El presidente Barack Obama, a petición del gobierno de Irán, reconoció la responsabilidad de Washington en 1953 en el derrocamiento de Moahamad Mossadegh, quien había desarrollado una política petrolera nacionalista.
Debieron esperar 56 años para admitir su vergonzosa injerencia.
Sólo transcurrieron 27 años para que el presidente Clinton ordenara la desclasificación de mas de 20 mil documentos (cerca de mil de la CIA no fueron tocados) que confirmaron la directa injerencia de la Casa Blanca, el Departamento de Estado, la CIA y otras agencias en el golpe que derrocó al presidente Salvador Allende y provocó su muerte.
Pero han pasado 61 años del asesinato del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán y desde Washington no ha salido la menor señal de su responsabilidad en el crimen del 9 de abril de 1948, que ha generado la violencia armada en el vecino país. La verdad sea dicha, no ha habido un solo gobierno de Bogotá que pida la necesaria desclasificación.
Apenas comenzó la "guerra fría" en 1948 se desencadenó una oleada de golpes de estado, iniciada en Venezuela contra Gallegos (24-nov) y en Perú contra el presidente Bustamante (29-nov), que se desarrolló en 18 países latinoamericanos, en algunos, como Bolivia, se repitieron durante años. No se salvó ni Brasil, en el 64 tumbaron a Goulart y se estableció un gobierno militar que alguna vez hizo decir a Nixon que "por donde marche Brasil marchará América Latina". No ha sido posible que se desclasifiquen papeles del Pentágono y de la CIA que muestren cómo EEUU estuvo involucrado en casi todos.
Caso especial. Eso ha sido Cuba. Creo que no hay país en el mundo que, sin declaratoria de guerra, haya sido tan acosado, por todas las vías y métodos, para desestabilizar, derrocar al gobierno revolucionario y asesinar a sus principales líderes.
Al menos tres libros recogen ese proceso de medio siglo: La Guerra Secreta Operación Mangosta, de Fabían Escalante, fundador de los servicios de seguridad cubanos; El mérito es estar vivo, del periodista Luis Báez, y Las reglas del juego: 30 años.
Historia de la seguridad cubana, citado por Báez, además del "Informe de la comisión Church", un senador que dirigió una investigación sobre algunos de estos hechos. Allí está la historia de esas agresiones que incluyen más de 600 intentos de magnicidios, entrevistas a algunos de los participantes y dejan en evidencia la altísima responsabilidad del presidente Kennedy y de su hermano, el procurador Bob Kennedy. "La necesidad de matar a Castro se convirtió en una obsesión presidencial tras el estrepitoso fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos en abril de 1961, y siguió siendo una obsesión hasta el final", escribe el periodista investigador Seymourh Hersh en La cara oculta de J.F. Kennedy. De esos intentos de magnicidios, hubo varios que estuvieron a punto de terminar con la vida de Fidel Castro.
En Venezuela. El presidente Carter, luego de conocer la injerencia estadounidense en los intentos de asesinato de líderes del exterior, dictó una resolución prohibiéndolas y obligaba a suministrar a las posibles víctimas la información que al respecto manejaran sus servicios de inteligencia. Una mañana, el embajador John Maisto se reunió con el vicepresidente Rangel para notificarle que por imperativos legales de su país le informaba que se preparaba un atentado contra el presidente Chávez, con participación de venezolanos
yextranjeros. Chávez recibió el informe y se tomaron las medidas de seguridad respectivas.
No fue esta la única conocida por los servicios de seguridad de EEUU, pero ocurrió que el presidente Bush revocó esa resolución. La CIA quedaba con las manos libres. Toda su política de injerencia en los asuntos internos de otros países, incluidos atentados, tenía otra vez luz verde. No sé si recuerdan cómo desde Washington se anunció hace poco menos de dos años la creación de una división especial para Cuba y Venezuela, que se agregaba a las otras cinco de la CIA: Irán, Corea del Norte, antiterrorista, contra el tráfico de drogas y el tráfico de armas.
Desde entonces tiene centenares de hombres, equipos de toda naturaleza, recursos económicos, etc, dedicados a estudiar y planificar acciones para desestabilizar al gobierno venezolano, derrocarlo si es posible, y eventualmente atentar contra Chávez, considerado por algunos expertos como la única salida para frenar su revolución y su influencia en la región, que es lo que más les preocupa. Eva Golinger ha hecho importantes aportes para descubrirlos. Nadie puede pensar que la CIA tiene esa división especial sólo para levantar estudios de inteligencia, conocidos sus oscuros antecedentes en el mundo.
Una parte del país no cree en las denuncias; sus obsecadas posiciones los llevan a tal incredulidad que en caso alguno confiarán en ningún informe, no importan las evidencias y pruebas que se presenten. Pero esa falta de confianza se extiende a otros venezolanos quienes creen que se ha abusado con tales denuncias, algunas de las cuales no tienen el debido sustento.
Lo cierto es que el riesgo existe. ¿Por qué dudar que la CIAPosada Carriles lo intentaran en el vuelo de Chávez a El Salvador, si quedó demostrado que lo planificaron contra Fidel Castro en las cumbres de Madrid (1992), Cartagena (1994), Margarita (1997) y Panamá (2000)?
Salto de talanquera
¿Ustedes recuerdan a Francisco Flores? No ¿Y a Luis Ernesto Derbez? Tampoco. El primero es ex presidente de El Salvador y Derbez ex canciller de México. Los dos fueron candidatos de EEUU a la Secretaría General de la OEA. Cuando vio que no reunían los votos, los fue desechando y para no sufrir una derrota se sumó a Insulza, quien tenía el apoyo de Venezuela.
Les conté cómo estaban solos contra el informe en la OEA aprobando el referendo del 2004, y cuando vieron que no había nada qué hacer le dieron su respaldo. Es decir, que la diplomacia estadounidense lo tiene como práctica: asume una posición, busca aliados, hace lobby, y si sigue en minoría, antes de quedar aislado y perder una votación, salta la talanquera. Es lo que hicieron en la madrugada del martes.
Pocos apoyaron su propuesta de condicionar la resolución.
¡Cómo han cambiado los tiempos! Antes, todos los países, uno a uno, desde Brasil hasta los más chicos, iban asumiendo las posiciones dictadas en Washington. Por eso la OEA, desde 1948, cuando derrocaron a Gallegos, no dijo una sola palabra de protesta y así ha sido toda su historia. Sólo en los últimos diez años se empezaron a notar ciertos cambios.
Fue una derrota de EEUU.
Una victoria del Alba, que en Caracas acordó su estrategia y mantuvo firme su propuesta.
Era una reivindicación de Cuba, que hace 47 años fue echada de la OEA. La iniciativa la tuvo Rómulo Betancourt, era Ignacio Luis Arcaya el canciller, quien se negó a firmar, en la reunión de Costa Rica, la solicitud. Desde entonces se le conoció como "el canciller de la dignidad".
La OEA no tenía otra salida.
Negar esa propuesta era el comienzo del fin. Seguramente Venezuela y otros países habrían estudiado la posibilidad de abandonarla. Ahora dio una demostración de que aún puede ser un organismo útil a los países latinoamericanos y del Caribe. Cada vez que, en su mayoría, se muevan juntos terminarán victoriosos.
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