José Vicente Rangel plantea dialogar con la oposición. Es una proposición honesta, valiente y sensata. La paz hay que concertarla con el enemigo, decía Yasir Arafat.
Ahora bien, dialogar, sí, pero pasa que la dirigencia con quien tendríamos que dialogar tiene un largo e intenso historial de falsos positivos, es decir, entre muchos ejemplos de puentes tendidos, apenas terminó el Golpe de Abril, el Presidente llamó a unas mesas de diálogo que la dirigencia de oposición pateó con la mayor arrogancia, la misma que ahora pide diálogo no sé para qué. La primera vez que me mientes es tu culpa; la segunda es mi culpa. Fueron a las mesas precisamente a no dialogar, a romper el coloquio y lo rompieron, con cualquier pretexto.
La dirigencia opositora ha demostrado, entre mil vicios, una radical falta de seriedad y de fundamento. Pura pérdida. Uno no sabe dónde encontrarle algo positivo, si es que lo tiene. Como dice el Presidente: No sabe ni perder ni ganar. Son, aparte de todo lo otro mucho que sabemos, unos badulaques. ¿Cómo se dialoga con badulaques? ¿Vamos a un diálogo o a una guachafita? No tengo nada contra la guachafita, aclaro, pero que quede claro que es una guachafita y no un intercambio serio con personas serias sobre cosas serias.
El problema radical vive en que no tienen autonomía. Tienen que ir a que les giren instrucciones en Puerto Rico. Por eso me parece mucho más productivo dialogar con el dueño del circo que con sus payasos.
O con la gente. Es decir, con quienes no ocupan posiciones de mando en la oposición. Me refiero a quienes marchan y votan siempre contra Chávez, así sea por Ledezma. No solo no puede haber cinco millones de oligarcas, sino que no pueden ser cinco millones de indecentes. Sobre todo que muchos de quienes votaron por el “no” viven en los cerros. ¿Por qué? ¿No sería conveniente dialogar puertas adentro sobre el porqué? ¿No sería conveniente dialogar directamente con esa gente sobre el porqué de su decisión sea de votar “no”, sea de no votar? ¿Por qué no escuchamos con atención lo mucho que tienen que decir?
En cuanto a la dirigencia de oposición, habrá que esperar qué nuevas instrucciones le imparte Obama, si es que son diferentes a las que todavía obedecen.
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