“Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes”.
José Ortega y Gasset…
La sociedad venezolana parece estar organizada para aprender
a trepar. Hay personas que se afanan por alcanzar
una mejor posición de poder. Peter al observar que la incompetencia
se daba en todos los niveles de todas las jerarquías aparte de las
empresariales, entrando como rio en conuco la “nueva jerarquía política”,
entonces, formuló la hipótesis de que la causa radicaba en alguna
característica intrínseca de las reglas de juego para promocionar
a las personas. De esta manera fue que formuló el principio que lleva
su nombre. El Principio de Peter.
”En
una jerarquía, todo funcionario tiende a ascender a su nivel de
incompetencia.”
Vemos con preocupación, como se va desarticulando la revolución
bolivariana. Pues vemos la forma, como funcionarios, ascienden desde
un nivel de “
competencia a otro de incompetencia”; es decir que al final los puestos
en las organismos del Estado tienden a ser ocupados por gente que es
incompetente para desempeñar sus funciones. El hecho es que se suele
promover, bien a militantes con padrino o bien a personas que realizan
con competencia
su trabajo en responsabilidades inferiores. En cualquier caso, el puesto
nuevo a desempeñar tiene tareas y responsabilidades diferentes y al
final ocurre lo que a la nata, que sube hasta que se corta.
La
competencia de un funcionario es determinada no por gente de fuera de
la organización política sino por el superior inmediato.
A veces, suelen ocurrir dos cosas:
Que el superior se encuentre aún en el nivel de
competencia, entonces valora a sus subordinados en atención al trabajo
útil que realiza y su grado de eficiencia.
Que el superior haya alcanzado su nivel de incompetencia, entonces valora
al funcionario con criterios de fidelidad, es decir como el comportamiento
que secunda las reglas, rituales y de statu quo.
Lo correcto es que la evaluación la realice el “soberano”,
y por esto prevalece la alcahuetería interna, violándose las reglas
de evaluaciones políticas establecidas. El talento debe ser respetado.
De esta forma, las personas terminan por hacerse gris en sus vidas:
se convierten en autómatas, siempre obedecen, nunca deciden nada, porque
la supra competencia es más peligrosa y señalada que la incompetencia
y la jerarquía tiende a ser mantenida.
Un caso significativo de incompetencia, son las propuestas fútiles,
a veces se destina dinero público, para la sustitución de ranchos
por casas, combatir el analfabetismo, la pobreza, la marginalidad social.
Tan pronto como es colocado el dinero, debe encontrarse
una forma de gastarlo. Los responsables puede que resuelvan o no problemas,
lo importante es el uso que se le pueda dar al dinero.
También hay que analizar el tema del enchufe, es decir, la relación
de un funcionario por nexos de sanguinidad, amistad etc... Con
un funcionario situado por encima de él en la jerarquía de mando.
Ese tipo de empujoncitos, se detestan, lo normal es que produzca aversión
entre los camaradas. Pero, el abuso de poder desconoce la lógica, es
decir, que los funcionarios no se oponen realmente a la incompetencia,
simplemente se murmura sobre la incompetencia, para encubrir los sentimientos
hacia los funcionarios que reciben el impulso y el enchufe.
A veces se elige a quien puede servir a tus intereses. Adulando al Duce,
es decir, el jefe tiene que sacarle provecho al promovido a cambio:
de información, adulación etc...
Ningún tonto se recupera de un éxito, y nada entraña tanto fracaso
personal como el éxito cuando has sido elevado en tu puesto de trabajo
hasta lograr alcanzar tu nivel de incompetencia.
Y así comienza la insatisfacción en el
ambiente ciudadano
con repercusión en la vida personal. Un empleado público
difícilmente se muestra contento al permanecer anclado en su nivel
de
competencia: insiste en elevarse a un nivel que está más allá de
sus facultades. Marx soñaba con
una sociedad no jerarquizada “de cada
uno según su capacidad, a
cada uno según sus necesidades”. Pero ahí está el error, para conseguir
eso habría que mantener a
cada uno en su nivel de
competencia, pero como la tendencia es a subir, todo queda en un sueño,
y al final la promoción, se convierte en incompetente y en la mayoría
de los casos, termina en una quimera.
Adolfo Hitler, estratega político, se transformó en un pésimo estratega
militar; Sócrates, filósofo por naturaleza, se convirtió en un abogado
incompetente, cuando perdió el juicio y fue sentenciado a muerte;
Marco Aurelio, fue un gran filósofo, pero un pésimo emperador; Platón
fue hecho un esclavo por querer meterse a gobernante.
La insatisfacción y la infelicidad en las organizaciones políticas,
se dan entre los militantes por planificar la vida con justicia social
de la población. Cuando, te das cuenta que eso no es así, te
llenas de frustración... Se pierde la confianza entre
los compatriotas, que nos observan con recelo, y como consecuencia te
obligas a ser sordo, ciego y mudo, es decir a ser más incompetente.
Y para continuar dando traspiés utilizas la táctica del necio, acoplándote
a la necedad, a la adulancia. Así La necedad y la incompetencia triunfan.