El interlocutor

Hace pocos días, el presidente Chávez mencionó en la televisión un encuentro que tuvo con dirigentes de la oposición semanas después del golpe del 11 de abril de 2002. Habló acerca de la frustración que le produce no contar con interlocutores en aquellos que lo adversan.

De gente sensata para intercambiar puntos de vista sobre los problemas del país y las soluciones, sin que ello signifique renunciar a la condición de opositor y a declinar principios. Nada de eso. Tan sólo reivindicar las bondades del diálogo, civilizar el ejercicio político y actuar respetando el Estado de derecho.

La reunión que alude Chávez se realizó cuando aún se sentía el letal efecto de aquella aventura. Cuando los ánimos reflejaban la gravedad de una crisis que casi desemboca en tragedia colectiva. Para ese momento, yo era ministro de Defensa y el Presidente me pidió que lo acompañara a la cita. En horas de la noche nos dirigimos a la casa ministerial en Fuerte Tiuna y allí departimos con Baltazar Porras, Teodoro Petkoff, Eduardo Fernández y, si mal no recuerdo, dos personas más: otro sacerdote y un dirigente político cuyos nombres no recuerdo. Fue una reunión tensa, complicada, con fuertes recriminaciones, pero su desarrollo demostró la importancia de conversar. Sirvió para confirmar que, pese a lo ocurrido, a la carga de recelos y animosidad que gravitaba sobre nosotros, era posible debatir y explorar con racionalidad la situación.

En definitiva, nada se logró.

Como quedó demostrado meses después, cuando la oposición montó el golpe petrolero en vez de asimilar la enseñanza de la derrota del 11-A. Mas en todo caso hubo el contacto y se pudo constatar que, pese a las diferencias, aún en momentos difíciles, hay resquicios para intentar recomponer la relación personal. ¿Acaso el dato tiene importancia en el fragor de la batalla? Cada quien le dará su interpretación . Yo opino que es importante.


-II
Pero quiero destacar algo que sucedió al terminar la reunión.

Chávez apartó a un lado a Eduardo Fernández y le dijo que lo impresionó el tono de su intervención; inteligente, crítico y autocrítico, revelador de la disposición a contribuir, a distender los ánimos. Enfatizó al dirigente socialcristiano su deseo de contar con oponentes con los cuales pudiere abordar temas de interés nacional y de la conveniencia de tener interlocutores respetuosos de las reglas de juego, proclives a dialogar. No sé las razones que tuvo Eduardo Fernández para no tomarle la palabra al Presidente y avanzar en el esclarecimiento del planteamiento. ¿Qué lo motivó para no asumir aquel mensaje con audacia y olfato político? Lo ignoro. Sólo él puede aclararlo. Pero fue lamentable que se perdiera una excepcional oportunidad de abrir caminos distintos a la oposición.

Cuando menos para salvar a ciertos sectores de incurrir en la funesta aventura del sabotaje petrolero; y, también, para controlar la dinámica de la violencia y no tensar más los ánimos, con la consiguiente radicalización de las posiciones del gobierno bolivariano.

La rememoración por el presidente Chávez de aquel evento de hace siete años y del diálogo con Fernández es pertinente en el actual momento. Chávez no es el energúmeno caricaturizado por una oposición prisionera del odio y decidida a sacar al presidente de Miraflores como sea. No hay antecedentes ­al menos en Venezuela­ de un jefe de Estado que, a pocos días de ser derrocado de manera infame, tomara la iniciativa de reunirse con sus adversarios y organizar una mesa de diálogo que fracasó por culpa de quienes, en lugar de rectificar, siguieron avanzando por la senda de la violencia. No obstante, Chávez ­ahora más consolidado en el ejercicio de su liderazgo­ está consciente de la necesidad de tender puentes a aquellos compatriotas que pueden dar una contribución útil al país.

En ello la interlocución cumple un papel. De ahí que lo dicho por Chávez no sea fruto de la improvisación, de un sorpresivo golpe de memoria. No. Al contrario, tiene absoluta pertinencia. Y ojalá exista en los no chavistas razonables comprensión para el mensaje implícito en la mención de la figura del interlocutor.

jvrangelv@yahoo.es


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

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