Participar en marchas de la oposición o de algún gremio contrario al Gobierno es la moda actual en la República Bolivariana de Venezuela para poner a buen uso todas las consignas que cada quien tenga a bien vociferar como basura mediática sin la más libre libertad que se haya conocido en país alguno, porque así son las dictaduras modernas, según se entiende del vocabulario esgrimido por los marchantes en cada aparición en público, lo que nos lleva a interpretar que, si la burra lo olfatea el burro se va de bruces.

Cada vulgaridad o palabrota que sueltan adornan el ambiente de simpleza reaccionaria que como escuálidos los compromete al máximo de un sin fin de frases incoherentes de acuerdo a los intereses e intención de la marcha que se desarrolla con tanta alharaca de descalificativos rimbombantes al aire libre, permite pensar que, si la burra lo olfatea el burro se va de bruces.

Con las bocanadas de bulla decoloran el espectro solar para quejarse a la intemperie de ideas de todos los males que a ellos les suceden y que quisieran que se revirtieran en los afectos al presidente Chávez que es su dolor de cabeza y, más en general su locura prematura y, en esa dimensión de despilfarro y engaño es que tienen que cuidarse porque, si la burra lo olfatea el burro se va de bruces.

Las consignas no varían al ser planificadas por laboratorios que juegan con la psicología de un público tocado de manías y utilizan los agravios para mantener la cuota de frustración que le encaraman bien maquilladamente los eslogan que se deben repetir cada cierto tiempo y, al unísono perderían la efectividad para la cual puede ser que, si la burra lo olfatea el burro se va de bruces.

Motivos siempre habrá para marchar y la intención es aprovecharlos para calentar las calles y, mantener en zozobra al Poder Ejecutivo que, como poder es y será para ellos el causante de todos sus debilidades, por lo que hay que atacarlo en todos sus flancos para tratar de pescar en río revuelto que se desborde a través de los canales de la televisión privada y le den la vuelta al mundo complacidos de que, si la burra lo olfatea el burro se va de bruces.

Y dentro del Manual de los Acontecimientos debe estar contemplado en letras rojas que, una vez que finalice cada marcha que, generalmente llegada a la meta  fijadada  para la misma, los más trastocados tratarán de aprovechar el momento para lucirse y, cerrar con broche de oro el cúmulo de expectativas que lo maltratan por dentro y, entonces vienen la serie de desmanes para que la policía los reprima y, entonces los etéreos líderes como Julio Simplón Borges, Ramos Espoleta Allup y Antonio OEA Ledezma que siempre están agazapados a la espera en otra parte: se presentan  con la firme voluntad de evaluar el éxito y, a la vez  denunciar el trato represivo recibido por la acción de los cuerpos de seguridad que al final de cuentas siempre son los culpables a sabiendas que, si la burra lo olfatea el burro se va de bruces.

Si quieren oír pendejadas de las buenas encaramadas una sobre las otra, entonces sintonicen la radio o enciendan su televisor y podrán observar con lujos de detalles el conciliábulo de los líderes de la oposición que donde ven un micrófono se lo quieren comer a gritos y si es de Globoterror más rápido antes que, si la burra lo olfatea el burro se va de bruces.

Y en esa olfateadera de irrealidades se pasan varias horas que como sumatoria darían ríos de regocijos a todos aquellos que quieran comportarse decentemente en la sociedad en la que transitamos y estamos imbuidos y en la que deberíamos convivir con la más sensible lógica de la razón humana, lo cual evitaría que, si la burra lo olfatea el burro se va de bruces.

Y, por éstas y muchas otras situaciones más hemos aprendido que, si la burra lo olfatea el burro se va de bruces.