, suena lógico que los zorrillos de Washintong estén pensando poner una bruja como títere en el palacio de Nariño.
Ahora, sospechamos que la brujita Íngrid quiere venir a Venezuela a hacerle unos pases de sibila a Chávez para encantarlo con su taumaturgia de los agradecimientos atrasados, seguramente le traerá un souvenir de su prisión en las Selvas de Colombia, probablemente las gafas de Gafas. En esa prestidigitación, a lo mejor, la encantadora le demuestra a Chávez porque ella es más importante que los demás colombianos que estuvieron retenidos por la FARC-EP , y la por lo tanto la única merecedora de reconocimiento como heroína nacional. También la vieja brujita está interesada en convencer a Chávez que ella está predestinada por Dios y por el narcotráfico para ser Presidenta a través de la ONG que está cocinando. La bruja está loquita por demostrarle a Chávez que ellos la oligarquía y la burguesía colombiana están destinado a mandar a humillar a explotar, a genocidiar al Pueblo empobrecido de Colombia con el cuento del terrorismo guerrillero, siguiendo la máxima aristotélica “del gobierno de los mejores
Por ahí viene la bruja Íngrid Betancourt, la manipuladora de su prisión, la que comía bien, tenía buena salud en medio de la Selva y aparecía famélica; y nosotros los comunistas, y los revolucionarios socialistas que así se sientan, no la queremos en Venezuela, ni a ella, ni a su hijo putativo el mafioso Uribe. No son bienvenidos a esta tierra de Bolívar, de Miranda, de Sucre, de Luisa Cáceres de Arismendi, de Josefa Camejo de Gustavo Machado, de Pío Tamayo, de Livia Gouvernier, de Alberto Lovera, de Pedro Ortega Díaz.
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