Todo comenzó después
que terminó la segunda guerra mundial cuando los EEUU se afianzaron
mundialmente como la superpotencia económica, el centro del capitalismo
que había nacido en el siglo dieciocho como un sistema codicioso de
creación y acumulación de la riqueza se desplazo hacia New York. Con
el 50% del PIB mundial, las mayores avances científicos, tecnológicos
y de productividad en sus manos, las reservas de oro del planeta en
sus manos, la nación estadounidense se convirtió en el gran acreedor
del resto del mundo. El dolar se entronizó como la moneda mundial desde
las decisiones de Bretton Woods .
Desde la casa de bolsa
de la Calle del Muro (Wall Street) se dirigió la economía mundial,
todos los seres que pueblan el planeta Tierra pasaron a depender directa
o indirectamente de las decisiones de los especuladores de bolsa neo-liberales
que se daban cita en el “casino” la Calle del Muro. Cuando
se derrumbó la Unión Soviética, la orgía de especulación financiera
alcanzó ribetes paroxísticos. El los dorados años noventa eran comunes
los programas ajustes económicos perentorios que desde allí hacían
los neoliberales a los países en desgracia: los paquetazos de
Fondo Monetario Internacional; los países en “vías” de desarrollo
teníamos que pagar hasta el 80% de sus PIB al servicio de una
Deuda Externa que nunca se pagaría completamente, porque aumentaba
a medida que se iba pagando, mientras mas pagábamos mas debíamos;
se nos vendieron las mágicas soluciones económicas yanquicéntricas
que emergían del sombrero del Tio Sam: el ingreso a la Organización
Mundial del Comercio, el Acuerdo de Washington, la globalización, las
privatizaciones, dolarización de la vida, el endeudamiento brutal,
el ALCA, etc, etc. Todo ese conjunto de pirotecnia económica capitalista
y neoliberal la pagamos los países en desarrollo con millones de muertos:
muertos por guerras, hambre, miseria y destrucción. Las artimañas
del neoliberalismo capitalista son difíciles de ver, porque son presentadas
con un estuche de terciopelo. Afortunadamente tenemos lideres que ven
clarito y nos hacen ver la realidad. Si nos hubiéramos embarcado
en el ALCA, ahora mismo estaríamos en la antesala del infierno.
Luego que explotó la
bomba en el centro de operaciones mismo del sistema capitalista, en
la Calle del Muro o Wall Street,
las cosas han variado, una reacción en cadena se expande por todo el
globo terráqueo. El país que exigía a los demás que se ajustaran
ahora debe ajustarse, pero hasta ahora los billonarios rescates económicos
que ha ordenado la administración de Barack Obama para salvar a las
corporaciones a costa de los dineros del pueblo estadounidense no han
funcionado; desde Europa le exigen a EEUU que asuma sus responsabilidades
en la crisis; los asiáticos que han construido sus propios sistemas
de desarrollo miran con cierto desden a los otrora poderosos;
el mundo Árabe con sus grandes reservas energéticas asumen la crisis
con la conciencia de tener razonables ventajas en la mesa de negociación;
el África negra tiene mucho que decir en esta hora de la historia;
la América Latina unida debe asumir su papel histórico que le cabe
en esta coyuntura mundial.
Venezuela tiene un papel
fundamental que jugar en esta en este momento. El liderazgo del presidente
Chávez adquiere particular relevancia, y su gira por el medio y lejano
oriente hay que verla dentro de ese complicado ajedrez que significa
la gran interrogante de la gran crisis mundial actual.