El tercer Estado

"Las Águilas Negras volaron a Venezuela", es el título de un reportaje del diario El Espectador (Bogotá) publicado el 31-0109, el cual comenté en mi programa de televisión. El periodista Enrique Vivas recorrió el Táchira "donde estos grupos montaron estructuras ilegales que se convirtieron en un poder que controla casi todo y ofrece hasta seguros de vida". Inicia el trabajo con esta anécdota: "Pedro Díaz está seguro de que hasta enero del próximo año vivirá sin miedo y que tampoco atacarán a los suyos. El se blindó de estos males comprando un seguro de vida de cuatro millones de bolívares que las Águilas Negras le vendieron por cuotas y que le permite transitar con claves y señales en el Táchira, un estado en el que a estos grupos se les atribuye el 85% de los homicidios registrados en 2008.

El seguro forma parte de la realidad venezolana, sobre todo en San Cristóbal, San Antonio del Táchira, Ureña, Rubio, La Fría y Barrancas, poblaciones de la frontera colombo-venezolana donde trabaja Díaz, director de la fundación "Una Luz por la Vida", ONG que se encarga de contabilizar las víctimas del sicariato".

Pedro Díaz explica en el reportaje cómo contactó con la organización delictiva en la iglesia la Consolación de Táriba donde le hicieron firmar un documento y le entregaron una calcomanía para la identificación del carro. En un escudo, en apariencia del Deportivo Táchira, que tiene un águila hay una clave fácil de identificar. No es la única señal que contempla el seguro. Cuando sale, por ejemplo, para Elorza (Apure), presenta una cuchara; cuando va a La Fría (frente a Puerto Santander), muestra en la alcabala un jabón de baño. "Eso se llama la vacuna de la vida", y sostiene que prefiere pagar seguro a las Águilas Negras que a las escoltas que le brinda el Gobierno.


La organización, integrada por paramilitares y narcotraficantes procedentes de Colombia, reúne dinero cobrando protección a personas que viven en los barrios de San Cristóbal, plazas de mercados, inversionistas del centro comercial Sambil, vendedores ambulantes y zonas industriales. Los jefes forman parte de un poder concreto, pero mimetizado, que opera en la sombra. Su influencia en la frontera y otras regiones del país --ya operan en barrios de Valencia, Maracaibo, Caracas-- se extiende como una mancha de aceite e infiltra organismos del Estado venezolano, policiales, militares y autoridades civiles que participan del delito. Esa tenebrosa imbricación del Estado de facto con el Estado institucional explica el auge delictivo que reproduce en territorio venezolano las aberrantes prácticas de la delincuencia colombiana que, fatalmente, drena a Venezuela. Concluye el reportaje -ojalá lo leyeran nuestros gobernantes y todos aquellos que ejercen funciones públicas importantes-, con esta consideración: "Así es la frontera viva, la que tiene familiares en ambos lados, la que hace oídos sordos cuando Bogotá y Caracas desechan las vías diplomáticas, la que intenta no dejarse morir de hambre y la que permite que las Águilas Negras abran "franquicias" o crucen como Pedro por su casa por 190 trochas clandestinas".


¿Acaso no estamos ante la existencia de un "tercer Estado", ubicado entre el colombiano y el venezolano, el de la delincuencia que funciona con recursos de todo género, que se impone con el miedo, que reemplaza a nuestro debilitado Estado y cuenta con la benevolencia del otro Estado, Colombia? ¿Cuándo se procederá a desmantelar, con la energía que emana de los organismos de la defensa nacional, de la Constitución y las leyes de la República, ese Estado intermedio, letal, apuntalado en el delito, presente en la frontera y que ya se extiende al centro del país? Recibo denuncias alarmantes sobre esta situación --dramáticamente reflejada en el reportaje de El Espectador--, y cada día se hace más urgente una respuesta contundente antes de que sea demasiado tarde.


El día después

Voy a referir la siguiente anécdota, violando la confidencialidad a que obliga la relación con un amigo. En las palabras que pronuncié en el Panteón Nacional el pasado 2 de febrero con motivo de los 10 años del gobierno bolivariano, manifesté que el presidente Chávez debe completar su obra tendiendo puentes para el diálogo. Al terminar el discurso, el Jefe del Estado me dijo: "Tomaré en cuenta tu recomendación".

¿Qué relación hay entre ese coloquial momento y la etapa que comenzará a vivir el país a partir de este lunes 16, es decir, el día después del referendum sobre la enmienda? Aún en los momentros más difíciles y complicados de este proceso que vive Venezuela, he abogado por la necesidad de recomponer la relación entre los venezolanos. He sido crítico implacable de una oposición que no ha querido entender que el país cambió; que vivimos una etapa en la que muchas cosas quedaron atrás; que hay nuevas concepciones sobre el liderazgo, la democracia, y que el tema social es determinante.

La oposición en general --salvo excepciones-- no ha querido entender que existe una nueva institucionalidad y que constituye una torpeza embestir contra ella, cuando lo que se plantea es participar respetando las reglas de juego. Por encima de la racionalidad ha privado el odio, singularizado en la figura de Chávez, y la actitud voluntarista de sacarlo del poder como sea. Fundamentalmente por las malas.

Insisto: los venezolanos no podemos vivir eternamente divididos y cazando la oportunidad para hacernos daño recíprocamente. Hay muchos compatriotas que se oponen a Chávez y al proyecto bolivariano, pero que están dispuestos a convivir, a colaborar en el rescate de la tolerancia. Y hay grupos irreductibles que no renuncian a la violencia y aguardan con impaciencia la oportunidad para acabar con el chavismo. Hay que estar claros de que esa es la actual situación.

El papel de Chávez, quien siempre demostró disposición a dialogar --siendo rechazado en cada oportunidad con torpes desplantes por los potenciales interlocutores-- hoy por hoy es determinante en este tema. Nada pierde Chávez con insistir en la apertura; con tender puentes. Claro está que en el marco de la Constitución, respetando la legitimidad que él encarna como Jefe de Estado. En definitiva, quien gana con una iniciativa de esta naturaleza es Venezuela.

Cualesquiera sea el resultado electoral del 15 de febrero -que para mi está claro-, bien se imponga la opción SI o la opción NO, considero que gobierno y oposición están obligados a ofrecerle a los venezolanos una alternativa con menos tensiones. Destinada a romper la polarización y a echar las bases para la normalización de la vida nacional. Escribo a pocas horas del referéndum y sería temerario de mi parte hacer pronósticos. Pero puedo afirmar con responsabilidad que, ante todo, hay que respetar el resultado de la consulta popular y, luego, darle lectura apropiada al pronunciamiento que, sin duda, tiene que estar en sintonía con el deseo de paz y sosiego que anida en cada compatriota. Ojalá que así sea: es el ahelo de todos para este tiempo que hoy comienza.

jvrangelv@yahoo.es


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

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