Echo de menos a Winston Churchill y a Charles de Gaulle. Tuvimos razón en combatirlos, pero viendo hoy a la nueva derecha, percibimos al menos decoro y grandeza en aquellos caballeros.
Solo mencionaré de esta nueva derecha a George Bush porque los demás son bien visibles e incluso peores, aunque no más genocidas. De Gaulle y Churchill contribuyeron a salvarnos del nazi-fascismo, por ejemplo, lo que ya es ganancia. Pero también tuvieron sentido de la magnanimidad, no se disolvieron en orgías ridículas, ni se casaron con vedettes porque son vedettes.
Cierto ministro del interior sugirió al presidente De Gaulle poner preso a Jean-Paul Sartre. Pretextos políticos tenía, pero De Gaulle respondió: “No se mete preso a Voltaire”. De Gaulle sabía del primado que en Francia siempre han tenido los escritores sobre los políticos.
La derecha de antes tenía sentido de la responsabilidad histórica. Consideraban que la clase dominante debía ser la burguesía, porque, rapaz y todo, tenía sentido de la historia, con noción de que las cosas trascienden cualquier lance perentorio, que los intereses de ningún imperio han de manejarse como baratijas, sino con alcance de siglos, de articulación con los tiempos más antiguos en proyección hacia el futuro, que esa burguesía debía construir su perennidad sobre bases sólidas, aunque fuese paradójicamente ilusoria.
Ahora los semejantes a Bush no saben ni dónde están parados, no tienen cultura, no tienen sazón, no tienen enjundia ni criterio de nada ilustre. El aparato financiero, industrial y militar los lleva para arriba y para abajo como caballo de Junquito. Por eso los poderes verdaderos prefieren a imbéciles en el gobierno porque alguien con sentido de la “altura de los tiempos”, como decía Ortega, me refiero a Gasset, no es confiable, por bribón que sea. Hasta el pillín Richard Nixon, a quien llamaban tricky Dick 'Ricardito el tramposito', tuvo sentido de la altura de sus tiempos cuando acabó con la Guerra del Vietnam y estableció relaciones con la China. Su último acto público fue una aparición en un congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.
No me inspira aprecio ningún liderazgo político que no se desmarque clara y distintamente de esta nueva derecha.
roberto@analitica.com