A un año de la celana en Puerto España

Obama, Honduras y la próxima guerra Imperial

Hace más de 365 días se desarrollaba la V Cumbre de Las Américas en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago (*). La expectativa del momento histórico era inquietante y el pregonado “choque de trenes” entre Barack Obama y Hugo Chávez era el tema central de los análisis en los medios de comunicación, tanto en Puerto España, como en el resto del Caribe y América. Era la primera reunión multilateral de envergadura del presidente estadounidense, a sólo tres meses de su toma de posesión, y yacía como un enigma cuál sería su reacción –o su discurso- en el marco de la magna cita continental.

El portavoz del Imperio necesitaba de una tribuna amplia y de vasto alcance, para poder desplegar en todo su esplendor la “puesta en escena” del siglo XXI e intentar meterse en el bolsillo a más de un Jefe de Estado incauto. El “corderito” de Obama lograba casi a la perfección su objetivo de engatusar a los asistentes a la V Cumbre de Las Américas y hacerles bajar la guardia de cara a los planes que él mismo fraguaba “à huis clos”, en la mera Oficina Oval.

Con un proceder “quirúrgico” y un verbo pacificador muy extraño, ambiguo, Obama arribó a Puerto España hablando de “enterrar el pasado y avanzar hacia el futuro”, grafemas más, grafemas menos. El líder afrodescendiente pretendía que olvidáramos –de un porrazo- más de una centuria de agresiones bélicas, amenazas abiertas o veladas, operaciones psicológicas y escuadrones de exterminio. El pretérito violador ahora se rasgaba las vestiduras como el más casto de los monjes; la barata comedia de Obama fue asimilada y creída por más de uno en Trinidad y Tobago, aunque no todos sucumbieron ante la pleitesía rendida al nuevo monarca de la Maison Blanche. Hugo Chávez, verbigracia, le obsequió al novel mandatario estadounidense un ejemplar de la obra literaria de Eduardo Galeano, “Las Venas Abiertas de América Latina”, lo cual se erigió como el más certero y estridente de los meta mensajes dirigidos a Obama durante la cita de Puerto España. Más adelante, el grupo del ALBA se negaría a rubricar la Declaración Final del encuentro; la V Cumbre de Las Américas, a pesar de haber sido proyectada como un “día de campo” o un “picnic diplomático” entre Jefes de Estado, tenía una motivación real que permanecía intacta: lanzar a Obama como la “vedette” de América y remozarle la faz al Imperio estadounidense, luego de una turbulenta pesadilla republicana de ocho años. Sin embargo, la arrolladora figura de Chávez y de las naciones emergentes del ALBA, “aguó la fiesta” a los organizadores de la isla caribeña y la “coronación” política de Barack Obama quedó a medias. Apenas un sector del auditorio –dentro y fuera de las coordenadas insulares- se tragó el cuento del Estados Unidos fumando “la pipa de la paz”.

HONDURAS Y LA NUEVA DOCTRINA DE DOMINACIÓN: EL GOLPE LEGAL

La V Cumbre de Las Américas fue el preludio para el zarpazo que vendría más tarde en Centroamérica. A pesar de las alharacas de excesivo optimismo propaladas por numerosos analistas, medios de comunicación y líderes políticos, después del “rendez-vous” multilateral de Trinidad y Tobago, la verdadera bitácora de Obama fue develada al orbe poco después. El 28 de junio de 2009, el Presidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, fue víctima de un Golpe de Estado que lo desalojó del poder, en calzoncillos, y lo dejó abandonado en una pista de aterrizaje de la vecina Costa Rica. Durante esa jornada –la del 28 de junio- Zelaya pretendía hacer una encuesta al pueblo de Morazán y constatar si era procedente la instalación de una cuarta urna, en las elecciones de noviembre de 2009, con el fin de convocar a una Asamblea Constituyente en la nación centroamericana. La burguesía y la cúpula militar fascista de Honduras, ya se la tenían jurada a Zelaya -desde mucho antes- por haber integrado este país al ALBA, a Petrocaribe, y peor aún, por haber comandado el desagravio a Cuba en el seno de la OEA, de la mano de la valiente Canciller Patricia Rodas. Lo de la “cuarta urna” era la gota que derramaba el vaso de la ignominia y el entreguismo.

El Golpe de Estado en Honduras fue un vulgar “copycat” del 11 de abril de 2002, en Venezuela, pero repotenciado: golpe mediático y militar en envidiable sincronía, secuestro del Presidente de la República y carta de renuncia apócrifa. Si bien el 11-A fue un rotundo fracaso, el Golpe de Honduras logró ser exitoso debido a elementos ligados al particular contexto de dicha nación: Fuerzas Armadas fascistas y herederas del legado de la Escuela de Las Américas; clase patronal homogénea, reducida y dependiente del capital transnacional; y la participación sediciosa, en más de 90%, del entramado burocrático-institucional del Estado burgués.

Si en un principio creímos, luego del 28 de junio, que la situación “de facto” en Honduras se revertiría fácilmente debido a la masiva rebelión popular, erróneamente no contamos con la monolítica disposición de las indignas Fuerzas Armadas de conservar el privilegio de las oligarquías locales y del amo imperial. En ídem dirección, el cronograma estadounidense en Tegucigalpa rindió sus frutos: caída y mesa limpia, querella judicial en contra de Zelaya (para desprestigiarlo) y legitimación del golpe a través del órgano legislativo. La siguiente trampa de la dupla Obama-Clinton fue el “diálogo” propiciado entre Micheletti (el dictadorzuelo) y Zelaya (el Presidente Constitucional). Al poner en el mismo nivel a Micheletti y a Zelaya, lo que equivaldría a equiparar a un delincuente común con un ciudadano honesto, se induce a aceptar al otro –al ladrón- como contraparte válida y a forzar la “negociación” de un asunto que no admite transacción posible: el respeto irrestricto a la soberanía popular. Micheletti violentó –en flagrancia- la Ley y el orden de su país, en cooperación con soldados traidores a la República, y fue “premiado” con el reconocimiento institucional y diplomático; el pobre infeliz de Oscar Arias, quien pasará a las catacumbas de la Historia por su opacidad e ineptitud, sirvió de lacayo para otra mascarada de Barack Obama y el complejo militar-industrial. El Golpe de Honduras es un aberrante precedente para América Latina y el mundo; la amenaza directa, en primera instancia, es para Colom en Guatemala, Funes en El Salvador y Ortega en Nicaragua. El “formato Tegucigalpa” está a la disposición de los más reaccionarios y apátridas de América Latina, como una receta “prêt-à-porter” para pulverizar las esperanzas diseminadas por la peligrosa y contagiosa Revolución Bolivariana.

LA NUEVA GUERRA IMPERIAL: LA HEGEMONÍA DEL DÓLAR Y LA BÚSQUEDA DEL ORO NEGRO

El novedoso “juguetico” del complejo militar-industrial, Barack Obama, es la punta de lanza de una inédita estrategia de dominación global, la cual se plantea la diplomacia del galanteo y la sonrisa, propia de los demócratas yanquis, junto con el Plan B de las bombas, los misiles y los daños colaterales. Desde luego, lo “inédito” radica en que un carismático afrodescendiente sea el estandarte –hoy en día- de las vergonzosas políticas de pugnacidad de la única superpotencia planetaria.

La actual crisis sistémica del capitalismo, banalizada como “crisis financiera” o “crisis crediticia”, coloca a Obama en una franca disyuntiva: acelerar la estratagema estadounidense por la vía de la “oferta engañosa” o ir de frente -y sin tapujos- con la avanzada militarista. El tiempo se agota y el hundimiento del barco es inexorable. La Segunda Depresión golpeará con más contundencia a la economía estadounidense y el predominio del dólar en el comercio mundial corre –ahora más que nunca- peligro de desaparecer… ¡para siempre!

Igualmente, el Imperio necesita en demasía de fuentes de energía más seguras y cercanas, debido a su voracidad desarrollista y anti-ecológica. Por tal razón, es cuestión de Seguridad Nacional estadounidense hacerse de las reservas de hidrocarburos más cuantiosas del orbe y los “halcones” no descartan, para nada, el escenario de una conflagración a gran escala con Venezuela. El “pequeño” detalle es que un enfrentamiento bélico contra nuestro país desencadenaría –sin lugar a dudas- un conflicto universal y los señores del Pentágono todavía se lo están cavilando, ya que no sólo sería Caracas, sino también Beijing, Moscú y Teherán, entre otros. A pesar de ello y del costo –monetario y humano- que podría acarrear una novísima hostilidad, Estados Unidos tomaría como una “declaración de guerra” el hecho de que el dólar fuese desplazado como divisa de intercambio en los mercados internacionales (**), ya que se estaría firmando el acta de defunción de la economía más poderosa de la Tierra.

En Puerto España y a la luz de la estructura simbólica subyacente, el Imperio anunció a través de su prieto muñeco parlanchín, Barack Obama, que viene por nosotros y que no se cruzará de brazos contemplando las nacientes revoluciones. Para propinarle la derrota más humillante de la Historia, aguardaremos por él.

(*) La V Cumbre de Las Américas se realizó entre el 17 y el 19 de abril de 2009.

(**) En la edición de Últimas Noticias del 9 de abril de 2010, página 48, se lee, bajo el título de “Lula busca sustituir el dólar comercial”, lo siguiente: “El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, analizará la semana próxima con sus colegas de China, Rusia e India, la supresión parcial del dólar en el comercio internacional, se informó ayer. El embajador Helio Jaguaribe, subsecretario de Asuntos Políticos de la Cancillería, dijo que la adopción de otras monedas es un ‘mecanismo más sustentable’ para el comercio internacional (…)”. Al buen entendedor…

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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

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