Invadir el Ávila no es revolucionario

En este país existen unos cuantos confundidos y más que confundidos, son confundidos adrede. Quieren interpretar el humanismo de la revolución bolivariana a su manera y también se desviven por alabar al Comandante Chávez, a ver qué cosa consiguen. Eso hay que tenerlo claro. Y esto lo decimos no tan solo por quienes dicen ser revolucionarios, se montan la bandera con las ocho estrellas en el cuello, las gorras y las franelas y dicen que no pelan una marcha.

Lo decimos porque algunos suelen ser variopintos, varioniveles, varioprofesionales, varioestamentos, variomarxistas, varioleninistas, varioluxemburguistas, variomartinistas, varioguevaristas, variofidelistas y ahora varioraulistas, sin dejar de mencionar a los que la gente en la calle dicen que son variodolaristas, variocomisionistas y demás varioaprovechadores.

En ocasiones, estos ciudadanos variopintos (que es una forma de enmascaramiento o de franelamiento o emboinamiento, a veces sutil y otras no) intentan y hasta consiguen burlarse de la revolución bolivariana, a punta de una presunta ingenuidad revolucionaria.

Nos referimos, por ahora, a quienes osadamente arremeten las veces que les da la gana contra el pobre cerro El Ávila. Es un patrimonio, no sólo de Venezuela, sino de la humanidad y pese a ello, viene siendo agredido paulatinamente.

Que ahora hayan intentado unas presuntas familias montarse en El Ávila, por los lados de la carretera vieja Petare-Guarenas, es lo mismo que lo que hicieron en el pasado encima del hospital de Lídice, donde instalaron un destartalado barrio de cartón en busca de dinero o viviendas, porque por esos lados vienen quemando El Ávila desde hace años, el mismo admirado y pintado por el fallecido Manuel Cabré.

Parecen ser los mismos que montaron a otro gentío por allá por El Pinar y han generado un ecocidio, tal y como lo vienen haciendo en El Ávila. ¿Quiénes se hacen los locos con lo que ocurre en El Ávila? Por el hecho de que algunas situaciones de la vida real aparentan ser incontrolables no significan que la revolución no pueda transformarlas.

La revolución bolivariana es un proceso político de transformación ciudadana, de educación a las personas, de concientización acerca del rol de los ciudadanos en la vida, pero la revolución también significa orden, organización y control del estamento social y eso es lo que todos debemos entender y presionar hacia ese camino.

La revolución no es un asunto de moda o de un comunismo light, es un compromiso con la verdad, la ética, la esperanza, el respeto, la soberanía, el amor y esos otros valores que hacen posible la identidad de un pueblo.

Tenemos que decir, finalmente, que es inaceptable y equidistante de la revolución, la depredación del medio ambiente, ese que se produce con las invasiones: las nuevas y otras olvidadas.



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Pedro Estacio


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