Dentro de la sociedad capitalista la disputa política se presenta de dos formas principales:
Una, cuando
la disputa es entre fracciones capitalistas. En este caso no se pone en
peligro el sistema, allí lo que se dilucida es la fracción que lo va a
dirigir.
La consulta
electoral es una operación narcotizante y capturada por el sistema, las
fracciones en pugna simulan diferencias para que todo quede dentro del
capitalismo. Un buen ejemplo son los demócratas y los republicanos en
Estados Unidos, y fue el caso del pacto de punto fijo.
El método
es bueno, es muy bueno, pero no es cien por ciento eficaz. La debilidad
está en la necesidad de aparentar libertad, es así que en ese ambiente
se cuelan opciones antisistema que penetran por las grietas del método
de dominación, ese es el origen de la Revolución Pacífica. Es el caso
de Allende en Chile, y del Comandante Chávez en Venezuela.
Con el
arribo de la posibilidad de Revolución Pacífica, se abre un nuevo reto
teórico y práctico a la Revolución. Ahora es necesario estudiar y
descubrir las leyes que la rigen y adaptarlas a la realidad Veamos.
En la
Revolución Pacífica es necesario, por su misma naturaleza, transitar
durante un trecho por el camino de las elecciones oligarcas. Esto ya es
un gran desafío, se puede decir que este terreno minado es una barrera
de seguridad que el sistema impone a las revoluciones que consiguen
superar el formidable obstáculo de las elecciones amañadas, del cerco
mediático, de la inmensa fortuna necesaria para participar en ellas,
etc.
¿Entonces, cómo superarlo, qué hemos aprendido?
Aprendimos que con las Revoluciones Pacíficas, la
oligarquía astutamente cambia su conducta electoral, nunca reconoce la
mayoría de la Revolución, no legitiman a la Revolución por vía
electoral. Participa en las elecciones no como un torneo
limpio y democrático, sino para buscar puntos de apoyo para la disputa
principal, la disputa por la hegemonía que perdieron.
Es
así, en la Revolución Pacífica para la oligarquía las elecciones no son
instrumento para medir quién tiene mayoría y de allí deducir la
hegemonía, al contrario, son instrumentos para conquistar colinas y
desde allí bombardear a la legalidad, a la hegemonía revolucionaria.
A las
elecciones futuras y a sus resultados tenemos que darle este carácter.
Ya lo advertía Chávez, si le facilitamos puntos de apoyo a los
oligarcas, si votamos en las elecciones, o dejamos de votar por razones
subalternas, locales, entonces la Revolución pierde posiciones
hegemónicas que son transferidas a la oligarquía, y tarde o temprano
esta situación dual desembocará en un enfrentamiento.