Hugo Rafael Chávez Frías ¿qué es el liderazgo? el Poder y el poder y la enmienda

La Historia nos permite conocer, en forma sesgada, hechos históricos que, parcialmente, nos narran acontecimientos, generalmente, épicos, gloriosos, militares, heroico de pueblos y personajes que se convierten en leyenda, tradiciones, cuentos, narraciones, unas veces agradadas, en otras rechazadas por las sociedades propias y extrañas. Es de reciente data, relativamente, las historias sociales, económicas, locales y en el campo de las ideas que han permitido acercarnos, un paso más, hacia la “objetividad histórica”. Es decir, no hay Historia objetiva ni hay comentario objetivo sobre sucesos históricos porque no se logran incluir en los análisis históricos todas y cada una de las variables que rodean los “hechos históricos”; por tanto, al criticar los comentarios históricos de comentaristas, particularmente, cuando la crítica hacia éstos comentaristas proviene de los considerados como “expertos en historiar”, es fundamental mantener un grado de respeto a las ideas expuestas, del expositor, tomando en atención las circunstancias sociales que circundan dichos comentarios sean éstos de tirios y/o de troyanos.

La frase: “El fin de la Historia” que es un concepto ideológico muy importante, además de absurda, es un concepto ideológico con una finalidad concreta: sustentar el sistema capitalista (ideológicamente) suponiendo que las tesis marxistas son inviables por la praxis temporal desarrollada en sociedades agrarias (léase: Rusia y China, fundamentalmente). Colateralmente, los cuerpos ideológicos criollos no han afrontado con la misma vehemencia que confrontan a Chávez, la Revolución Bolivariana y la tesis del “socialismo del siglo XXI”, la tesis propuesta por Fukuyama aun y que el propio creador se ha corregido a sí mismo. De aquí que podemos hacernos la pregunta: ¿para qué sirve la Historia? si no tratamos de alcanzar algo de la “objetividad” histórica en y para el presente. Ni Chávez es Bolívar, ni Bolívar es Dios; Bolívar fue un “líder con Poder” cuyo ideario se ha mantenido en el tiempo histórico y en el inconsciente popular.

El concepto liderazgo está descrito como: “…process of social influence in which one person is able to enlist the aid and support of others in the accomplishment of a common task...” (“...un proceso que influye socialmente en la cual una persona está en capacidad de obtener la ayuda y el apoyo necesarios para alcanzar un bien común…”) Analizando el concepto podríamos desglosarlo en las siguientes frases: ·”proceso que influye socialmente”; “persona, ayuda y apoyo necesarios”; “alcanzar bien común”. El actual proceso bolivariano impulsado por aquellos sectores militares y civiles tiene, objetivamente, una influencia que se podría medir, su aceptación, por encuestas; negarlo es actuar como el jamelgo en la noria.

La Historia nos enseña que las sociedades, en frecuentes ocasiones, están más desarrolladas, en el consciente, en sus objetivos socio-económicos que los intereses de sus propios liderazgos. Es por ello que las contradicciones en las relaciones “sociedades-liderazgos” podrían concluir en expresiones sociales violentas como las conocemos, históricamente, por ejemplo, con la Revolución Francesa que a pesar de sus objetivos alcanzados, temporalmente, solo se pudieron conjugar y satisfacer en tiempos futuros y no, como algunos nos tratan de inculcar, al mismo tiempo que se desarrollaban los acontecimientos revolucionarios parisinos. En ese orden, las sociedades, inconscientemente, buscan a “la persona” que, en comunión, represente, exprese y ejecute esas aspiraciones socio-económicas a las cuales aspiran esas sociedades. Es evidente que al encontrar ese liderazgo se avocan a la consecución de los objetivos apoyando las propuestas políticas, económicas, sociales e ideológicas del “líder” quien se encuentra en sintonía con esas aspiraciones arriba en mención.

El análisis marxista del desarrollo de las sociedades nos podría sugerir como se han desarrollado las contradicciones entre las sociedades y los liderazgos. Nos enseña como esas contradicciones y asimetrías cotidianas se contraponen porque los objetivos de los liderazgos, históricamente, siempre han buscado, sostenido y consolidado “su bien común”, es decir, sus intereses que, generalmente, han sido “egoístas”. Es por ello que es imprescindible diferenciar entre el “bien común” de la sociedad como un todo como un ente nacional y el llamado “bien común” de liderazgos apartados y ajenos a las sociedades que tratan de mantenerlas subyugadas, dormidas y alienadas en el Tiempo.

Para ejercer el liderazgo es necesario, objetivamente, detentar el “poder” (con “p” minúscula) pero para alcanzar los objetivos aspirados de las sociedades, es decir, los objetivos del “bien común”, es necesario ejercer el “Poder” (con “P” mayúscula). Buscando la explicación histórica de las diferencias entre “poder y Poder” nos vamos a permitir referirnos a algunos liderazgos conocidos. Vayamos, por ejemplo, al caso de Rómulo Betancourt. Es indudable que don Rómulo, cuya memoria respetamos, fue un “líder” pero sin “Poder”; es decir, ejerció el “poder” en la más Alta Magistratura nacional pero nunca logró el control del Poder que residía, para aquellos tiempos históricos, en Washington; prueba histórica demostrable fue la esencia misma del “puntofijismo”. Otro ejemplo podría ser, Fidel Castro, quien además de ejercer el “poder” alcanzó el ejercicio del “Poder” logrando el “bien común” para el pueblo cubano e influir allende los mares. No vamos a demostrar, históricamente, nuestra tesis ya que es de conocimiento público los “hechos históricos”.

¿Qué significa la enmienda con relación con los objetivos históricos del “bien común” a la que aspira la sociedad venezolana y su relación socio-ideológica con el actual liderazgo de Hugo Rafael Chávez Frías? Sería absurdo además de manifestar una muy seria ignorancia histórica, el porqué hay y se manifiesta una profunda comunión entre el liderazgo de Chávez Frías y el llamado “pueblo”. Los expertos en “Historia de las Ideas”, si así lo consideraran, podrían, fácilmente, demostrar el porqué de esa comunión entre el “líder y su pueblo”.

Por otro lado, negar que hay Historia en la persona de Simón Bolívar y en su ideario y que esa Historia y ese ideario es la base del “ideario popular e inconsciente” de lo criollo nacionalista, es tratar de negarse a uno mismo a menos que por razones ideológicas de la “generación del 98” [español] se busque mantener y sustentar las tesis mantuanas y eurocéntricas hacia y en una realidad histórica actual de una Región [americana] que se ha alargado los pantalones para expresarlo en términos andinos para su mejor comprensión.

La “enmienda” representa el objetivo del “inconsciente histórico” implícito en el ideario bolivariano y es inevitable su aprobación porque el “pueblo criollo” ha traído al consciente ese objetivo que desea convertirlo en realidad. Desea convertirlo en realidad no solo por los objetivos buscados en el “bien común” sino porque en el ideario bolivariano lo fundamental es que esa sociedad criolla alcance evolutivamente y buscando la perfectibilidad constitucional el ejercicio de su propia soberanía global.

Por ello, cuando nos referimos al “pueblo criollo”, nos estamos refiriendo a ese proceso histórico que desde los tiempos impulsados por Simón Bolívar cuando conjugó y aunó los idearios del pueblo convertido en ejército y del ejército transformado en pueblo. Por eso las tesis que se están expresando con motivo de la enmienda desde el lado de lo “mantuano y su ideario” buscan la sumisión del “pueblo criollo” a sus mezquinos intereses con el objetivo de alcanzar el convencimiento del “pueblo militar” a favor de lo histórico-superado y que están, evidentemente, en contradicción con la esencia misma de la propuesta y la razón de ser de la enmienda porque ese sector godo-mantuano (léase: burguesía y pequeña burguesía capitalista alienada) no está en comunión con “...un proceso que influye socialmente en la cual una persona está en capacidad de obtener la ayuda y el apoyo necesarios para alcanzar un bien común…” ya que no tienen un liderazgo, no proponen un proyecto de “bien común” y no logran la “ayuda y el apoyo” de esa sociedad criolla que ha traído al consciente el “Ideario de Bolívar”.

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Miguel Ángel del Pozo


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