Mi banco y yo

Luego de tantos años y décadas donde cada uno de los países hermanos ha estado teorizando sobre el desarrollo de este continente sudamericano, parece ser que nos encaminamos a la creación de un banco muy propio de los latinoamericanos, de una instancia financiera que apalanque el despegue de innumerables proyectos destinados a la evolución de nuestras naciones.

Era hora de que así ocurriera y terminar de desprendernos de las infaustas orientaciones y convenios que han ocasionado dolor, miseria y muerte entre los latinos; de organizaciones mortíferas que han clavado sus afilados colmillos –en complicidad con sus agentes criollos de mentalidad colonialista- en nuestros gobiernos y desangrado nuestras vidas. De modo que por eso celebramos las reuniones entre los representantes de cada una de esas naciones para discutir la creación del Banco del Sur, nuestro banco.

Por fin los latinoamericanos se prestan a dar el salto hacia la unidad soñada, y comenzar a accionar en colectivo hacia proyectos concretos, como el caso del Banco del Sur, que permitan descolonizar nuestras naciones, transculturizadas a más no poder por las grandes empresas del mundo, las mismas que han hecho sus multimillonarios capitales a fuerza de apalear nuestras vidas con imposiciones neoliberales, al extremos de intentar vender cuanto recurso natural tuviésemos, con tal de que esos vendedores disfrazados de políticos, economistas, inversionistas y otros sujetos de similar estirpe, echaran en sus bolsillos las jugosas comisiones en dólares de las que hoy, todavía, viven.

Porque eso, seguro, es lo que ha estado pasando en nuestros países desde hace décadas y años. Aquí todo el mundo lo sabe. Como escribió el ilustre peruano Francisco García Calderón en Las democracias latinas de América La creación de un continente, publicación de la Biblioteca Ayacucho:

“Al igual que los generales de Alejandro, muerto él, se disputaban las provincias de Europa, Asia y África, despojos del festín imperial, fundaron dinastías en plena decadencia oriental, los generales de Bolívar ejercieron su dominio durante medio siglo sobre la vida americana”.

Y, como es de esperarse, unos cuantos de esos hombres, considerados inconscientes, sembraron el continente de conductas distanciadas de lo que fue Bolívar y se dividieron el país y regaron la avidez por el oro, las tierras y el poder político, que es a lo que se ha estado enfrentando en Venezuela la revolución bolivariana.

Y por eso están por allí, retorciendo verdades y mintiendo a más no poder, a través de los medios de comunicación asociados, utilizando los dineros del país para ir en contra del país, porque como fueron desechados por la mayoría ciudadana, no terminan por entender que están y seguirán estado derrotados. Ese es el karma de los oposicionistas. ¿Qué peso puede tener la victoria de la oposición en cinco gobernaciones, contra una victoria mayoritaria de la revolución bolivariana en 17 gobernaciones? Mientras los opositores inconscientes no inventen una nueva matemática, de carácter universal y que compruebe lo contrario, seguirán siendo una minoría.


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Pedro Estacio


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