El cronista Jesús Cumare ha reaparecido –en días recientes- en diversos medios de circulación regional y nacional, esgrimiendo la tesis de que hay que cambiarle el nombre al estado Vargas y bautizarlo como “estado Guaira” [*] (¡!). Ya en 2005, en la edición del diario El Nacional del 29 de junio, página B-16, Cumare afirmó lo siguiente: “Nos quitaron el gentilicio de guaireños para ponernos el de varguenses, como si no tuviéramos arraigada una denominación que nos identificaba con nuestra zona (…)”. Más adelante agregaba otro argumento falaz: “(…) La gente suele describirse como residente de La Guaira, aunque viva en Caraballeda, Caribe o Catia La Mar [¡!] (…)”.
En aquella oportunidad le respondimos a Jesús Cumare, tal como lo haremos ahora: para empezar, estimado cronista, lo que se fundó como La Guaira el 29 de junio de 1589, dista bastante de parecerse en su composición geográfica, cultural y social a lo conocido en la actualidad como la jurisdicción del estado Vargas; sin duda ahora es un territorio mucho más amplio. El gentilicio “guaireño”, efectivamente, se usa para los residentes de La Guaira, una de las 11 parroquias integrantes del estado Vargas. En nuestros días, el concepto de La Guaira y de “guaireño” se circunscribe a una realidad y zona específicas dentro del contexto geográfico del Litoral Central y por lo tanto se queda corto al momento de definir al conjunto de los habitantes de todo el Estado. Por el contrario, el gentilicio derivado de nuestro prócer José María Vargas, el vocablo “varguense”, sí abarca íntegramente una realidad político-cultural-social latente en la zona norte costera criolla y es el denominador común para todos los que vivimos en el litoral. Por tal razón es mentira que, como ha sostenido Jesús Cumare: “(...) La gente suele describirse como residente de La Guaira, aunque viva en Caraballeda, Caribe o Catia La Mar (...)”. Igualmente, Cumare ha dicho a principios de marzo de 2009: “(…) quienes se desplazan a nuestro estado provenientes del interior o de la capital dicen ‘Voy a La Guaira’ [¿?], aún cuando en realidad van a Macuto o a otra parroquia (…) el término ‘varguense’ no logra calar en la identidad [¡!] (…)”.
Pues resulta que es cierto: los que NO SON de Vargas –sean de Caracas o el interior- hablan de “ir a La Guaira”, lo cual es evidentemente una imprecisión para cualquier habitante de este terruño. De hecho, los varguenses reconocemos a los foráneos de anteojito: hablan de estar en ‘La Guaira’, cuando realmente se encuentran en Catia La Mar, Maiquetía o Caraballeda. En más de una oportunidad, uno que otro cándido ha terminado –por equivocación- en una playa de Caribe o Macuto, cuando –por ejemplo- su intención inicial era venir al Círculo Militar de Mamo, en Catia La Mar. Todo por culpa de la mala costumbre de referirse al Litoral Central como “La Guaira”.
Es como que si en Caracas se impusiera el topónimo de Chacao o el de Catia, para identificar a la capital de la República, lo cual sería una afrenta histórica y generaría una completa confusión entre propios y extraños.
Con respecto al gentilicio “varguense”, éste ha sido asimilado y asumido, con inmenso orgullo, por la gran mayoría de los ciudadanos del Litoral Central. Por lo tanto, es una falacia lo que señala Cumare en relación con la identidad regional del estado más “joven” del país.
Invito al cronista a comprobar cada línea esbozada en este breve ensayo, “in situ”: váyase un día cualquiera a Capitolio y podrá constatar las diferentes “variaciones” de la ruta suburbana “Caracas-Litoral”. Allí caerá en cuenta de que, por ejemplo, La Guaira no es Catia La Mar, ni viceversa.
elinodoro@yahoo.com
Tesista de Idiomas Modernos en la UCV
[*] Más bien sería “estado La Guaira”, ya que el nombre completo de la parroquia incluye el artículo femenino definido, “la”, en singular. Véase: Catia La Mar, La Vega.