Un día extraño para morir escogió la vida para llevarse al expresidente Rafael Caldera, el 24 de diciembre, precisamente cuando nacería el redentor Jesús. Pero la muerte se llevó su cuerpo, ya bastante alejado de la actividad pública después del triunfo del presidente Chávez en 1998; por esos años se dijo que padecía de cáncer en la próstata, verdad o mentira, nos inclinamos por pensar que falleció de años, pues el venidero 24 de enero cumpliría 94. Lo que la muerte no puede llevarse en sus dos malos gobiernos.
Rafael Caldera fue un conspicuo representante de la oligarquía política y económica venezolana y como líder de la derecha su responsabilidad en lo acontecido en Venezuela desde 1945 hasta 1998, país neocolonizado por el imperio yanqui y dependiente de las economías foráneas neoliberales es importante, notoria no sólo en sus dos períodos presidenciales (1969/1973 y 1993/1998). Rafael Caldera, al igual que su homólogo presidencial, Luis Herrera Campins, ambos de la mal llamada ‘democracia cristiana’ y fundador del partido COPEI (1946), es corresponsable del inmenso daño causado a la patria y la opresión y miseria de su pueblo, de la entrega de la soberanía y la dignidad nacionales.
Analizar la trayectoria de este líder, mostrar la verdad histórica y mostrar su responsabilidad –desde la perspectiva de los oprimidos– en el hundimiento del país, analizar, estudiar, escudriñar, a la luz de los cambios revolucionarios que vive el país, los hechos velados, ocultos acaecidos en sus dos períodos de gobierno, es importante para entender los males del presente y generar, con el conocimiento verdadero de ese parte de la historia contemporánea en la que le correspondió actuar, una mayor toma de conciencia en todo el pueblo bolivariano, haciendo hincapié en las nuevas generaciones que desconocen lo acontecido en por los menos los últimos 53 años de su vida política, de 1945 a 1998. Conocer el pasado venezolano, sus torceduras y miserias, el entreguismo de los grupos dominantes de la burguesía a imperios extranjeros como el inglés o el yanqui, es acercarse a la comprensión y a los orígenes de muchos aspectos que perviven en la sociedad venezolana, la corrupción, engendro burgués perfeccionado, entre otros, por el partido Acción Democrática o por el no muy honorable partido del Dr. Caldera, COPEI.
ORÍGENES POLÍTICOS DE RAFAEL CALDERA
Hombre inteligente y preparado estudió en la UCV alcanzando el título de abogado y obteniendo doctorados en su especialidad profesional, niveles académicos y de conocimientos que pondría al servicio del Estado burgués y del fortalecimiento ideológico y político de la oligarquía criolla a la cual sirvió. En su primer gobierno arremetió contra la hoy ‘Casa que protege las sombras’, tomando con tanques, artillería y centenas de soldados y policías la ciudad universitaria controlada por la izquierda revolucionaria, PCV y MIR.
Sus primeros pasos en la política comienza cuando se adhiere a la organización profalangista y neo nazi: "Juventudes Católicas Venezolanas", destacándose igualmente como fundador de la "Unión Nacional Estudiantil" (UNE) cuyos miembros perpetrarían un criminal atentado cuando una “brigada” de jóvenes fascistas le cayó a golpes y patadas al gran y agudo humorista, caricaturista y compositor Leoncio Martínez "Leo”, brutal paliza que acabó con su vida. Así como el también fascista David Morales Bello estuvo siempre señalado como el que entregó a la Seguridad Nacional del dictador Pérez Jiménez al gran dirigente adeista Leonardo Ruiz Pineda para que lo asesinaran, como en efecto ocurrió en 1952, Rafael Caldera lleva, desde aquella lejana época de los años 40, al menos la autoría intelectual de la organización de la bárbara golpiza que una patota juvenil falangista de la UNE le propinara al agudo periodista Leo y que terminó causándole la muerte. Ese es un baldón histórico que Caldera llevó hasta su reciente muerte.
COPEI CONSPIRÓ CONTRA RÓMULO GALLEGOS Y CALDERA TENÍA PUERTA FRANCA EN MIRAFLORES
Hombre audaz, se postuló por su partido COPEI como candidato a la presidencia de la República el año 1947. Su organización tuvo una activa participación en la conspiración política para derrocar al presidente Rómulo Gallegos. A través del periódico “El Gráfico”, órgano periodístico de COPEI se incitaba de manera pública a la rebelión militar contra el recién electo presidente. El entonces dirigente comunista Pompeyo Márquez escribía por el vocero del PCV, Tribuna Popular, el 24 de octubre, el artículo “Golpe frío” donde, entre otras cosas señalaba que: “Los que están promoviendo desórdenes son los conspiradores copeyanos y militares aquí en nuestro país”. De hecho, Rafael Caldera tenía puerta franca en Miraflores, se reunía con el presidente Delgado Chalbaud y tendrá el relevante e importante cargo de ser uno de los redactores del Estatuto Electoral con el que Pérez Jiménez se limpiará sus partes en las elecciones de noviembre de 1952, cuando desconoció el clamoroso triunfo de URD y de Jóvito Villalba. Las posiciones viscerales de Rafael Caldera y Copei contra AD coincidían a plenitud con las del nuevo gobierno.
RAFAEL CALDERA IDEÓLOGO DEL PUNTO FIJISMO ENTREGUISTA Y CRIMINAL
Para 1957 Rafael Caldera es, al igual que Rómulo Betancourt, cuadro del imperio, igualmente que Jóvito Villaba, aun cuando éste último no tenía ni la garra ni el veneno de los otros dos. El imperio yanqui, el oligarca petrolero norteamericano Nelson Rockefeller los hace limar las asperezas y antagonismos de la década del 40, así estas tres figuras se alinean en las coordenadas anti comunistas del imperio, firman el llamado Pacto de New York que excluye de la alianza a los comunistas, quienes han llevado el peso de la lucha contra la dictadura militar. El Pacto de New Cork constituirá el preludio del reparto del poder a través de la farsa llamada ‘democracia representativa’, gobernar en alianza y para la burguesía criolla y de entrega de la soberanía y las riquezas venezolanas al imperio. Derrocada la dictadura rápidamente se apoderan del poder tras unas elecciones fraudulentas que le dan el poder a AD y al futuro sátrapa Rómulo Betancourt. Se consolida la alianza tripartita y Rafael Caldera pasará a desempeñar los más altos y delicados cargos en el gobierno donde su partido formará parte de la alianza gubernamental.
Comienza la más brutal de las represiones, las torturas, los asesinatos a los revolucionarios y al pueblo y COPEI y Caldera cohonestan aquellas políticas genocidas, brutales, criminales de Betancourt y sus bandas criminales y paramilitares. Al menos Jóvito Villalba –bajo la presión interna de la creciente y radical izquierda URD, de líderes como Fabricio Ojeda y José Vicente Rangel– produjo la ruptura de la alianza del Pacto de Punto Fijo. Caldera calló, se dedicó a perfeccionar el corpus legal del modelo que había creado. Sinuoso, oportunista, esperaba su momento ante el desgaste de AD en 10 años de gobierno represivo y criminal de Bentancourt y Leoni. Siempre a la derecha, no dudó en utilizar a COPEI para alcanzar sus fines personales. Lo logrará en el proceso electoral de 1967, aprovechó la crisis y emergió como el comodín del imperio. (25-12-09) (humbertocaracola@gmail.com)
Con consigas demagógicas, una oferta programática ambigua y sinuosa, con un lenguaje populachero alcanza la presidencia ante un AD realmente desgastado y carente, para ese momento, de líderes del carisma de Betancourt. El efebo Gonzalo Barrios, a quien tuvieron que fabricarle la novia que nunca tuvo y ésta se quedó con los crespos hechos, fue el candidato menos malo con el que AD salió a la batalla electoral. Un viejo aliado de Betancourt, prominente figura del golpe de 1945, hombre talentoso y que con el tiempo jugaría un papel más digno que el de aquella época golpista, Luis Beltrán Prieto Figueroa, aparentemente ante la negativa de la corriente fascista que representaba Betancourt de permitirle ser el candidato de AD, le produce el cisma más importante de los muchos que ese partido –dizque socialdemócrata, más bien social traidor– tuvo en esos años. Surge el MEP, poderosa fuerza política que le arrebata a AD desde el magisterio hasta el movimiento obrero petrolero, la construcción, la Federación Campesina. Con inusitada fuerza Prieto salía a la escena política, con una posición marcadamente de izquierda –socialismo democrático, nacionalismo, antimperialismo– verdadera amenaza al status quo al levantar parte del programa revolucionario de la AD de los años 40 y se podía repetir el fenómeno de Gallegos en 1947.
LA OLIGARQUÍA PUSO A GANAR A CALDERA EN 1968 PARA CERRAR EL TRIUNFO AL LUIS BELTRÁN PRIETO
¿Que hicieron la oligarquía y el imperialismo, Betancourt y el cogollo derechista y fascista de AD y COPEI para que no se les fuera de las manos el poder y se produjera un peligroso ascenso de masas de posible sesgo izquierdista? Abrirle las puertas al triunfo de Rafael Caldera, ¿cómo? Con un burro –gay además– que difícilmente ganaría: Gonzalo Barrios. Para ellos lo importante era evitar que ganara Prieto, Caldera era una garantía. La izquierda estaba liquidada, de eso se encargaron Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, Douglas Bravo, entre otros, al llevar la lucha armada por un despeñadero, a una brutal derrota política y a la más insensata diáspora política al fragmentarse esa izquierda en mil pedazos.
El resultado está allí para el profundo estudio que aún no se ha hecho de ese período histórico. Ganó Rafael Caldera con apenas 60 mil votos de ventaja y su partido y comienza un nuevo período para la Cuarta República venezolana, dirigida por un nuevo segmento político, pero sin romper el pacto de Punto Fijo. Caldera le imprimirá su sello personal sin distanciarse mucho de sus antecesores en cuanto a la represión, la entrega de las riquezas al imperio –petróleo, energéticos y otros minerales–. Pero donde destacará Caldera será en la construcción del modelo neo colonial, fue en su arremetida contra la juventud y contra el modelo educativo imperante del Estado Docente como controlador de todas las fases de los procesos educativos.
DE LA POLÍTICA DE PACIFICACIÓN AL DESMONTAJE DE LA EDUCACIÓN POPULAR Y DEL ESTADO DOCENTE
La oligarquía y el imperio, pese a la derrota política del PCV y del MIR, las fuertes contradicciones en su seno que degenerarían en grupos socialdemócratas, tradeunionistas (MAS, Causa R), le temían a la izquierda comunista que tuvo el coraje 6 años atrás de empuñar las armas para su derrocamiento y el de todo el sistema, para ello concibió la política de la pacificación, especie de concesión a esa izquierda para que depusiera las armas. Esa fue una política bandera del recién estrenado presidente socialcristiano, quizás su mayor triunfo político aunque un importante sector en armas no se acogió a dicha política y siguió combatiendo unos años más. Pero la pacificación no fue tan pacífica, decenas de revolucionarios fueron asesinados por las fuerzas militares y policiales y el estudiantado puso una alta cuota de mártires en su lucha contra la represión calderista. La siniestra política de los desaparecidos, inaugurada por el gobierno de AD-Leoni, continuó campante y la figura más representativa la constituyó el joven revolucionario Noel Rodríguez, asesinado en Oriente y enterrado en una tumba clandestina de Anzoátegui.
Caldera era un ideólogo de las clases dominantes y el problema educativo, estudiantil –secularmente en manos de la izquierda– constituía un eje estratégico en la preservación del modelo de dominación; había, entonces, que ir sentando las bases de la “toma” de las universidades por la clase media y la burguesía. Quizás esa fue la tarea más importante asignada al engominado gobernante por el imperio en su estrategia de dominación. Fracturar el dominio de la izquierda en las universidades nacionales. Fracturar el modelo de bachillerato en dos para neutralizar, entre otros aspectos, el surgimiento de liderazgos juveniles en los liceos, el control de los centros de estudiantes, que los jóvenes, siguiendo la secular tradición, se convirtieran en líderes universitarios izquierdistas. Eliminar las escuelas técnicas, foco también secular de rebeldías juveniles provenientes del proletariado urbano. Ir creando las condiciones para la privatización de la educación, hecho que se concretaría años después, en los gobiernos de CAP y en el segundo de Caldera.
Pero el carácter represivo y fascista del Estado venezolano no estaba para debates teóricos ni confrontaciones ideológicas con ningún sector de la sociedad. Si habían derrotado militar y políticamente a la insurgencia marxista-leninista, dominar a las universidades era más simple, así nació la bárbara Operación Kanguro aprobado su ejecútese por el presidente Caldera para el asalto militar y policial de la UCV, el cierre de la universidad por varios años, la militarización del Jardín Botánico, la apertura de universidades privadas. Quitarle a la izquierda sus santuarios, comenzando por la UCV. La extraordinaria Escuela Técnica Industrial de Los Chaguaramos fue desmantelada y sus consolidadas estructuras traspasadas indebidamente a la Facultad de Ciencias de la UCV.
ASPECTOS RESALTANTES DEL SEGUNDO GOBIERNO DE RAFAEL CALDERA
Rafael Caldera llega a su segundo mandato en buena medida montado en la ola del chavismo, fue una pésima transición al gobierno bolivariano del presidente Chávez, pues lo que dejó al final de su mandato fue una Venezuela destruida, entregada, hipotecada, privatizada, neoliberalizada. El astuto político, perdido como fue el partido que fundara, COPEI, virtualmente expulsado de su seno por el pillo politiquero de Eduardo Fernández y una camada más de politiqueros muchos de ellos encumbrados por el propio Caldera, se retiró humillado a sus cuarteles de invierno a rumiar su derrota y a esperar el momento de la revancha, de demostrarle a sus aliados de la oligarquía y del imperio que él no era un cadáver político como decían sus adversarios.
En uno de los quizás más lúcidos y astutos giros políticos de su carrera política, Caldera aprovechó la crisis generada por la insurrección del comandante Chávez, aprovechando su condición de Senador vitalicio por haber sido presidente de la República, en una país conmovido y en crisis irreversible, hizo un muy bien discurso hilvanado con frases que se podían entender de defensa de los militares insurrectos derrotados, llegando incluso a justificar la conmoción militar ante las precarias condiciones de vida del pueblo, la aguda crisis moral, económica y política que vivía el país, crisis arrastrada por varios años.
En horas, Caldera competía en popularidad con Chávez después de aquel discurso que neutralizó a guerreristas como Morales Bello que pedía la muerte de los alzado. A partir de allí, con un calculado discurso de centro izquierda, resucitó del ostracismo político y busca una alianza con la izquierda para ganar las elecciones. El PCV y otros grupos de la izquierda pisaron aquel peine y el chiripero cargó sobre sus hombros al otrora enemigo político. El MAS de Teodoro y Pompeyo, como las putas, abrieron sus raquíticas piernas y pusieron su infraestructura al servicio del neoliberal Caldera. Les daría migajas, ministerios sin cartera, Cordiplan para Teodoro que selló la muerte de VIASA y le arrebató las prestaciones sociales a los trabajadores. Después arrojaría al cesto de la basura su discurso anti neoliberal para asumir el neoliberalismo más abyecto, la anti patria más vil, el entreguismo más rastacuero que se pudiera imaginar un pueblo que votó por él un segmento importante del mismo.
Pero no fue sólo la alianza con sectores de la izquierda, estrechó nexos con el militarismo fascista que encarnaba el Ministro de la Defensa Muñoz León porque en ese proceso electoral existía otro potencial peligro, el posible triunfo de la Causa R y su candidato. El temor era correcto porque si hay algo que los verdaderos historiadores tienen la obligación de aclarar fue el despojo que hizo el Ministerio de la Defensa y el narco gobierno de Ramón J. Velásquez, del triunfo de la Causa R. Ese ministro delincuente de la defensa fue el ejecutor del despojo del triunfo de Andrés Velásquez, tipejo taimado, cobarde, culillúo que se dejó quitar mansamente el triunfo que tanto había costado. ¿Pero que se podía esperar de alguien como él que se abrazó, igual que Petkoff y Eduardo Fernández, aquella madrugada nada memorable del 4 de febrero, al cadáver político de CAP?
Caldera volvía a ser el comodín de la oligarquía y el imperialismo, se prestó para aquel juego que siempre dejó en entredicho que su victoria fuese limpia. Su triunfo fue pírrico, ganó con menos votos que los que le sacó de ventaja a Gonzalo Barrios. En vertederos de basura de Conejo Blanco la jauría de milicos fascistas que dirigía Muñoz León, había enterrado miles de miles de votos causaerristas que le daban el triunfo al indio Velásquez, eso lo supo todo el país.
No es de extrañar el giro derechista y neoliberal que dio Caldera, quién llegó a su segunda presidencia con el mandato imperial y oligárquico de terminar la obra de implementar el nuevo modelo económico que comenzara CAP y que se le dificultó en buena medida llevar hasta el final en virtud de la crisis política que generó el paquete neoliberal que a sangre y fuego le impuso al país en febrero de 1989.
Pero no sólo era profundizar el neoliberalismo con la oleada de privatizaciones de empresas con Sidor y otras de similar magnitud, los puertos, la eliminación de la CAVN para dejar sin barcos y cabotaje al país. Fue aquel un gobierno indolente, abúlico, corrupto que dejó hacer para desvalorizar los bienes del Estado para rematarlos a precios de gallina flaca. Lugar especial le estaba reservado a la industria petrolera, en manos de un mercenario agente del imperialismo yanqui, Luis Giusti, que maniobró, en alianza con las compañías petroleras para llevar el precio del barril a 7 dólares como promedio.
Mucho se ha especulado sobre el indulto que otorgó Caldera al presidente Chávez y a los militares presos de los alzamientos del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992, la oligarquía se lo cobró caro, pero ¿tenía el anciano líder otra alternativa ante la enorme presión popular que exigía la salida de la cárcel de los militares presos políticos? Pocas veces en la historia del país se levantó una oleada tan gigantesca de solidaridad con un grupo de presos políticos. No ignoraba Caldera los peligros que para la estabilidad de su gobierno significaban alzamientos populares, marchas, actos, mítines y cuanta movilización pudiera darse; pero además, quien debía estarle agradecido a Chávez era él y no el militar al presidente, al fin y al cabo, Caldera cabalgó sobre la oleada de simpatías y engañó al pueblo haciéndole creer que llevaría a cabo el programa del 4 de febrero.
Caldera cometió en ese mandato muchos errores políticos, uno de los mayores, a mi juicio, fue que subestimó –como lo hizo la oligarquía y el imperialismo– a Chávez, pero además hizo demasiado evidente sus vínculos con la extrema derecha cubano mayamera cuando invitó, con honores de Jefe de Estado, al terrorista Mass Canosa, de la subversiva Fundación Cubano Americana. Ese hecho marcaba su giro definitivo a las posiciones más retrógradas y reaccionarias en el continente americano. ¿Cuál fue la respuesta de Chávez en aquel ajedrez político? Aceptar la invitación que le hiciera el legendario comandante Fidel Castro para visitar a Cuba. Caldera obligaba a Chávez a radicalizarse y Fidel, que no da nunca puntada sin dedal, caló la fibra de líder que tenía Chávez y su proyección estratégica, y al llegar el avión que lo llevó a La Habana el propio Fidel lo esperaba en la escalerilla, le estaba dando un trato de Jefe de Estado. ¿Cuál de ambos hechos tuvo más trascendencia y logros políticos? La historia habla por sí misma. Caldera quiso golpear a Chávez, pero le hizo un favor cuyos alcances los vemos en la presencia de más de 60 mil cubanos internacionalistas: medicina, salud, deportes, cultura, educación. Mass Canosa no existe ya.
Aquel fatal y pésimo gobierno fue la última plasta que pondría en su larga vida política Rafael Caldera, un oligarca de orilla. Paz a sus restos.
(humbertocaracola@gmail.com)