“El que se ruboriza ya es culpable; la verdadera inocencia no siente vergüenza por nada”.
Jean Rousseau…
“La moderación es otra de las palabras que les gusta usar a los agentes de la colonia. Son moderados los que tienen miedo o todos los que piensan traicionan de alguna forma. El pueblo no es de ninguna manera moderado. Fin de la cita. Ernesto “Che” Guevara.
Haciendo catarsis acerca de la forma como nos desenvolvemos en esta revolución, ahora con el novísimo estatuto para la elección de candidatos para la Asamblea Nacional, en su Artículo 10, numerales 2 y 3, nos encontramos con esta perla donde se exige una carta de fidelidad revolucionaria. ¿Pero quienes tendrán en sus manos la potestad de medir la “pureza revolucionara” en esta especie de Tribunal de la Santa inquisición Revolucionaria? Me tropiezo con obstáculos como estos que seguramente serán aplicados: “la critica a los funcionarios del gobierno, perjudican al Presidente Hugo Chávez. ¡Pobre de aquel cristiano que hizo uso de la crítica!”. Bien, esta frase lapidaria y chantajista es muy conocida por muchos militantes. Cuando un “camarada” de la Revolución se atreve a expresar su opinión o postura crítica con relación a hechos que representen una irregularidad en cualquier institución, misiones o en la administración pública de cualquier nivel, siempre salta algún energúmeno operador de los muchos “revolucionamometro que cargan en ristre” a increparte: ¡Bueno vale! ¡Es que tu como que eres un escuálido podrio! ¡No ves que estas echando paja y eso perjudica al “proceso revolucionario”!. Pero curiosamente, cuando se le pregunta a cualquiera de estos puros ¿qué entiendes tú por proceso revolucionario?, estos ‘ideólogos’ empiezan a ver para el cielo, se rascan la panza o simplemente si están en una Tasca aceleran el trago de whisky, e inmediatamente cambian de tema. ¿Muchos se han llenado o se están llenando en nombre del Presidente y de la Revolución Bolivariana?, ¿Cuántos reclamos o denuncias del pueblo, justos de derecho se le han ocultado al Presidente, por el anillo de aduladores?, más aún ¿Cuántos no han sido víctima del vil atropello ante la crítica de algún hecho doloso en la administración pública?
La Asamblea Nacional a elegirse el próximo 26/S necesita de verdaderos valores revolucionarios, amerita la aplicación, y una severa revisión de las actitudes que se requieren para la construcción de una sociedad más justa, respetuosa del ciudadano, y del modelo alternativo de un Estado Social de Justicia y de Derecho. La traición, la complicidad, y la actitud complaciente de decirle SI a cualquier locura, hay que darle un parao.
Por el simple hecho de poder seguir disfrutando lo que es más conveniente para la individualidad y sus bajos intereses. La actual situación de Venezuela, es el escenario propicio para el debate y la revisión del proceso revolucionario que hemos estado viviendo hasta ahora. No tiene sentido seguir ocultando las fallas, siendo esto un error fatal para el futuro.
Siempre he creído que el verdadero sentido de la realidad política radica en la posibilidad de señalar en el momento justo cuando se ha equivocado el camino, así como la certeza de andar por la senda justa. Resulta que hoy se amedrentan con frases trilladas y poco originales como: “coño camarada dudamos de su compromiso revolucionario”. ¿Quién carajo tiene el termómetro de la verdad para medir, el ADN revolucionario? La estrategia que se utiliza para silenciar la critica por la corrupta conveniencia, es contrarrevolucionaria.
Resulta que en repetidas ocasiones muchos pseudo- revolucionarios, quienes practican sus miserias humanas, sin ningún escrúpulo, los que lograron colarse en las estructuras de poder, y utilizando un doble discurso han hechos todo tipo de negocios para privilegiar a sus testaferros, usufructuando los bienes del estado para beneficio propio, en los cargos públicos muchos consolidan el aberrante nepotismo, con el fin supremo de ejercer uno de las practicas más dañinas de todo sistema democrático: ‘la corrupción’: La corrupción es el cáncer de la democracia. La corrupción, descompone el activismo político e introduce en la práctica humana la lisonja, el despotismo, la mentira, la manipulación, el raterismo, el “te pongo de rodillas”. Todas estas acciones genuflexas, parecen constituir la madre de las anti-virtudes en la escala de valores que poco a poco se ha ido imponiendo en nombre de la Revolución Bolivariana.
El que se atreva a levantar la voz para protestar por alguna acción violatoria de algún derecho, entonces salen a flote ciertos personajes a amenazarte de manera velada y descarada. Luego te expresan con mirada lánguida y la mano en el corazón, que “por el Presidente y la Revolución no debes criticar”. Hay que evitar por todos los medios, que la cotidianidad del pueblo noble se contamine con estas prácticas y con la indiferencia. Hay que enseñarle al pueblo a exigir sus derechos y a cumplir sus deberes, esto si es revolucionario. Porque errar es de humanos, pero rectificar es de sabios. ¡Pues seamos sabios!
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