Carta abierta

A Mario Silva

"Mario, explícales bien a las familias estafadas por constructores inescrupulosos, qué es lo que el gobierno busca con la expropiación de los inmuebles a medio construir. Diles que lo que se busca con esas expropiaciones es que los legítimos propietarios puedan tener, a través del gobierno, los documentos de propiedad debidamente registrados y que de otro modo jamás los podrían poseer, a menos, por supuesto, que se bajen de la mula y paguen dos, tres y hasta cuatro veces el precio inicialmente convenido. Y eso si no urden otras vagabunderías.    

Explícales, además, que si el problema de las estafas tiene ya una esperanza de solución, es porque hicieron la denuncia por ante los organismos competentes del estado. Porque de lo contrario, de no haber hecho esa denuncia, todavía estuvieran deambulando como almas en pena buscando quien los escuchara y tomara en cuenta su terrible calvario. Porque en esta sociedad de cómplices, no es a la víctima sino al ladrón a quien le prodigan todas las consideraciones y homenajes.    

Ponles como ejemplo a los estafados de La Avileña, que hoy, gracias a la intervención del gobierno, no solo tienen las llaves de sus inmuebles, sino también los documentos de propiedad debidamente protocolizados”.  

   Este mensaje se lo enviamos a Mario Silva por lo siguiente: En la hojilla se transmitió un programa de opinión realizado en Televén donde un vejete, perteneciente a una organización que se encarga de no recuerdo qué, salió de una manera desvergonzada y cínica en defensa de los estafadores inmobiliarios. Entre las cosas que dijo este desvergonzado, cargado de años y seguramente de malas costumbres, fue que debido a las expropiaciones que había hecho el gobierno de los inmuebles abandonados, de ahora en adelante nadie se iba  atrever a construir conjuntos residenciales por temor a ser expropiados.

   Mario Silva se dejó  pasar este strike, y no dijo nada al respecto. Cuando lo que debió  haber dicho fue que si eso llegara a ocurrir, no sería a causa de las expropiaciones, sino al temor de la gente de ser nuevamente estafadas por el gan de la construcción.   

alfredoschmilinsky@hotmail,com 
 

Nota: En vista de que el ALCA no es posible implementarlo tal como fue concebido inicialmente, entonces los cuatreros del norte han ideado aplicarlo con otro nombre, es decir, como Tratado de Libre Comercio, cuyos efectos son tan desastrosos y nocivos para estos países como el ALCA mismo. 

   Ahora bien, como los Estados Unidos no han renunciado a la aplicación de estos tratados en nuestros países, y como un hipotético gobierno de la oposición no dudaría un momento en aplicarlo, no está demás alertar a la población de los peligros que corremos con un eventual triunfo de los vasallos del norte, o sea, de la oposición. 

   Con esa finalidad hemos rectado el siguiente texto: 

  Para definir en pocas palabras que es el ALCA nada más apropiado que hacerlo con base a sus resultados. En este sentido, la aplicación de este tratado de “libre” comercio en nuestro país, como lo pretende el gobierno de los Estados Unidos y sus lacayos internos, significaría literalmente, y sin eufemismos, el desmadre de nuestra economía. En efecto, tan pernicioso y devastador sería la implementación de ese convenio comercial, que hasta el mismo Papa, Juan Pablo Segundo, lo caracterizó como una versión moderna del “colonialismo”. Un colonialismo que además de acrecentar la miseria y la marginalidad; que además de acentuar el atraso y el sub-desarrollo, con todas las lacras que les son propias, como el hambre, la criminalidad, el analfabetismo, las enfermedades y el desempleo, además de todo esto, repito, nos despojaría de nuestra condición humana para convertirnos en simples piezas de una implacable maquinaria comercial. Esto es, que dejaríamos de ser personas, seres humanos, para transformarnos en simples productores de ganancias para el capital monopolista norteamericano. En resumen, el ALCA o sus sucedáneos, los tratados de libre comercio, significaría la africanización de nuestros países. Y ello en el marco de una feroz tiranía. 

   Eso se explica por lo siguiente: para empezar, todos los acuerdos y resoluciones que se llegaran a adoptar en virtud del mencionado tratado, se convertirían automáticamente en leyes de la República, es decir, que la legislación que regula el ingreso de mercancías a nuestro país, incluyendo las disposiciones que sobre la materia económica recoge la Constitución, quedarían automáticamente derogadas. Las consecuencias que tal hecho tendría para los productores del campo, que se verían abatidos por un competencia implacablemente ruinosa, no es difícil adivinar: avasallados por una avalancha de productos generosamente subsidiados provenientes del norte, no tendrían otro destino que el de la quiebra y el abandono de sus actividades productivas. 

   Pero los trabajadores, o más exactamente, todo aquel que devengue un sueldo o salario no saldría con el ALCA o sus equivalentes mejor librados que los agricultores. Muy por el contrario, pues  al quedar prácticamente derogadas la Constitución y la Ley del trabajo, los derechos que en materia laboral estos instrumentos jurídicos consagran en beneficio de los asalariados, también quedarían eliminados. Y así, conquistas tales como la contratación colectiva, prestaciones sociales, aumentos de sueldos, contratación colectiva, vacaciones, derecho a huelga, derecho a la educación, derecho a la salud, etc., se perderían irremediablemente. Y no sólo eso, sino que, además, si por causa de cualquier disposición legal que beneficie a los trabajadores las empresas gringas dejaran de percibir las ganancias que ellos desearan obtener, quedarían en libertad de demandar al estado venezolano. Esto lo harían a través de un tribunal especial que se constituiría para tales efectos, es decir, un tribunal ad hoc, pero secreto. En resumen, nos veríamos reducidos a la humillante y bochornosa condición de colonos o esclavos, si se prefiere.   ASO  

  alfredoschmilinsky1@hotmail.com


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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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