A un año de tu partida, saludo negro tu inmenso trazo por esta memoria y esta tierra nuestra.
Saludo tu niñez, la piel y la sangre de los hermosos padres que te parieron
Saludo los barrios de sal de donde aprendiste el arte de la guerra por la vida
Saludos los dos pobres pescaditos que sacamos del mar dándole el saludo a un nuevo año, a un nuevo reto, un nuevo cariño, una nueva subversión
Saludo tu espíritu militante que se hizo uno solo contigo hasta encontrar el lugar perfecto de tu propio papel dentro de ese ejército de sueños
Saludo tu verbo terrible, jocoso, irónico y a la vez amante, instrumento inigualable de nuestra batalla común
Saludo tu audacia pensante y desbordante, capaz de darnos cualquier luz o cualquier fusil apuntando a la batalla justa
Saludo tus maniobras escondidas, tu capacidad de administrar los momentos para darle camino y desenlace real al debate infinito de la tragedia política
Saludo tu moral inaudita, prueba de pruebas en un mundo aplastado por los charcos de la deslealtad y la inmoralidad
Saludo tu cuerpo que siendo el mas negro de todos jamás aceptaste que de él se haga propaganda para la demagogia “afrodescendiente”. Eras negro absolutamente negro
Saludo tu caminar cuidadoso y precavido avanzando a ritmo del cuerpo proletario de la lucha, en momento atrás y observante, en el momento preciso adelante haciendo de tu sonrisa el gran desafío a cualquier cobardía
Saludo aquel 28 F cuando me enseñaste a salvar mi vida sin temor al riesgo por recoger el cuerpo del viejo herido
Saludo tus lágrimas ante los cuerpos de aquellos que los malditos nos asesinaron porque solo ellas eran una lección bendita del amor sentido y debido
Saludo tu pensamiento prueba magistral de la desobediencia a la razón impuesta, prueba también de que era y es posible reinventar los códigos universales de la pasión libertaria que te animo a vivir
Saludo tus poemas, el viejo cuento dibujado que dedicaste a tus hijas porque así las hiciste y al fin tu palabra pudo encontrar un derrotero de triunfo
Saludo la batalla que le diste a tu desgraciada enfermedad porque a ella también la supiste convertir en una fuente de reunión, de organización, de rebeldía, fue la prueba de la prueba de tu vida y no te rendiste
Saludo incluso nuestros desacuerdos, las interminables batallas que nos dimos por el poder de la verdad, ratos y polémicas que ahora añoro porque allí aprendí que nuestro compromiso podía y pudo burlarse de la soberbia del opinante político
Y saludo por supuesto nuestra amistad, la amistad compartida y ampliada hacia todos los que amamos en conjunto, la amistad de aquel que nació pobre y el otro aprendiz que nació rico, del negro inmanente a su pueblo y aquel blanco que se aproximó a saludarlo y en adelante quererlo inmensamente
Te saludo negro sin decirte adiós porque aún no puedo
Roland