La tradición marxista habla de falsa conciencia, de que no se asume la conciencia liberadora, emancipadora, que es la clase que, por naturaleza tiene que hacer la revolución. Nada de esto se cumplió, falsearon a Chávez y lo mandaron a un ataúd. Yo no creo que hay conciencia falsa y conciencia verdadera. Toda construcción ideológica es performativa. Esto quiere decir que es un sistema de ideas que construye realidad. No es que hay una realidad y luego se representa. No, la construcción ideológica es una acción discursiva.
Hay dos ideas centrales organizan mis últimos artículos. Una es la colonización de la subjetividad y otra es la obediencia inconsciente. Con la colonización de la subjetividad me refiero al poder del que hablamos, invisible, sobre todo los medios de comunicación, pero no sólo los medios sino también la educación, la salud mental o distintos aspectos de la cultura que operan sobre las mentes y los cuerpos. Y logran, lo que yo llamo "el colonizado". El colonizado no es una categoría de clase social, es un criterio transversal. El colonizado tiene un núcleo con prejuicios, sobre todo el odio, y una envoltura formal donde hay identificaciones. Y ahí sí hay tensiones de clases sociales y de grupos. La trama argumental varía según la inscripción social, pero el núcleo, la estructura del colonizado es la misma. Entonces, no hay que pensarlo como falta de instrucción o que son todos estúpidos. No. Hay un trabajo muy fino sobre la subjetividad. Para imponer un sistema que no le conviene a la mayoría hay que lograr un consenso obediente. Y la masa es el mejor sistema para lograr ese consenso obediente. Hay afectos y pasiones característicos en la masa. Por ejemplo, la pasión por la ignorancia en la masa. No tiene que ver con que si fueron o no a la universidad. No tiene que ver con eso. Es un no querer saber nada. Es no querer saber nada sobre lo hetero, sobre lo diferente, sobre la política, sobre lo singular. Esa es una de las pasiones que se estimulan en la masa. No es la única. El odio es otra pasión.
Aparentemente nadie la obliga, porque hay una imposición invisible.
Primero, el mejor modo social para la obediencia es la masa porque la estructura de la masa es jerárquica; es de poder y sometimiento. Es necesario instalar ese sistema jerárquico, poder y sometimiento, de líder y de obediencia de un sistema de uniformidad. En ese sistema, todos dicen las mismas frases, hay como un anhelo de pertenencia imaginaria. No es una inscripción real, pero hay un anhelo de inscribirse en ese todo. Ahora, el todo siempre produce secciones. Los que no se inscriben ahí son rechazados y son odiados. Ahí va la oposición, los dirigentes sociales a ese lugar de segregación, de rechazo y de demonización.
Bueno, se trabaja sobre las creencias, estimulan creencias. Es muy cierta esa frase de Walter Benjamin "El capitalismo es una nueva religión". Una religión, en este caso, construida desde los medios de comunicación, que, como decimos, son la voz del poder. Entonces, va produciendo una nueva subjetividad. Y como el neoliberalismo es un sistema que se caracteriza por dejar indefensos a los llamados "ciudadanos" --que son consumidores consumidos--, los deja en situación de angustia con desamparo, en indefensión; a veces, literalmente en situación de calle, sin ropaje de los derechos porque van despojando simbólicamente de todo en situación de amenaza a la ciudadanía. Comienzan por algunos sectores, pero más tarde o más temprano somos todos.
Hay algunos conceptos que se van desarrollando. La angustia es uno. El ciudadano queda despojado. La angustia y el miedo van de la mano. De ahí a la obediencia hay un paso. Ahí está la instalación de creencias de las que hablábamos, y el poder actúa como una concentración autoritaria, donde no hay la puesta en práctica del estado de derecho y lo que hay es un bullying social. El neoliberalismo surgió en los 90, después de la caída del muro de los estados socialistas. Y empezaron con una mentira. Dicen: "Se terminaron las ideologías". No se pueden terminar las ideologías. Pero dicen eso y se empieza a desarrollar una nueva ideología que rechaza a la política. Y en eso estamos, los nuevos pseudos marxistas involucraron al Continente Sureño n una gran mentira. Comenzaron con pequeños programas sociales y en Venezuela captaron figuras políticas desde la oposición que en su esencia eran copeyanos y adeístas, bien formados académicamente, no hay que mentir, en este mundo contemporáneo. Sus nombres Claudio Fermín y Eduardo Fernández, Timoteo Zambrano y Gustavo Cisneros que desea que su discípulo Leopoldo López Mendoza sea presidente, constituyéndose en una fuerza desprendida de un partido socialcristiano. Copei. La historia política de Venezuela, nos dirá que no le agradecemos nada al ilustrado Rafael Caldera Rodríguez, ya nadie lo nombra, menos los hombres que se dicen de izquierda, simplemente, el engaño es total.
Y lo que ellos llaman gestión (porque es el tiempo de la gestión en lugar de la política), es la administración del terror. Y se administra mediante operaciones de inteligencia, como las guerras judiciales, la instalación del odio. El odio se convirtió en una herramienta muy eficaz. Terminando en las bolsas CLAP y el robo legal de alimentos en los grandes mercados bajo la denominación de Consejerías Comunales. Simplemente, jamás han sido marxistas, menos por ideología. Allí, tenemos un empresario que se disfrazó de izquierda en Ecuador, Lenin Moreno, quien utilizo el marxismo para llenar sus arcas de millones de dólares que le pertenecen a las comunidades, a un Macri- otro empresario- que aprendió de la dialéctica como engañar y manipular al pueblo, aunque se dedico a construir una plataforma económica que fue destruida por causa del populismo y, no se hicieron las correcciones debidas. El mismo José Manuel Santos jugo a ser guerrillero junto a Uribe, lo mimoseo, ya sabemos de Colombia.
--Es lo que está pasando. Son democracias neoliberales que no le convienen a las mayorías sino sólo a los grupos financieros. Entonces, el único modo de lograr esta imposición es colonizando la subjetividad y logrando la instalación de una obediencia inconsciente, donde el ciudadano se cree libre y no hace más que cumplir imperativos del consumo y del mercado. Ahora, estos gobiernos rechazan la política y lo que usan en lugar de ésta es la gestión y las técnicas de marketing. Así como el populismo es la instalación y la construcción de demandas horizontales en una voluntad popular, acá hay demandas construidas desde arriba. Fíjese la diferencia entre el marketing y la política. Entonces, el ciudadano compra. Y compra cosas que no le sirven, planes que no le sirven, y gobiernos y personajes que no le sirven. A medida que fueron desarrollándose los medios y la cibernética, es muy fácil manipular la subjetividad.
Yo creo que los medios de comunicación controlados por la izquierda a excepción de la prensa y páginas webs rusas, están estropeando la cultura, las relaciones sociales. Son la voz del poder, pero se convierten, a veces, en jueces, estigmatizan a una persona, no cumplen con el procedimiento normal judicial, la demonizan sin pruebas, o sin que se cumpla el principio de inocencia. La verdad es que funcionan como si fuese un estado de excepción. Los periodistas de la televisión son empleados de la corporación. El plan en toda Latinoamérica fue demonizar a los líderes políticos de la oposición. Una de las estrategias fue la instalación del odio. Por eso, digo que también el campo popular está colonizado. No es que "ellos" son los colonizados y "nosotros" estamos vacunados. Son distintas colonizaciones, pero me parece que fue muy eficaz la instalación social de la grieta, muy eficaz para el mal porque es un desastre lo que están haciendo con la ruptura del tejido social, la ruptura de vínculos familiares, amistosos. Eso, ¿a quién le conviene? Al poder. Entonces, el campo popular militó el odio. Y yo creo que esa fue una colonización del campo popular porque una cosa es el conflicto político como conflicto de intereses, como debate, como sublimación del odio, y otra cosa es la promoción que realizó el poder, sobre todo algunos periodistas innombrables. Y el campo popular también se puso a militar el odio. Si nosotros hablamos de batalla cultural, uno de los primeros programas en esta batalla cultural es resolver este odio. Hay que resolverlo porque no es por ahí que nos vamos a orientar en un camino emancipatorio. El neoliberalismo precisa culturas sin política. El odio es fantástico como cultura sin política porque si el conflicto político lo tramitamos como "malos" y buenos", como "corruptos" y "decentes", se transforma en un conflicto moral. Es la moral en lugar de la política. ¿A quién beneficia, entonces, la instalación del odio? Solamente al poder porque se obtiene una cultura con un tejido social todo dividido y una cultura despolitizada porque el asunto es de "buenos" y "malos". Esa es la forma que tienen ideologías totalitarias como el nazismo y el neoliberalismo de tramitar el conflicto político. Es una trampa. En lugar de conflicto se produce la estrategia del enemigo interno. Es el odiado.
El odio, un ejemplo, despertado en la urbanización Parque Valencia, donde resido es grave. Grupos de Poder asumieron el control de los programas sociales, creando una distorsión en las filas del marxismo, desconociendo la identidad de este filósofo, y rigen ciertos aspectos de esa realidad. Por ejemplo, las bolsas o cajas tienen un peso por debajo de lo especificado, lograron incrustarse y Amilca- Carabobo describe que no desglosa los productos. Cobran un porcentaje más alto de su valor creando expectativas de contradicción entre los moradores cercanos. Al presidente, Nicolás Maduro Moros lo engañaron. Su propio gabinete lo hace, juegan con sus principios ideológicos, como lo hicieron con el Che y su programa económico hacia América Latina, Los nuevos marxistas sin ideología políticas desconocen la lucha armada y los criterios morales para defender las Repúblicas del Sur que buscan levantarse de las felonías de un empresariado y una banca financiera que les agrada el bloqueo para imponer el dólar. Malhechores sin fin.