Para la oposición, el San Vil de La Candelaria tiene la exótica propiedad de ser malo cuando lo aprueba una Alcaldía Bolivariana y bueno cuando lo desaprueba Chávez. En vez de exigir una investigación por su aceptación, ahora es cómplice de su indefendible conformidad de uso. Después no entienden por qué uno se les ríe.
El San Vil es un mall, nieto del bazar persa, que a fuer de comercial es ideológico, porque su escena está hecha para afocar, como cualquier alucinógeno. En ese templo del fetichismo de la mercancía toda compra es nerviosa.
Algún día el pueblo libremente creará alternativas a este modelo en crisis capitalista.
Este mall elimina la propiedad privada, sin socialismo, pues no solo es leonino: no se puede comprar el local, sino que obliga al inquilino a sobreexplotar a sus empleados, que no tienen ni días ni casi horas libres. Prohíbe los días de guardar por los que tanto luchó la humanidad.
En el Paro Patronal de 2002 cerraron (por algo eso se llama lockout) y los comerciantes fueron privados de su propiedad privada. El San Vil no los exoneró del alquiler durante esos dos meses. Muchos quebraron, quién sabe si entre ellos los bobolongos que se creen la cuña de la carnicería.
Los que antes lo atacaron, argumentaban con razón que ocasionaría un soponcio de servicios y que ya está Galerías Ávila por ahí. Ahora los moralistas burgueses lloran por 250 comerciantes, pero no mencionan a los ya agobiados cientos de miles de habitantes, trabajadores y transeúntes que se amargarían todavía más cuando esa mole entre en disfunciones.
Gracias a esto la porción más bobolonga de la clase media, en síndrome de abstinencia consumista, se está tragando la burrada de que la Enmienda quitará Internet. Lo inventó Julio Borges, aquejado del extravagante síndrome de arrepentirse un año después de todo lo malo que hace. Los bobolongos están despavoridos porque ha poco les cerraron el McDonald's, que puede evadir impuestos porque los antivalores de esta gente están por encima de Todo, que con razón ovacionaron el Acta de Carmona.
Y es un disparate de termodinámica: una cripta que acumula calor, que hay que compensar con aire acondicionado y solo consiente luz artificial.
Pura pérdida.
Propongo la implosión.