Los mas fieles mas creyentes en un Dios como infalible arquitecto del universo, a lo mejor pensarían hoy que el primer obsequio del niño Dios a La Tierra, se hizo presente unos cinco mil millones de años después que el planeta cursara sus mejores tiempos geológicos para cristalizar una estructura agraciada para el recibimiento de ese presente deslumbrante que constituye la compleja estructura de La Vida. Cuanto espacio, tiempo y distancia hubo de desparramar en magia esa maravillosa esfera rodante en que hoy reside el hombre, para diseñar los infalibles lugares donde habrían de concentrarse el petróleo, el hierro, el níquel, los mares, la atmósfera, los suelos…Y cuantas circunstancias y azares debieron ocurrir para que alguna molécula cargada de los elementos orgánicos que dieran lugar a la vida y esta evolucionara al ser racional. Toda una madeja de ocurrencias y eventos sencillamente asombrosos. Pero el hombre evolucionó tanto que tocó extremo y se volvió irracional.
Entonces no le importó intervenir ríos y mares, atmósfera y subsuelo, plantas y suelos. Todo para el inquebrantable provecho de menos de un tercio de la humanidad. Entonces también se volvió egoísta. Porque si todas las riquezas y recursos de la tierra pudieran ser equitativamente distribuidas, además de que no habría necesidad humana tampoco habría irracionalidad en sus usos. Y el mal sería por supuesto, mucho menor. Pero al carajo las generaciones posteriores. Vivir ochenta años en abundancia dentro de un planeta de cinco mil millones de años, es la praxis del consumo extravagante. Es el capitalismo. Por eso la capa de ozono deteriorada. Por eso el desborde de los ríos. Por eso el deshielamiento de los polos.
Por eso la atmósfera casi sucumbe ante la agresión carbónica. Por eso el infortunio del planeta acecha. No es justo entonces, que los preceptos del capitalismo destruyan, por sus radicales posiciones de mercado y consumo la perfecta arquitectura que La Tierra se ha conformado. Entonces alguna teoría de vida mas humana y mas armónica con ella habrá de anteponerse. Mientras tanto ahí esta el socialismo que promueve exactamente lo contrario. O sino, habrá entonces que pensar desde ya, que las Cuencas Oceánicas con una definición terráquea de perfecta ordenación podrían constituirse en la inmensa fosa donde quedará sepultada una humanidad que no supo convivir en armonía con un planeta generoso que sí supo, a su vez, recibirla desde hace mas de un millón de años como regalo anticipado de Niño Jesús.
(*) INGENIERO GEÓLOGO
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