En conversaciones electrónicas con nuestro amigo y camarita (aka: Tumuzza), recordando viejas conversas en aburguesadas cenas londinenses cuando el tema de la revolución era obligante por imperiosa, necesaria y de toda lógico-histórica por desgaste del sistema capitalista no solo en aquella nuestra Patria (Venezuela) cuando la economía venezolana era dependiente-alienada como también, en sus tiempos particulares nacionales, en los países europeos y, porque no expresarlo, en aquella Rusia del socialismo-real que estaba más internalizada por competir con aquel capitalismo yanqui en crisis en Vietnam, en los cambios obligados sociales cuando aquellos factores sociales como los movimientos anti-Guerra-Vietnam, aquellos movimientos civiles de ese extenso sub-conjunto social estadounidense de los afro-americanos, cuando la industria militar yanqui se repensaba por encontrarse en el “umbral de la derrota” en Vietnam, cuando la economía mundial estaba, aparentemente, en su cul-de-sac emocional. Aquellos tiempos imprecisos y de esperanza militante y revolucionaria. Era inevitable soñar despiertos.
Ha pasado muchas aguas bajo todos los puentes mundiales y el sistema capitalismo sigue como aquel señor escoses que “siempre está tan campante caminando-globalmente” pero Hugo Rafael Chávez Frías le cambió la cara a las revoluciones mundiales. Las sociedades invisibilizadas están esperanzadas que, con muchas ilusiones y muchísimo trabajo revolucionario, podrán alcanzar las obligadas responsabilidades de los gobernantes de asumir como gobernantes que asuman, responsablemente, qué es una revolución socio-económica, ética, moral y socialista en las actuales circunstancias mundiales y, particularmente, en Venezuela. Nos preguntamos: ¿Ello significa que los paradigmas que califican al sistema capitalista, qué definen a las estructuras de Estado que especifican al estado burgués-capitalista, qué la lucha de clases como por arte de magia, simplemente, desaparecen?
Conversemos sobre la “conciencia revolucionaria” y, por obligación, “socialista”; seamos muy precisos por que, también, cuando los procesos en revolución de aquellas clases sociales que querían y buscaban imponer los paradigmas significativos del capitalismo, esos factores sociales tenían “su conciencia revolucionaria capitalista” conjugada con sus ilusorias ideas en lo ético y en lo moral. No reconocerlo no solo es de estúpidos sino demuestra una incomprensión del materialismo histórico y, en consecuencia, del materialismo dialéctico. Entonces, sí tenemos que aceptar que sí hubo, históricamente, procesos revolucionario-capitalistas con una ética-moral-capitalista promovida por los filósofos adheridos a los paradigmas del capitalismo, volvemos a preguntarnos: ¿cómo se llegó a la corrupción del propio sistema capitalista que “aguas abajo” impactó en las conciencias sociales que aquellos factores sociales que aspiraban a “moverse en la escala social”; es decir, transformarse en “burguesía” a cualquier costo incluyendo “corromperse”?
Nicolás Maduro Moros ha expresado públicamente el silogismo de que capitalismo implicaría corrupción. Interesante propuesta para su discusión en las comunas y en el Polo Patriótico y, nos sugerimos, en toda la sociedad venezolana. Pero nos preguntamos sí aún estamos en el proceso de cambios profundos del Estado burgués venezolano, entonces, ello no implicaría que también en nuestro proceso revolucionario socialista contenemos el cáncer de la corrupción autóctona del capitalismo; pero ¿a cuál corrupción nos estamos refiriendo? ¿A la corrupción de la burguesía de la 4ta. República? ¿A la corrupción de los noveles actores de la Revolución Bolivariana que buscarían ascender en la escalera social para convertirse en consumidores de aquellos sueños pequeño-burgueses heredados de la 4ta. república y/o de aquellos sectores que contienen en su inconsciente aquella frase tan famosa como tétrica de convertirse en “mayameros” para adquirir incluso bienes de consumo masivo en los Miami después de disfrutar de Orlando y sus parques? Deberíamos precisar. En este contexto, por ejemplo, podría calificarse como un acto de corrupción que, por obligaciones laborales, al tener que viajar por la República, al tener que “hacer noche” en una de tantas posadas de la República, exijamos “sábanas nuevas” porque aquello de dormir en “sábanos usadas por otros huéspedes” nos da “guacala”. Solo una pregunta.
En ese orden, nos preguntamos: ¿está la corrupción íntimamente relacionada con la alienación y con la plusvalía? ¿Estaría íntimamente relacionada la corrupción con los paradigmas de la burguesía, pequeña-burguesía y otros factores sociales? ¿Estaría íntimamente relacionada con aquello que significa el ascenso efectivo en la escalera social-nacional? ¿Está íntimamente relacionada con tener “nuestro rinconcito chino”?
La corrupción, aisladamente, es un concepto que se la podría aplicar en cualquier momento de la Historia de la Humanidad desde el Imperio Romano hasta la Revolución Bolivariana pero debe haber diferencias importantes no en el concepto sino en los escenarios donde se expresa y se practica la corrupción; en contrario y como obligado es imperativo la educación de la conciencia cuando comenzamos a conocer sus intimidades (de la corrupción y su praxis) y asumir nuestras responsabilidades personales y colectivas como factores sociales revolucionario-socialistas para enfrentar, contener y ejemplar con nuestros comportamientos personales desde dentro de la familia hasta en el ámbito del trabajo; es decir, nos estamos en la corriente social de la necesidad de educarnos y educar en las “virtudes humanas”. Pero ¿cuáles son las virtudes humanas y cómo nos educaríamos y educamos en esas virtudes humanas? Por ejemplo, nos consideramos que los “vende-patria” al no practicar la virtud del patriotismo son, por lógica inevitable, corruptos; es decir, la corrupción no solo se expresa cuando se presentan los “intercambios de dineros” sino también cuando nos contradecimos en nuestros principios fundamentales tanto cristiano-católicos como socialistas “reventando” la dignidad propia-personal y nacional cuando no vivimos la virtud del patriotismo. Claro un individuo que se corrompa por dineros es doblemente corrupto porque, a la vez, está socavando los principios fundamentales que sustentan a la Patria, al “ideario Simón Bolívar”, el “ideario Chávez” y explosiona los principios fundamentales cristiano-católicos y socialistas (no excluimos a otras manifestaciones teológico-religiosas nacionales que contienen en su seno los principios fundamentales de la ética y la moral natural).
En los actuales procesos políticos que están en curso en esta etapa de la Revolución Bolivariana liderada por Maduro Moros referidos al combate contra la corrupción conjuntamente con el “gobierno de calle” es, en nuestro modesto criterio, la “etapa más crítica de la Revolución Bolivariana”. No nos engañemos. La sociedad venezolana está muy agotada por las confrontaciones “cul de sac”. La sociedad venezolana considera que hay más corrupción en los lares de la revolución que en otros sectores sociales. La sociedad venezolana por obra del desgaste a nivel de la conciencia promovido por los medios privados cuales han desarrollado una matriz de opinión que se ha convertido en inconsciente clasista que está, inevitablemente, en concordancia con la “lucha de clases” transformándose, en su praxis, en conciencia cuando expresan, públicamente, los epítetos ya conocidos contra el chavismo y en contra de Maduro Moros. La sociedad venezolana aún considera que quienes se han enriquecido son los “boli-burgueses” pero nos, nos preguntamos: ¿quiénes son esos boli-burgueses denunciados pero, por favor, nos lo demuestran con pruebas reales y no con “chismes de casa de vecindad”? Es decir, la corrupción se ha convertido en el actual proceso revolucionario como la praxis política de la contra-revolución; mutatis mutandi: las derechas nacionales.
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