Querido camarada Xavier Padilla, creo no leyó usted bien el artículo. Ni tan calvo, ni con dos pelucas. Es decir, sería bien aventurado de mi parte, por no decir estúpido, que pretenda echarle la culpa al pueblo. Pero, también sería un error “clamar” a viva voz por esa tan cacareada “sabiduría popular” que usted esgrime y no hacer un análisis histórico de lo que han sido los medios de comunicación privados en este país.
Querido camarada, ¿esconde usted en la palma de la mano el poder que ejercen los medios en la masa o cree usted que el 11 de abril lo parió un error de la naturaleza?
Por otro lado, camarada Xavier, mi análisis parte y está contextualizado única y exclusivamente en lo mediático, que es al fin y al cabo, lo que humildemente he aprendido a conocer, pues no es cierto que la buena voluntad y el olfato popular sean un arma insustituible en la conquista del poder. La ingenuidad se paga caro, camarada Xavier, pues terminamos como simples puristas en las fauces de la política tradicional.
Cuando hablo de ese “emborronamiento” de la línea mediática que separa a la revolución del fascismo, me traslada –de igual manera-, a los cambios quinquenales de la IV República. Esa “alternabilidad” desesperante, camarada Xavier, entre adecos y copeyanos que alcanzaron cifras record de votantes en el reinado de Carlos Andrés Pérez (I Parte) hasta otro record de votantes en el reinado de Carlos Andrés Pérez (Parte II) UN MES O DOS ANTES DE LA REBELIÓN DEL 27 DE FEBRERO DE 1989. Todo esto sin mencionar que los medios de comunicación lograron beatificar la sonrisa de Jaime Lusinchi y la bondad de Raúl Leoni -¿Acaso la “sabiduría popular” tuvo el olfato en esos tiempos de debacle democrática?
Camarada Xavier, mientras Raúl Leoni era un presidente “bondadoso que estaba acompañado de esa santa que tenía por esposa, Menca de Leoni”, en los Teatros de Operaciones torturaban, asesinaban y desaparecían a los combatientes guerrilleros. Mientras, las sonrisas beatificadas de Luis Herrera y Jaime Lusinchi, se hartaban de Toronto y Güiski 18 años respectivamente, los campesinos eran ametrallados en la sierra, en la montaña y en el campo porque “protegían a unos carajos vestidos de verde oliva”.
Mientras eso sucedía, camarada Xavier, la televisión, la radio y la prensa escrita tenían abobado al pueblo con Sábado Sensacional, John Travolta y la música disco.
Es ante el hambre, la desesperación y el paquete de Carlos Andrés Pérez que el pueblo insurge para tomar su lugar en el país. Y será con Chávez que ese mismo pueblo empieza a tomar conciencia de una palabra llamada revolución. Camarada Xavier, devuelva la cinta y fíjese cómo el pueblo en diez años de revolución va cambiando su lenguaje y va arrechándose por los errores cometidos. Pero, no me diga que la única forma de expresarse ante la derecha endógena y los que han estado frenando la revolución, toma cuerpo dejando de participar y permitiendo que la ultraderecha haga metástasis sólo por una arrechera. Esa vaina es una falta de respeto al pueblo que usted exalta y echamos a un lado su necesaria formación ideológica.
No crea, camarada Xavier, que no sé por dónde viene usted. No he sido comprado, ni le hecho la culpa al pueblo y, tenga la absoluta certeza que también sé dónde está el enemigo. Es la dermis y la epidermis, querido camarada.
Por último, camarada Xavier, disculpe que haya insultado su capacidad intelectual. Soy eso que usted veía y aborrecía en la pantalla. No es la primera vez que provoco ante la “inteligenzia” descargas de este tipo, pero prefiero a un Comandante Macoya partiéndose el culo en las montañas de Bejuma, que una computadora para hacer análisis enternecedores.
Un abrazo,
Mario Silva García
