De manera sistemática hemos venido observando cómo las mentiras se estrellan irremediablemente contra los muros concretos de la realidad tachirense. Dijeron que el Táchira sería grande y que los surcos de un nuevo horizonte harían germinar el buen gobierno para tener una cosecha de abundancia, seguridad y progreso. Nada de eso ha ocurrido, al contrario, vientos de corrupción y pésima administración soplan sobre esta cordillera. Al parecer fue una frase engañosa y poco entendida en su real magnitud.
Los tipos prometieron de todo y al cabo de nueve meses parecen preñados de malas intenciones porque se avanza más bien por los caminos de la oscuridad y ya se comienza a andar a tientas. En medio de ese caminar dudoso, el estado de la cordialidad se hunde cada vez más en la desidia y lo único que se escuchan son las voces del coro de Lucifer que cantan: ¡Gobierno democrático del Táchira! Y de ahí no salen de esa frase encerrada en su propio juego de secesión, que se desprende del cuerpo nacional para aislarse en una parcela territorial.
¡Pobre Táchira, tan lejos de Dios y tan cerca de Colombia! Precisamente, desde allá están llegando los paramilitares como aliados del gobierno regional para convertir este estado en una región de la muerte, como de hecho ya lo está logrando. El Táchira será grande en sicariato, en secuestro y en atracos. Perplejos y con asombro hemos visto como estos tres rubros delincuenciales han aumentado considerablemente con la llegada del nuevo gobierno.
Poco a poco vamos se va entendiendo la consigna, donde pareciera que hay un abrir de puertas para sembrar el odio y el terror en esta región que en mala hora se perdió para el proyecto de transformación revolucionaria. También entendemos la consigna de que el Táchira será grande en oscuridad, en huecos y en deterioro general de la ciudad. El tráfico infernal por todos lados deja ver claro que, más que proyectos lo que hace falta es voluntad política para gobernar. En el caso de San Cristóbal, la cuestión es casi celestial, porque a pesar de una gestión municipal marcada con el sello de la continuidad de nueve años, se ha hecho muy poco por la ciudad. Aparte de la estatua alienada, ¿cuál obra significante se ha hecho para glorificarlos y elevarlos ante el dios Narciso?
Y de verdad, no dejemos que siga creciendo la delincuencia, el sicariato y los atracos en el estado; por cierto estos últimos muy de moda en las últimas semanas, sobre todo a las entidades bancarias. Y aquí es donde uno se pregunta: ¿Hay complicidad en todo esto? ¿Dónde está la policía o el resto de cuerpos de seguridad del estado? ¿Acaso será que el tipo que relacionaron recientemente con los secuestros en la región, ahora anda robando bancos? Bueno, uno nunca sabe y ante la inoperancia de los cuerpos regionales, entonces se hace necesaria la actuación del gobierno nacional para poner orden en el asunto.
Ellos dijeron que en nombre del capitalismo venían a sembrar el progreso y todavía vemos como cambian la chatarra por comida en cada esquina. Esa era en realidad la nueva política de gestión, familia y progreso. Son muchos los que dicen por allí que más bien el Táchira les quedó grande. Tal vez sea eso. Ellos dijeron que iban a hacer todo eso, pero no tienen la capacidad de entender que su manera de gobernar no va con los tiempos que vivimos, y más que un fracaso son un estorbo para el país.
Politólogo.