El otro día estuve viendo por el canal de la Asamblea Nacional el debate --promovido por Mario Isea-en torno a informaciones sobre un golpe y la difusión de una comprometedora grabación del V/A retirado Huizi Clavier. Se trató de una iniciativa propia de la actividad parlamentaria. ¿O acaso ésta no es para debatir lo que sea, y evidenciar la mentira o destacar la verdad? Mi experiencia legislativa en la Cuarta República me permite afirmar que todo debate en ese escenario es pertinente. Muchas de las cosas que allí se plantean, veladas al principio por la manipulación, terminan por aclararse (aún cuando no del todo).
Por esta razón considero erróneo el papel de los voceros de la oposición en la Asamblea Nacional. Lo que ellos afirmaron en el debate sintoniza con el desprecio a la institución que el sector manifiesta en la calle. Por ejemplo, escuché al diputado Ismael García, a quien no voy a irrespetar en este comentario. Primero, porque por años tuve con él una excelente relación de trabajo y afinidad política. No le niego méritos: capacidad para el activismo y la actitud digna que asumió el 11-A. Luego, porque respeto la posición que cada quien adopte. El papel de juez nunca me ha gustado, aún cuando reivindico el derecho a decir lo que pienso de alguien o de algo. La actitud de García refleja el drama de la oposición. Intervino en el debate sólo para descalificar la denuncia de Isea y burlarse de ella --la llamó "bolsería", con lo cual dejó mal parado a Huizi Clavier--. Las dudas que expresó son producto de una línea fijada a priori que no está fundamentada en elementos serios de convicción.
II
Lo cierto es que en el país nadie pone en duda que la actual situación está en la línea del "golpe de Estado permanente". Para quienes como García han vivido intensamente la política de la década, saben que desde que Chávez ganó las elecciones en 1998, y luego accedió a la Presidencia, la constante es la desestabilización propiciada por poderosos factores de poder nacionales e internacionales. No ocuparé espacio para citar ejemplos que él conoce de sobra.
Por eso que la banalización de la denuncia hecha por un parlamentario como Isea, que además presenta una grabación reveladora, es temeraria.
Impropio de alguien que conoce a fondo lo que fueron capaces de tramar y hacer sus anteriores adversarios, convertidos ahora en aliados.
III
Pero lo más importante del episodio es la manera como el vocero de la oposición descarta, alegremente, la posibilidad de aventuras de la dimensión del magnicidio y el golpe. No es la primera vez en la historia que fuerzas de la sordidez de las que se oponen a Chávez hayan asesinado a dirigentes políticos y Jefes de Estado. La lista debe conocerla el diputado de Podemos. Tampoco el dato conspirativo le debe ser extraño, y menos aún la forma pertinaz como grupos radicalizados de la oposición promueven salidas violentas frente a la actitud de quienes se inclinan por la lucha de masas y la vía democrática. La oposición en general, y García en particular, acaban de perder la oportunidad --con motivo de la denuncia de magnicidio y golpe-- de definir una posición de respeto a valores fundamentales como la vida y la estabilidad institucional.
Su reacción es producto, bien de la ambigüedad ante la violencia clasista --no atreverse a desafiar a los energúmenos que dictan pautas desde los medios y los reductos del fascismo criollo--, o de oscuros compromisos con aventuras extra constitucionales. Era la ocasión ideal para deslindar con los irresponsables que siguen pensando en repetir el agotado formato de los años 2002-03. En cualquier Parlamento del mundo donde se plantee algo similar, priva la sensatez y se impone la voluntad investigar; pero jamás se observa tanta ligereza. Lástima que alguien como Ismael García no lo entendiera así y cediera ante aquellos que años atrás adversó. Nadie más que él sabe que esa gente es capaz de todo. Estando ellos en el poder --y él en la oposición-cometieron crímenes abominables, desapariciones, torturas, masacres, incontables actos de corrupción y la entrega de la soberanía nacional.
¿Acaso no hay memoria? El deslinde habría sido la mejor manera de asumir ese objeto del deseo colectivo que es el diálogo. Pero otra vez el liderazgo opositor sucumbió al chantaje, y opta por el compromiso mediático en lugar de la verdad.
jvrangelv@yahoo.es